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| Hoy
Sábado, 21 de septiembre de 2002
| Hoy		
El problema más importante 
del país es el hambre de muchos de sus habitantes. Nélida Chichi 
Doga es la principal responsable de terminar con el problema. Aunque hace ocho 
meses que es ministra de Desarrollo Social, son pocos los argentinos que la 
conocen: no daba, hasta ahora, reportajes a medios gráficos. Pasa la 
mayor parte del tiempo recorriendo el interior del país. Cash la entrevistó 
en el aeroparque, minutos antes de que partiera hacia Jujuy. La pregunta básica 
era porqué el Gobierno no busca terminar con el hambre ya. Nos 
queda una muy pequeña franja por cubrir, aseguró Doga. El 
problema no es la falta de recursos sino poder focalizar a todos los necesitados, 
explicó, refiriéndose al clientelismo político que obstaculiza 
una adecuada distribución de los alimentos. La ministra señaló 
que, a pesar de que ella y su amiga, Chiche Duhalde, están terminando 
con el hambre en el país, la población no lo quiere al presidente 
Eduardo Duhalde. La gente tiene razón, la están pasando 
muy mal, reflexionó. 
Con más de seis millones de personas viviendo en la indigencia, ¿no 
debería ser prioridad uno para el Gobierno eliminar el hambre?
Duhalde tomó una decisión histórica, que fue crear 
enormes programas sociales, que, además, están administrados por 
un gabinete coordinador dirigido por la esposa del Presidente, que tiene mucha 
fuerza política. Por otro lado, Duhalde cada 15 días se reúne 
con nosotros para decidir las prioridades en cada momento. Por ejemplo, ahora 
el Ministerio de Salud necesita leche fortificada para los hospitales y mi ministerio 
le cedió 18 millones de su partida porque el Presidente decidió 
esa prioridad. La cantidad de dinero que se está destinando a los planes 
sociales es inédita. Y tenemos la suerte de tener un ministro de Economía 
con una gran formación humanística, que puede entender nuestros 
planteos.
¿Están entregando comida?
Este año vamos a distribuir 530 millones de pesos en comida en 
todo el país. Entregamos el dinero a las provincias bimestralmente.
O sea que la Nación no entrega comida sino dinero.
Así es, salvo en los lugares donde hay desnutridos, en donde trabajamos 
con las ONG. Para esos casos damos unas cajas especiales con leche fortificada 
y otros alimentos especiales. 
¿No sería más económico y de llegada más 
segura un plan nacional de entrega de alimentos?
Quisimos transparentar la gestión. La pobreza tiene que ver con 
la pobreza espiritual. Lo importante es medir la efectividad y que lo que llegue 
sea lo que la gente necesite. Ser exitosos en la distribución. Ese es 
el problema.
¿El problema es el clientelismo?
Nosotros trabajamos contra eso, pero existe. Armamos redes de control. 
Integramos a las instituciones para que nos ayuden. En las reuniones en las 
intendencias, en la que participan las fuerzas vivas de la comunidad, vamos 
arreglando los desvíos. Pero siempre los hay.
¿Por qué no recrearon a las manzaneras en todo el país?
La señora de Duhalde pensó que no era buena idea querer 
imponer un programa como el bonaerense en todo el país. Pensamos que 
los programas tienen que tener una identidad, que tenga que ver con cada lugar. 
A Jujuy, por ejemplo, es la quinta vez que voy. Estamos construyendo obras cloacales, 
porque están recibiendo turismo y necesitan infraestructura. Cada lugar 
tiene su particularidad.
¿Cree que está siendo exitosa en terminar con el hambre?
Tener éxito sería que desapareciera la pobreza. 
Pobreza hay en todo el mundo, hambre no, y en la Argentina es evitable.
El tema del hambre tendríamos que analizarlo en conjunto y escuchar 
a los protagonistas. No podemos invadirlos autoritariamente. Lleva tiempo el 
tema.
¿No hay una solución integral para erradicar el problema en un 
período razonablemente corto?
No, porque el hambre tiene que ver con una historia. Asegurar comida lo 
estamos haciendo. Donde nos piden, mandamos. 
Pero hay muchos hogares con hambre.
Pienso que sí, hace poco tiempo que estamos trabajando. El Banco 
Mundial prometió apoyarnos para seguir organizando comedores. No sirve 
dar la comida y nada más. Tenemos que generar oportunidades, como organizar 
granjas o huertas.
El Plan Jefes y Jefas de Familia no diferencia a las familias con muchos hijos. 
¿Ustedes cubren esa carencia?
La familia que está en la indigencia la estamos cubriendo con varios 
programas. Vamos detrás del Plan Jefes y Jefas viendo la manera de cubrir 
sus falencias.
¿Existe un mapa del hambre que ustedes van cubriendo paulatinamente? 
Sí, lo tenemos. 
¿Cuánta gente aún no cubrieron?
Estamos terminando con el hambre. Nos queda una franja muy pequeña 
que estamos tratando de cubrir con el plan IDH y Familia. Estamos esperando 
un barrido de datos que nos exige el Banco Mundial para terminar de llegar a 
todos. Pero estamos trabajando con varios programas a la vez. Además 
del Plan Jefes y Jefas está el Programa Alimentario Nacional, el Fondo 
Participativo de Inversión Social y el IDH por hijo. Estamos llegando 
a noviembre con 4000 comedores. Nos quedan una cantidad de jóvenes y 
ancianos sin cubrir.
¿Cuánto dinero del total del Presupuesto le llega realmente a 
la gente?
Estamos bajando muchísimo la burocracia. La Universidad de Buenos 
Aires está auditando nuestros programas. Preferimos pagarles a ellos 
que a las consultoras. 
¿Le están pidiendo apoyo a las empresas para contar con mayores 
recursos?
No, no nos faltan recursos, son suficientes. Lo que pasa es que la demanda 
no nos da tiempo a cubrir todo. Y hay otros problemas para llegar a todos y 
cada uno de los necesitados, pero no es falta de recursos.
¿El Presupuesto 2003 de su ministerio tiene más recursos que el 
actual?
Tiene un pequeño aumento. Nuestra preocupación es blindar 
los programas más importantes para que tengan una continuidad con el 
próximo gobierno. Siempre hay cortes en los cambios de administración, 
que ahora no puede suceder. 
¿Qué necesita para cumplir con su misión de terminar con 
el hambre? 
Necesitamos el compromiso de todos para que la ayuda llegue a la gente. 
El problema es la focalización de los programas. Hay una gran fragmentación 
en el país. Es un problema muy doloroso, pero es la verdad.
Usted dice que están terminando con el hambre, pero no es eso lo que 
siente la gente.
Hay una pobreza estructural muy grande, muchos flancos por cubrir. Hemos 
cubierto todo lo que se puede hacer en tan poco tiempo. Creo que estamos haciendo 
un buen trabajo.
¿Si piensa que están cumpliendo una buena tarea y llegando a la 
mayoría de los necesitados, por qué cree que Duhalde tiene tan 
mala imagen en la población?
Nos tocó un tiempo difícil. Muchas veces la gente nos dice 
que les estamos devolviendo la esperanza. Pero con tanta pobreza es lógico 
que estén disconformes. La gente tiene razón en estar enojada, 
la están pasando muy mal. No lo quieren a Duhalde, porque la situación 
es mala y el Presidente es él. Pero la población sabe que estamos 
trabajando mucho.
 
“La cantidad de dinero que se está destinando a los planes sociales es inédita”. 
“Tenemos la suerte de tener un ministro de Economía con una gran formación humanística, que puede entender nuestros planteos”.
“Este año vamos a distribuir 530 millones de pesos en comida en todo el país. Entregamos el dinero a las provincias bimestralmente”.
“Lo importante es medir la efectividad y que lo que llegue sea lo que la gente necesite. Ser exitosos en la distribución”.
“Trabajamos contra el clientelismo, pero existe. Armamos redes de control”.
“Asegurar comida lo estamos haciendo. Donde nos piden, mandamos”. 
“No sirve dar la comida y nada más. Tenemos que generar oportunidades, como organizar granjas o huertas”.
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