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Domingo, 16 de mayo de 2004

CONTADO

Desaceleración

Por Marcelo Zlotogwiazda

A los que creían que el default había desconectado por completo a la Argentina del mundo financiero, las turbulencias de los últimos días les actualizó el panorama. Aunque en magnitudes ínfimas si se las compara con el frenético ritmo de entrada y salida de capitales de la convertibilidad, la city porteña paulatinamente había vuelto a recibir flujos de dinero especulativo, en particular asociados a fondos repartidos en mercados emergentes en general, de los cuales al país le estaba llegando un monto pequeño pero suficiente para hacerlo sensible a volatilidades exógenas como las de esta semana. No obstante, el impacto sobre activos financieros como acciones o títulos públicos no es lo que debería preocupar en forma prioritaria. En eso fue sincero el ministro Lavagna cuando minimizó el contagio que el aumento en la tasa de interés en los Estados Unidos puede llegar a tener sobre la economía local con el argumento de que el país no está recurriendo a financiamiento externo. Lo que no trasmitió es la intranquilidad que despierta lo que sucede en Brasil y los temores a las repercusiones sobre la economía real.
Básicamente, un retroceso en Brasil afectaría el comercio bilateral, volcando hacia aquí más excedentes y limitando sus compras. Mucho más, si la crisis viene acompañada de una devaluación relativa del real frente al peso. Paradójicamente, para la Argentina puede haber una parcial compensación: tal como se verificó en los últimos días, el aumento del dólar en la plaza local mejoró la competitividad con todo el resto del mundo a excepción de Brasil.
El cimbronazo de estos días en Brasil se suma a una serie de elementos que aparecieron en las últimas semanas tanto en la economía global como doméstica, y que tienen como común denominador que achatan las expectativas que había sobre el crecimiento del PBI para todo el año. Recordemos, Economía había comenzado estimando una tasa de 4 por ciento, que luego elevó al 5,5 y desde entonces no se alteró. Pero tanto el Banco Central como casi todos los estudios privados venían vaticinando una expansión superior al 7 por ciento.
Para ejemplificar resumidamente la forma en que podría afectar el efecto caipirinha, se puede citar el caso de una consultora que proyecto un alza del 7 por ciento para el PBI con la condición de que Brasil creciera un 3 por ciento, meta que a esta altura es poco probable que el gobierno de Lula pueda alcanzar si sigue empecinado en extremar su ortodoxia, apostando a comprar la confianza del establishment financiero y a recrear el ansiado círculo virtuoso. Con las diferencias del caso (fundamentalmente la flexibilidad del real versus la rigidez de la convertibilidad), en algún sentido el Brasil del 2004 se asemeja a la Argentina del 2001.
Así como hasta hace un mes predominaba aquí un elevado optimismo, desde entonces hay datos concretos y algunos indicios que amortiguaron los ánimos. El golpe que podría asestar Brasil sobre el nivel de actividad local es apenas el último de esos elementos.
Ya hace tiempo que asomaba como problema la crisis energética, aunque recién a partir de abril se comenzó a tomar conciencia de su verdadero alcance. Admitiendo lo difícil que resulta cuantificarlo, tanto en ámbitos oficiales como en consultoras privadas coinciden en que la escasez de energía restará no menos de 1 punto porcentual al crecimiento anual de la economía. Algunos recuerdan que el racionamiento que sufrió Brasil hace tres años le costó más del doble que eso.
Por una elemental razón de intensidad en su uso, la restricción energética está castigando primordialmente a la actividad fabril. El equipo de Lavagna ya cuenta con números provisorios que así lo confirman.De acuerdo con información a la que accedió esta columna, el Estimador Mensual Industrial del mes de abril arrojará una variación negativa respecto del mes anterior; y hay serias sospechas de que lo mismo sucedería este mes con ese indicador. Entre los sectores que registran caídas se encuentran los despachos de cemento, la producción automotriz y la siderurgia, que no casualmente son tres industrias muy intensivas en energía.
En la provincia de Buenos Aires, más de la mitad de las industrias ya sufrió restricciones, entre las que no faltan firmas líderes como Quilmes, Monsanto y Bayer. La alarma impulsó al gobernador Solá a reclamarle al gobierno nacional que se declare la emergencia energética con el fin de que se pueda aplicar el racionamiento con criterios de interés general aunque no necesariamente contractuales.
A los elementos ya señalados se podría añadir algunas proyecciones que indican una reversión en la tendencia espectacularmente ascendente que tuvo el precio de la soja, aunque hay quienes relativizan el vaticinio.
De todas maneras, gracias al resultado del primer trimestre y a un tecnicismo denominado arrastre estadístico, difícilmente el PBI del 2004 no supere en al menos un 6 por ciento al del año anterior. Pero eso no quita que, por ahora en voz baja, en los pasillos de Economía se escucha con frecuencia hablar de que se está ingresando a pleno en una etapa de desaceleración.

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