Domingo, 14 de julio de 2013 | Hoy
DOCUMENTO PLANIFICACIóN EN GENERACIóN ELéCTRICA
La necesidad de diversificar la matriz de generación de energía eléctrica con el objetivo de disminuir el drenaje de divisas y aumentar la soberanía nacional. La propuesta es el desarrollo eólico, hidráulico y nuclear y la creación de la Empresa de Planificación de Energía.
Por Instituto de Energia Scalabrini Ortiz *
La energía eléctrica es el insumo energético más accesible para la población, porque su uso es sencillo y dúctil. Por ello su demanda tiende a aumentar a mayor velocidad que los otros energéticos. En un contexto de crecimiento sostenido, de un uso no ahorrativo y con problemas coyunturales de autoabastecimiento de combustibles, un primer análisis indica que se debería considerar en principio atacar dos frentes simultáneamente para paliar el problema de la balanza comercial externa.
Uno, evitar el uso no necesario y muchas veces el despilfarro, al que culturalmente es afín buena parte la población urbana. Es decir, trabajar fuertemente en el plano cultural y económico en pos de un Uso Razonable, Responsable y Eficiente de la Energía (Urree) y justo socialmente. El análisis de consumos indica que es posible ajustar selectivamente las tarifas y la velocidad de crecimiento de la demanda de potencia y energía sin que ello afecte la evolución de la economía, las expectativas de mejoras en la calidad de vida y el derecho pleno al acceso a la energía de toda la población.
Dos, planificar adecuadamente cómo se satisface el crecimiento de la demanda pensando en hacerlo al menor costo posible, sacrificando el mínimo de recursos que necesitarán las nuevas generaciones y con el menor impacto ambiental, de divisas con una industria local eficiente. Hoy la matriz eléctrica, en potencia instalada para la generación de electricidad, es: combustible fósil 66,4 por ciento, generación hidráulica 28,4, nuclear 4,9 y otras renovables 0,3 por ciento. Esto corresponde a un cuadro de potencias instaladas de fósil 59,2 por ciento, hídrica 35,9, nuclear 5,5 y eólica 0,4 por ciento.
Cada forma de generación tiene ventajas y desventajas. La generación con combustibles fósiles es la que requiere menor inversión, pero es la que tiene mayor costo de combustibles y mayor impacto ambiental negativo, consumiendo además un recurso no renovable. La generación eólica es la de menor impacto ambiental, hoy es una energía cara en pesos pero barata en divisas por las altas posibilidades de participación industrial local. Los requerimientos que deben cumplir los generadores para la estabilidad del sistema eléctrico hacen que la generación eólica sea complementaria de las centrales eléctricas térmicas, nucleares e hidráulicas de base.
La generación hidráulica que también evita el uso de combustibles fósiles tiene un alto costo de inversión y necesidades de transporte eléctrico importante por las distancias entre los lugares donde se encuentran las fuentes hídricas y los centros de demanda. Pero tiene al mismo tiempo bajos costos de operación y la importante ventaja de poder cubrir tanto la punta como la base del sistema. La generación nuclear también tiene un alto costo de inversión pero al mismo tiempo un bajo y estable costo de combustible; ventajas en el costo de transporte a los centros de consumo, una creciente participación de la industria local en su construcción y otros beneficios como la tracción tecnológica de los proveedores de equipos y materiales. Otras variantes de generación eléctrica con energías renovables, a excepción de la biomasa, las hay disponibles y requieren un desarrollo y un plan de promoción y aliento, todo accesible y con recursos nacionales disponibles.
La matriz que proponemos tiene tres condicionamientos claros: 1) agotar todas las posibilidades de construir centrales hidráulicas; 2) aumentar fuertemente la participación nuclear incentivando la participación local en la apropiación de las tecnologías y manufactura de las partes y en la obra civil; y 3) aumentar drásticamente la participación de la energía eólica por las ventajas naturales y la posibilidad cierta de la alta participación industrial local.
En un esquema conceptual de la evolución propuesta para las posibles participaciones porcentuales de la energía producida, se proponen tres etapas para una proyección de crecimiento de la demanda a una tasa estimada del 4 por ciento anual a mediano plazo, hoy asumida por distintos economistas y planificadores como una tasa sustentable en un marco de desarrollo con fuertes políticas de ahorro a implementar y eficiencia energética de uso. Ello nos posibilita lograr en generación de potencia, el llegar al año 2020 con un 53,1 por ciento de fósil, un 35,3 de hídrica, 7,6 de nuclear, y un 4 por ciento de eólica.
¿Cómo se puede cumplir ese objetivo? Pues con los abundantes recursos hídricos, uranio y vientos de la Patagonia aún sin aprovechar; con la capacidad técnica y una decisión política industrialista. Es posible superar los obstáculos que hoy, con el cuello de botella de la importación, comprometen el proyecto nacional. De los 31.888 mw instalados actuales, a los 42.000 mw necesarios para el 2020 hay que instalar 11.000 mw de potencia nueva. Ellos se componen de 4000 mw hídricos, 1600 mw eólicos, 1500 mw nucleares y unos 3900 mw térmicos. En el actual contexto tecnológico, todo ello involucra recursos por cerca de 24 mil millones de dólares. Esta inversión se puede ejecutar con un 70 por ciento como mínimo en moneda local. En un plazo de ocho años implican una erogación del Tesoro del unos 3000 millones de dólares por año, es decir, cerca de 900 millones de dólares en importaciones y del orden de los 14.000 millones de pesos moneda nacional. Este monto equivale a menos del 5 por ciento de la Base Monetaria actual y es posible que sea cubierto con recursos presupuestarios, tarifarios y emisión monetaria.
La perspectiva hacia el año 2030, en que se requerirían 62.000 mw, es acentuar el desarrollo hidro-eólico y nuclear de tal manera que en definitiva la generación hídrica se incremente en 12.000 mw, la nuclear en 5700 mw y cerca de 5000 mw la eólica, con una constante entrada de 200 a 300 mw anuales eólicos, para arañar el 8 por ciento del total y para que los combustibles fósiles lleguen a un razonable 50 por ciento de participación (mal o bien el shale gas seguramente evitará que se reduzca por debajo de dicho valor).
La generación eléctrica de origen hidráulico y nuclear es la que mejor cumple con las premisas de expansión del sistema de generación al menor impacto ambiental y sin sacrificar los recursos que requerirán las generaciones venideras. Pero tiene una dificultad: se requieren tiempos de entre 5 y 6 años. Entonces, en dicho plazo la expansión de la demanda sólo se podrá satisfacer con razonabilidad, con responsabilidad ambiental y con emancipación del cuello de botella de la importación de combustibles con una intensa fabricación e instalación de generadores eólicos que demanda tiempos sustancialmente menores (2 años) y de costo de combustible cero. Así como las hidráulicas chicas. Por supuesto ante la falta de las anteriores opciones, que hoy son opciones estratégicas para el país caben las urgencias de siempre, es decir, instalar generadores con combustibles fósiles. Consideramos que con la instalación de pequeñas centrales de generación distribuida a base de gasoil se conformó un duro error. Entre el 2011 y el 2012 se tuvieron que importar cerca de 4000 millones de dólares en gasoil, pagado al contado, agravando la emergencia energética.
Debemos asumir, sin perder más tiempo, planificar el inicio de las obras hidroeléctricas y nucleares si queremos disponer de ellas y tener una mejor matriz de generación eléctrica. Y si de planificación se trata, propiciamos una iniciativa institucional que a nuestro criterio abonará la política emancipadora liderada por CFK en el segmento de la Generación de Energía. Se trata de la creación de la Empresa de Planificación Energética similar a la Empresa de Pesquisas Energéticas (EPE), del Brasil. El EPE es una estructura de consultoría estratégica de alto nivel. Depende del Ministerio de Minas y Energía y fue creada por ley 10.847 en el 2004. Tres características se distinguen en el EPE: es una empresa cuya capitalización proviene de cargos específicos a empresas privadas de rentas excepcionales como el de las comunicaciones móviles en el país (algo que puede horrorizar a la ortodoxia declamada de los gurúes neoliberales), contiene un staff altamente especializado que sustenta el desarrollo autónomo, competitivo y la universalización del consumo de energía y tiene una clara impronta profesional y técnica, combinada con una clara identificación con las políticas de Estado. Fue y continúa siendo para el gobierno de Dilma una herramienta clave en la política energética.
En esta etapa Argentina tiene la oportunidad y la misión de apuntalar una matriz energética equilibrada de mejor performance ambiental y una gestión nacional e integral de los recursos humanos, naturales, económicos y financieros
* Carlos Rey, Marcos Rebasa, Bruno Capra, Andrés Repar, Nilda Minutti, Cristina Huwiler, Silvia Corral, Luis Tognon, Daniel Torchio, Silvia Veitzman.
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