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Martes, 6 de octubre de 2009

TEATRO › LOS RESPONSABLES DE OBRA LUMíNICA, LA MUESTRA QUE ABRE HOY EL FIBA

“Creamos la ilusión de que el espectador arma la obra”

El coordinador Alejandro Le Roux y las artistas plásticas Silvia Maldini y Bettina Sara hablan de la singular puesta que inaugura el VII Festival Internacional de Buenos Aires: “Nuestra experiencia nos dice que es posible crear un espacio mágico”.

 Por Hilda Cabrera

Los efectos de contraluz en el crepúsculo y los de luz reflejada en un día de lluvia son fenómenos de la naturaleza que todos conocen. Diferentes son los que obtienen los artistas que trabajan con la luz y hacen de ésta su lenguaje en la muestra Obra lumínica que abre hoy la programación del VII Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que finaliza el domingo 18. Dispuestos a ofrecer un espectáculo “con la dinámica de una galería de arte, donde cada espectador decide cuánto tiempo le dedica a cada una de las obras allí expuestas”, participan técnicos de salas independientes y diseñadores de iluminación, coordinados por Alejandro Le Roux, quien –en diálogo con Página/12, junto a las artistas plásticas Silvia Maldini y Bettina Sara– aclara que “la intención es salir de la obra de teatro y pensar la iluminación desde otros parámetros”. Esto significa “no asociar la muestra con un hecho dramático”, aun cuando en conjunto sea expresión de dudas personales y reflexiones acerca de qué es la luz y qué el elemento que se muestra, cómo se construye y en qué formato se define. “Reflexiones todas que exceden el trabajo que hacemos habitualmente para las obras de teatro o danza”, puntualiza Le Roux.

–¿De qué manera influye el lugar utilizado para la muestra, en este caso el teatro La Carbonera?

Silvia Maldini: –Las obras ocupan todo el teatro y no solamente el escenario. Esto da idea de apertura dentro del FIBA, de nuestro interés por no querer mostrar el teatro como un género encerrado en sí mismo, sino cruzado por distintas disciplinas, como el audiovisual y las nuevas tecnologías. También es el lugar de expresión de los diseñadores y artistas plásticos que generan “hechos lumínicos” fuera del escenario.

–¿Cómo organizan el tiempo?

Bettina Sara: –Una característica de este trabajo es que el tiempo es personal, lo elige el espectador. El decide cuándo entra y cuándo sale.

Alejandro Le Roux: –Ese tiempo depende de cómo explore y qué descubra.

–¿Pretenden trazar un recorrido sensible y racional?

A. L. R.: –Ojalá sea así, como lo es para nosotros.

S. M.: –Nuestra experiencia nos dice que es posible crear un espacio mágico.

B. S.: –Mágico es para mí el encuentro que se produce entre las obras. La mecánica es que cada uno construya su obra para luego realizar el montaje. En este sentido se parece al teatro.

–¿Cuál es el punto de partida? ¿Es semejante en unos y otros?

S. M.: –No, es muy diferente, aunque todos investigamos la luz. Hace tiempo que me pregunto qué es la luz y entre las respuestas que obtuve hallé algo muy básico. Me remonté a Leonardo Da Vinci, quien a mediados del siglo XV describió de manera completa un invento mucho más antiguo, la cámara oscura, base de la fotografía. Empecé trabajando con eso, capturando la luz natural desde un orificio. Me arriesgué a la luz natural y continué en esa línea, pero poniéndole algo de tecnología. Ahora pasé a la sombra. Mi obra es parecida a un teatrito de sombras en miniatura, pero un “teatrito interactivo”, porque tiene un sistema de sensores que produce un cambio de luces cuando alguien se coloca delante. Por ser ésta una presentación dentro del FIBA, me gustó darle un carácter más relacionado con el teatro.

–¿Se necesitan ayudantes para construir estas obras?

S. M.: –Algunos trabajamos con realizadores. Yo necesité de una persona especializada para armar y programar un sistema de sensores.

–¿Cómo incide el espectador en la obra interactiva? ¿Las modificaciones que produce son predecibles?

S. M.: –La obra es abierta, pero las variables no son infinitas. Lo que se hace es crear la ilusión de que cada espectador arma la obra.

A. L. R.: –Este es el tercer año de experiencia lumínica, y siempre fue distinta. En las dos primeras me pregunté por la reflexión, por la relación entre iluminación y color de la luz, y lo que producía la iluminación de dos artefactos que, claramente, indicaban frío y calor. Este año recurrí también a un realizador para obtener un objeto que comporta luz y que en el mejor de los casos –si sale bien– va a hacer pensar sobre lo inmaterial de la luz, sobre la condición de que la luz es visible solamente a través de los objetos que la interceptan. Para esto utilizo un dispositivo que lanza vapor, y una luz que se verá o no, según si el vapor sale o no, o se dispersa en el aire.

–¿Sería una confrontación entre el objeto y la luz?

A. L. R.: –Diría que entre los objetos y los fenómenos que modifican a la luz. En definitiva, ésta es mi tarea de todos los días como diseñador de iluminación. Hace quince años que trabajo para espectáculos.

B. S.: –El punto de partida de mi obra fue el reciclado de unos cables encontrados en los teatros. Los tejí a dos agujas y construí formas planas. Ese tejido es el soporte de unas lamparitas. Hice esta obra con la colaboración de un compañero del grupo. Mezclamos ese tejido con el trabajo de investigación sobre la luz, con un clavel del aire y una hiedra, tomando la idea de la luz como parásito. Es una forma de responder a mi interés por saber de dónde proviene la energía.

–La hiedra y el clavel del aire son parásitos naturales. ¿Cómo resuelve esa condición en este trabajo?

B. S.: –Colocamos unas celditas solares en la terminación de los cables para captar la luz natural y apropiarnos de la energía de las otras obras expuestas.

–¿Cómo fue la experiencia en las presentaciones de 2007 y 2008 de Obra lumínica?

S. M.: –Produjo sorpresa y, para nosotros, nuevos descubrimientos. Yo seguí profundizando en la relación sombra e inconsciente, en el juego que se da entre las zonas de luz y de sombra.

–Cuando utilizan objetos, ¿pretenden que se los considere como algo vivo?

A. L. R.: –Digo objeto por ser algo en construcción, pero podría llamarlo diseño. No es un ready made, un objeto que ha cumplido una función y que uno encuentra y modifica. El objeto, la obra o el diseño van a tener su forma característica. Esto no obsta que pueda interesar algo que ya esté construido. La totalidad de los objetos es además motivo de un trabajo de curaduría, de disposición de las obras y búsqueda del mejor recorrido para la persona que ingresa a La Carbonera.

B. S.: –Es también el momento en que se sabe cuál es el límite (por la invasión de la “obra parásito”) entre los trabajos expuestos.

A. L. R.: –Me gustaría que la gente no viera esta experiencia como un hecho extraño, sino como un desprendimiento de la actividad diaria de cada uno de los que integramos esta muestra, sólo que esta vez la desarrollamos en un campo específico.

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“Nos gustaría que la gente no viera esto como un hecho extraño, sino como un desprendimiento de nuestra actividad diaria.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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