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Domingo, 14 de abril de 2002

Descolgados

Por Roberto Navarro
La maxidevaluación y la depresión económica están dejando incomunicados a amplios sectores de la población. Hay 800 mil teléfonos cortados por falta de pago y Telefónica y Telecom le advirtieron al Gobierno que, en las actuales condiciones, no podrán seguir brindando el servicio en zonas no rentables. Además, en las últimas semanas se multiplicaron los reclamos ante las asociaciones de defensa del consumidor por atrasos de las empresas en solucionar desperfectos en las líneas y aparatos telefónicos. Las empresas se defienden con el argumento de que están sufriendo fuertes quebrantos por la incidencia de la devaluación en sus costos. La crisis económica afectó aún más a la telefonía móvil. El 70 por ciento de los usuarios de celulares se pasó al sistema de prepago con tarjeta de monto fijo y la mitad de ellos no está utilizando el servicio. En Internet el fuerte aumento en los costos provocó que algunas compañías dejaran de ofrecer el servicio a nuevos clientes. Los usuarios de televisión por cable tendrán que pagar más para ver menos. El mes que viene las facturas llegarán con un aumento del 10 por ciento y Cablevisión y Multicanal retiraron de su programación CNN en español, CNN en inglés y The Film Sound. Si no llegan a un arreglo, también corre peligro la continuidad del canal de dibujos animados Cartoon Network.
En los últimos diez años el sector de telecomunicaciones fue uno de los de mayor crecimiento y desarrollo tecnológico del país. El año pasado la facturación total de telefonía básica, larga distancia, telefonía móvil, transmisión de datos e Internet fue de 11.500 millones de pesos. El monopolio que manejaron Telecom y Telefónica en sus respectivas zonas durante una década les permitió obtener ganancias que triplican el promedio internacional. El país pasó de 3,4 millones de líneas telefónicas en 1990 a 8,7 millones en diciembre pasado. Pero ya en esa fecha la recesión y el avance de la pobreza habían derivado en que 500 mil de esas líneas estuviesen cortadas por falta de pago. Luego de la devaluación, la morosidad se multiplicó y ya son 800 mil los que se vieron privados del servicio por no poder cancelar la factura mensual. A éstos hay que sumar que en los últimos tres meses un promedio de 20 mil usuarios mensuales, en su mayoría comerciantes y empresas, devolvió alguna de sus líneas para reducir gastos.
Más allá de que la Ley de Emergencia Económica no lo permite, las empresas saben que no pueden aumentar sus tarifas porque perderían una porción importante de sus clientes. Incluso no han modificado las de larga distancia, que están por debajo de lo regulado por el Estado, porque entraron en competencia hace dos años. Pero la devaluación impactó fuertemente en los costos del sector. El 80 por ciento de los insumos es importado; las conexiones internacionales de telefonía e Internet se pagan en dólares y la mayoría de los aparatos vienen del exterior. Los celulares directamente no se fabrican en el país. Por otra parte, todas las empresas tienen pasivos en dólares. El aumento de los costos y la imposibilidad de trasladarlos a un mercado en caída libre están generando fuertes quebrantos a todas las empresas del sector.
Telecom y Telefónica ganaron más de 6000 millones de dólares en la última década. Pero la mayor parte de esas utilidades fue girada a los accionistas, que residen en su mayoría en el exterior. Al mismo tiempo se endeudaron para invertir en tecnología. Con la devaluación, Telecom se declaró en default y Telefónica le hizo saber al Gobierno que su situación financiera puede estallar en el corto plazo. Ambas compañías le están reclamando al Estado que les permita recuperar rentabilidad sin aumentar fuertemente sus tarifas. Aseguran que quieren subirlas “sólo” un 15 por ciento. Su principal aspiración es que las empresas que compiten con ellas en larga distancia aporten parte de su facturación para subsidiar a las zonas no rentables. Un alto ejecutivo de Telecom señaló a Cash que, de las 1150 áreas en que brindan servicio, en este momento sólo tienen rentabilidad en 74. Telecom y Telefónica aún no dan servicio en todo el país. Y en los lugares en que están, no desarrollaron sus redes en forma pareja. En Argentina hay, en promedio, 22 líneas por cada 100 habitantes. Pero en Buenos Aires el promedio de penetración es del 51 por ciento y en Formosa, de 6,5 por ciento. Antes de la devaluación, las empresas le advirtieron al anterior gobierno que no iban a seguir avanzando si no recibían el apoyo de las nuevas compañías. Ahora amenazan con comenzar a retirarse de algunas zonas.
La impresionante expansión que había tenido la telefonía móvil en los últimos años también chocó contra la realidad. En 1991 había 30 mil personas con teléfonos celulares. En julio de 2001 las cinco compañías que abastecen el mercado tenían, en total, siete millones de abonados. Pero la facturación cayó un seis por ciento el año pasado y en el primer trimestre de 2002 se desplomó. Dos de cada tres usuarios pasaron al sistema de prepago con tarjeta para controlar sus gastos. Pero la mitad de ese segmento hace más de un mes que no compra un nuevo plástico. Es decir que hay siete millones de teléfonos móviles, pero casi dos millones no se utilizan. De los clientes que siguen operando con factura mensual, más de un 10 por ciento contrató el sistema de autostop, que corta la posibilidad de realizar nuevas llamadas al llegar a un monto de facturación estipulada por el cliente. Este escenario se da cuando las empresas prácticamente no trasladaron la incidencia de la devaluación a sus precios. Recién este mes las facturas van a reflejar un aumento promedio del 10 por ciento. Por otra parte, los aparatos aumentaron un 50 por ciento. Pero este incremento aún no refleja el verdadero precio de los celulares. El costo para las empresas es de 130 dólares para el caso de los aparatos menos sofisticados.
Las empresas que brindan Internet aseguran que la devaluación frenará el desarrollo del servicio por dos razones: van a tener que subir las tarifas para poder solventar la conexión internacional, que se paga en dólares, y porque a los argentinos les costará muy caro comprarse una PC para poder conectarse. Telecom ya retiró la oferta de su servicio de banda ancha, porque estaba operando a pérdida, y el resto de las compañías está cobrando 300 pesos la placa de conexión, que antes daban en comodato. De todas maneras, los operadores trazan una clara diferencia entre las expectativas de comercialización a nivel familiar y las de atención corporativa. La razón es que para las empresas Internet significa una baja de costos y mayores posibilidades de venta.
La televisión por cable también tuvo un fortísimo crecimiento en los 90. Pero a partir del inicio de la recesión en 1998 las compañías de cable fueron el blanco elegido por la clase media para recortar gastos. En 2001 los 4,6 millones de abonados al servicio generaron una facturación de 1500 millones de pesos. En los primeros tres meses del año, los dos mayores operadores, Cablevisión y Multicanal, que tenían casi tres millones de clientes, perdieron el 20 por ciento. Ahora la devaluación los puso en la disyuntiva de aumentar sus precios y seguir perdiendo abonados o retirar de sus grillas a los canales más caros, decisión que también les generaría deserción de televidentes, porque perderían interés por el servicio. Su principal costo es la programación, que en su mayor parte es extranjera y, por lo tanto, con precio atado al dólar. Ambas compañías reclamaron a sus proveedores la pesificación de sus contratos, pero la mayoría no aceptó. Al levantamiento de las señales CNN y The Film Sound, en los próximos días se agregarían algunos de los principales canales de dibujos animados.
Un país con la mitad de su población por debajo de la línea de pobreza tiene escasas posibilidades de mantener el nivel de sus telecomunicaciones. En lo que respecta a la telefonía básica, las extraordinarias utilidades que obtuvieron las empresas en los 90 ya están en los bolsillos de los accionistas, que no están dispuestos a reinvertir aunque sea una parte de lo ganado para salvar el mal momento. En esas condiciones, cada vez más gente se verá privada del uso del teléfono. Incluso ciudades enteras podrían quedar fuera del esquema de servicio. En Estados Unidos entre todas las telefónicas subvencionan el servicio de Internet gratis para todas las escuelas del país. La disparada del dólar alejó la posibilidad de seguir la dinámica del desarrollo tecnológico y dejará incomunicados a los sectores más desprotegidos.

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Crisis Teléfonos

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