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Domingo, 20 de junio de 2004

AGRO › LOS ACTORES DE LA EXPANSIóN DE LA FRONTERA AGRíCOLA

El campo Sociedad Anónima

Por Susana Diaz

Aunque no fue su primera aparición, los fondos de inversión agraria se consolidaron en la década del 90. La devaluación de principios de 2002 dio lugar a un nuevo cambio cualitativo. Muchos capitales que se valorizaban en el sector financiero vieron en el agro una posibilidad cierta de inversión. Las perspectivas de rentabilidad eran incluso superiores a las que obtenían en su negocio tradicional. En este desembarco se hallan las causas de la significativa expansión de la frontera agrícola.
Dicho de otra manera, la participación de este capital, nacional y del exterior, constituye un cambio en las formas de regulación al interior del subsistema agropecuario. Las figuras del chacarero o del gran terrateniente están acompañadas ahora por un nuevo actor social, por “seres inmortales”, las sociedades anónimas que volvieron intrincada la identificación de la propiedad territorial con las personas físicas. Las épocas en que existían familias con tenencias de más de 1 millón de hectáreas, como los Bemberg, o cercanas al millón, como los Anchorena, pertenecen al pasado. Hoy la principal propietaria de tierras del país no es una persona o una familia, sino una sociedad, Cresud, que posee cerca de medio millón de hectáreas distribuidas en el centro y norte del país. El más mediático de los jeques locales de la soja controla alrededor de 100 mil hectáreas, pero también a través de sociedades anónimas como la firma Los Grobo.
El cambio introducido por estas sociedades no es sólo formal, implica también una mayor profesionalización de la gestión, dato que está en la raíz de la rápida adaptación del agro local a los cambios tecnológicos y a las demandas de mayor escalas de producción. En sus primeras etapas las sociedades crecen a través de los arrendamientos, pero con el tiempo van controlando en forma directa cada vez más territorio.
Otra de las formas de valorización empleada por los fondos y las grandes firmas agropecuarias es la compraventa de campos. La estrategia consiste en adquirir tierras en distintas zonas de la frontera agrícola y valorizarlas a través de la puesta en producción. Pero no se trata de una actividad meramente inmobiliaria. El dato novedoso no es este proceso, empleado desde siempre, sino que las nuevas tecnologías, biotecnología más siembra directa, permiten la puesta en producción de regiones antes baldías o dedicadas a distintas formas de ganadería extensiva. Otro dato es el empleo del riego en regiones áridas, sumado a la agricultura de precisión; esto es, la aplicación selectiva tanto del riego como de la fertilización a través de sofisticadas técnicas informáticas y de posicionamiento satelital. La visión de estos nuevos conquistadores está en descubrir campos aptos para la reconversión. Y este descubrimiento, cuando hay tantos ojos puestos en el mismo negocio, no siempre es tarea fácil. El resultado, hasta ahora, ha sido la continua extensión de la frontera agrícola, que en la Argentina está lejos de haber sido completada. Adicionalmente, se produce un desplazamiento de las viejas tecnologías y también de la agricultura sobre la ganadería extensiva. Dentro de no muchos años, la ganadería de pasturas habrá sido reemplazada por la de corral, modalidad que todavía despierta gran resistencia entre los productores locales.

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