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Domingo, 19 de octubre de 2014

PRECIOS DE LOS COMMODITIES Y CALIDAD INSTITUCIONAL

Indice de populismo

 Por Andrés Asiain

En una reciente nota publicada en el diario Ambito Financiero, el profesor de la Ucema y de la Universidad de Nueva York, Emilio Ocampo, indica que los picos y posteriores descensos de los precios mundiales de las materias primas coincidieron con el auge y debacle de nuestros gobiernos “populistas”. A partir de una serie de indicadores conforma un “índice de populismo” que arroja sus máximos valores en los tres mandatos de Juan Perón y los dos de Cristina Kirchner. Justamente en esos períodos se presentan máximos históricos en los precios de las commodities, “una excelente oportunidad para que el país no sólo frenara sino que también revirtiera su decadencia. Pero en vez de aprovechar la oportunidad, el populismo la desperdició”, provocando además un marcado deterioro del “índice de calidad institucional” por la “perversión de los valores”, “el clientelismo”, “un discurso maniqueo propalado a través de un aparato de propaganda generosamente financiado con fondos públicos” que “fomenta el resentimiento y destruye la cohesión social”.

La memoria histórica del miembro de la Fundación Libertad y Progreso parece haber olvidado otros picos históricos en los precios de las materias primas, coincidentes con gobiernos conservadores en lo social y liberales en lo económico. Son ejemplo de ellos el mandato de Juárez Celman a finales del siglo XIX y el de Videla a finales del siglo pasado. En ambos casos, el ciclo ascendente de los commodities no fue aprovechado para fomentar el empleo y redistribuir ingresos como en tiempos de populismo, sino que fue utilizado para fomentar el ingreso de capitales especulativos, generando un breve auge económico entre las clases altas y medias. La bajante del ciclo dio lugar a una masiva fuga de capitales que terminó en profundas crisis económicas que incluyeron la quiebra del sistema financiero, un masivo empobrecimiento de la población y un abultado endeudamiento externo dejado como herencia a pagar por los futuros gobiernos.

En materia de calidad institucional, el índice de Ocampo parece indicar que gobiernos democráticos como los de Juan Perón o Cristina Kirchner se encuentran por debajo de gobiernos ungidos de fraudes electorales o golpes militares, que cerraron el Congreso, prohibieron la actividad política y sindical, y hasta conformaron campos de concentración para el asesinato masivo de la población. Semejante concepción de “calidad institucional” es construida a partir de la combinación de otros dos índices: de “libertad de expresión” de una organización no gubernamental, Freedom House, con sede en Washington, y de “libertad económica” del centro de ideas neoliberales canadiense, Fraser Institute. La proliferación de este tipo de indicadores numéricos para esconder posiciones ideológicas conservadoras marca una nueva tendencia en materia de ejercicio del poder global por parte de las potencias: “Para los actores internacionales que tratan de ejercer influencia en las relaciones interestatales, la información es una herramienta política potencialmente poderosa, especialmente cuando toma la forma sencilla de entender de clasificaciones o puntuaciones (...); una vez que los tomadores de decisiones se dan cuenta de que están siendo vigilados pueden cambiar sus prioridades para satisfacer las expectativas externas (...) generadas mediante indicadores numéricos comparables que trazan una línea de comportamiento socialmente aceptable. Tales líneas pueden estimular la movilización nacional en torno de un tema, planteando demandas de cambio de políticas” [Kelley y Simmons (2014), “Indicators As Social Pressure in International Relations”, American Journal of Political Science].

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