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Domingo, 4 de enero de 2004

AGRO › EL G 20 SE PLANTA FRENTE A LOS MAS PODEROSOS

Guerra a los subsidios

Por Susana Diaz

Es sabido que las diferencias de poder entre los países también se reflejan en las instituciones supranacionales por ellos creadas. En algunos casos las diferencias de influencia llegan a extremos tales que la decodificación discursiva se vuelve ociosa. Una de estas situaciones de intrínseca injusticia la constituyó, al interior de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la llamada “cláusula de paz” en materia de subsidios agrícolas, el mecanismo ideado por Estados Unidos y Europa para excluir del debate del “libre comercio” los millonarios subsidios que continúan beneficiando a sus ineficientes (en términos de la productividad media internacional) productores locales. Esta cláusula fue incluso anterior al propio surgimiento de la OMC, pues data de la ronda Uruguay del GATT en 1994, por lo que bien puede afirmarse que la OMC nació desigual. Pero aunque el problema de los subsidios permanecerá en el centro de las discusiones comerciales internacionales, el artilugio de la “cláusula de paz” llegó a su fin el pasado 31 de diciembre. La última reunión ministerial de la Organización en Cancún selló su suerte. La fuerte decisión política del variable Grupo de los 20 países exportadores agrícolas, que integran entre otros los miembros del Mercosur, terminó con la pretensión de los países centrales de prorrogar la cláusula, una gestión que habían iniciado en la ronda de Doha, Qatar, en 2001.
A partir del 1 de enero de 2004 se abrió entonces un nuevo desafío. Conseguir que los países subsidiadores respeten los principios que ellos mismos impulsan cuando se trata de otros productos en los que se sienten competitivamente seguros. Y el camino es la propia OMC a través de una avalancha de solicitudes de paneles contra los subsidios, una situación que seguramente podría comprometer las bases que sustentan a la Organización, pues a diferencia de los países que compraron el discurso oficial de la OMC, las economías centrales, como lo han demostrado en su experiencia histórica, saben que mantener sectores estratégicos requiere, a veces, de una buena dosis de proteccionismo.
De acuerdo a un estudio económico de la Cancillería argentina, las políticas proteccionistas amparadas por la cláusula “determinaron que el subsidio implícito en el ingreso del productor trepará a casi el 50 por ciento, lo que implica una significativa diferencia entre el ingreso bruto del productor y los precios internacionales”.
En cualquier caso, resulta poco probable esperar una avalancha de reclamos. Según fuentes del Palacio San Martín, “la decisión de accionar dependerá en gran medida de una evaluación profesional y técnica, para lo cual el acompañamiento de los sectores privados involucrados, así como la posibilidad de generar alianzas con otros miembros de la OMC, interesados, serán elementos determinantes a la hora de tomar la decisión que mejor se ajuste a la defensa de los intereses de nuestro país”. En otras palabras, el esfuerzo de negociación y la claridad de metas dentro del Grupo de los 20 deberá ser lo suficientemente fuerte como para enfrentar la infinita capacidad de disuasión de los más poderosos.

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