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Viernes, 25 de mayo de 2012

TEATRO › MARIANO MORO ES AUTOR DE CUATRO OBRAS EN CARTEL

Ceremonias de inclusión

En casi todas las obras del dramaturgo está presente su pasión por la buena lectura. “Hago todo el esfuerzo para que el público se enganche con la propuesta”, afirma el autor de La suplente, Azucena en cautiverio, Jesucristo y Porque soy psicóloga.

 Por Cecilia Hopkins

En La suplente, obra de Mariano Moro, una profesora de literatura española da rienda suelta a sus rencores y pasiones al tiempo que, sin proponérselo, realiza un recital de sus autores predilectos. Varias veces premiado en el país y en el exterior, este unipersonal que desde hace once años interpreta la excelente María Rosa Frega, bajo la conducción del propio autor, tiene hoy segundas partes en Azucena en cautiverio, recientemente estrenada. Allí se describe la relación –literaria– que entablan la docente de marras y el psiquiatra (a cargo de Mariano Mazzei) de la institución donde la mujer está internada. Allí llegó tras la crisis emocional que sufrió frente a su alumnado, situación que cierra la primera de las obras mencionadas. Ambos espectáculos pueden verse en el Teatro Molière (Balcarce 682).

Si bien nunca ejerció, Moro se recibió de psicólogo. Con el tiempo comprendió que hubiese querido dedicarse a estudiar letras y trabajar como profesor de literatura, según manifiesta el autor y director en conversación con Página/12. No es difícil creerle, ya que en la mayor parte de sus obras está presente su pasión por la buena lectura, además del placer de divertir enseñando. Si en Quien lo probó lo sabe Moro se había centrado en la vida y la obra de Lope de Vega, en La suplente elaboró un delirante entramado que reúne a Cervantes, Sor Juana y Calderón, entre muchos otros autores, en tanto que en Azucena... se propuso ofrecer un atractivo recorrido por el teatro universal, junto a textos de Lorca, Zorrilla, Lope y Strindberg... sin dejar de lado a la revista porteña.

“Busco poner a la literatura en situación dramática y busco que el teatro signifique un momento grato para el espectador”, resume Moro, para quien es impensable que a esta altura de la civilización algún autor pretenda ser original. El dramaturgo advierte que, después de tantos milenios de cultura, no se puede inventar nada, sino tomar lo que ya fue hecho por otros y reformularlo según la propia sensibilidad. Escribir teatro a partir de la necesidad de hacer reír es otra de las motivaciones del prolífico autor, quien acaba de estrenar otro unipersonal, Porque soy psicóloga, esta vez a cargo de Merceditas Elordi, en el Taller del Angel (Mario Bravo 1239). Se trata de un monólogo que muestra a una psicóloga “en su propio análisis, en su peor momento”. No obstante su apego a la literatura y el humor, Moro hizo una excepción con Jesucristo, otro de sus estrenos recientes (ver recuadro).

–Muchas de sus obras parecen ir a contrapelo de lo que usualmente se ve en teatro...

–Sí, es posible, pero me sale así. De todas formas, como no me gusta hacer teatro para mí solo, hago todo el esfuerzo para que el público se enganche con la propuesta. Por eso busco la forma para lograr que el espectador disfrute con lo que a mí me gusta, cada uno según su cultura, su mundo espiritual y sus intereses personales. Creo que el teatro es una ceremonia de inclusión y es por eso que intento que todos participen.

–¿No es un impedimento que la lectura no sea una actividad que goza de popularidad?

–Hoy la gente no lee ni que la maten. Pero pienso en el teatro de Lope. En sus textos aparecen palabras que vienen del latín o del italiano y, sin embargo, a pesar de haber tenido un público de analfabetos, fue un autor profundamente popular. ¿Por qué tenemos que ser menos nosotros? Veo que, si la gente usa veinte palabras, entonces las obras de teatro usan sólo doce. Me parece que el teatro se alejó de la literatura.

–Considerará que hay excepciones...

–Sí, ésta es una generalización, porque hay buenos autores, también. Pero desde que el teatro se plantea diferentes búsquedas me parece que la calidad literaria quedó relegada. Tengo interés en la tradición clásica y veo, de parte de muchos autores, prejuicio y falta de formación.

–¿Qué pasa con los actores?

–Algo que estaba muy presente en la tradición clásica era que el actor debía hablar correctamente. Hoy, en cambio, busca trabajar sobre el cuerpo, sobre la necesidad de ser verdadero, y con esto fue dejando de lado lo que tiene que ver con la palabra. Cuando voy al teatro, no puedo evitar hacer una evaluación de la calidad literaria del texto que estoy escuchando y cómo se dice.

–¿El teatro siempre debe ser un momento grato?

–Sí, porque hay que considerar que la gente le entrega a uno su tiempo y esto para mí es sagrado. Por eso tengo que tener la cortesía de ofrecerle lo mejor. El teatro es una ceremonia que todos debemos disfrutar.

* La suplente, Teatro Molière (Balcarce 682), viernes a las 20.30. Azucena en cautiverio, Teatro Molière, sábados a las 20.30. Jesucristo, Teatro del Pueblo (Roque Sáenz Peña 943), domingos a las 18. Porque soy psicóloga, Taller del Angel (Mario Bravo 1239), domingos a las 18.30.

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“Me parece que el teatro se alejó de la literatura”, afirma Mariano Moro.
Imagen: Rafael Yohai
 
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