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Viernes, 25 de mayo de 2012

CULTURA › LA EXPO 2012 YEOSU KOREA, UN EVENTO MUNDIAL CON PRESENCIA ARGENTINA

El océano también se salva con tangos

El encuentro en la ciudad costera apunta a una de las mayores preocupaciones ecológicas. El pabellón argentino sirve para dar cuenta de las expresiones culturales, pero también para dar otro espacio al reclamo por Malvinas.

 Por Eduardo Fabregat

Desde Yeosu

Es uno de esos monstruos que a primera vista abruman, pero que con el correr de las horas va pareciendo menos atemorizador, hasta que el visitante empieza a encontrar el modo de orientarse y explorarlo. No es fácil: aunque abunda la señalética, la enormidad del asunto y la comprobación de que el inglés no es una lengua tan universal como parece hace que el recorrido se complique. Porque el tal recorrido está jalonado de algo perfectamente comprensible para los locales, pero que para un argentino es un jeroglífico que sólo resulta familiar como esa parte del manual de instrucciones de un aparato electrónico que jamás se lee: dibujitos hasta simpáticos, sí, pero inescrutables. Bienvenidos a la Expo 2012 Yeosu Korea. Que, al rato de escuchar gente hablando en jeroglíficos por todos lados, es como decir “Bienvenidos a Saturno”.

El encuentro que comenzó el pasado 12 de mayo y seguirá hasta el 12 de agosto continúa la tradición iniciada en Londres en 1851 y continuada por Filadelfia (1876), París (1878 y 1889), Bélgica (1885 y 1958), Chicago (1893), Osaka (1970) y Shangai (2010). Y el acostumbrado cruce entre ciencia, tecnología y artes puso el foco este año en una preocupación comprensible para un país dependiente de la salud de sus mares como Corea, pero que en rigor es hoy un fantasma que recorre el mundo. Bajo el lema “The living ocean and coast” (“El océano y la costa vivientes”), la Expo propone alimentar el debate sobre lo que la humanidad está haciendo con sus océanos, y las posibles salidas a un futuro que no pinta demasiado auspicioso. El lugar es ciertamente adecuado: al sur de Corea del Sur, Yeosu es una ciudad costera rodeada de islas, que vive el evento no sólo como una declaración de principios, sino también como un empujón considerable a su pretensión de convertirse en polo turístico.

Ya habrá tiempo para extenderse sobre el modo en que los coreanos implementan esa idea de convocar a un debate mundial sobre la salud de los océanos, pero la exposición es también espacio para 104 países invitados que dan su punto de vista y sirven de plataforma para el intercambio cultural. Y entre ellos, claro, está la Argentina, representada por un pabellón (llamarlo “stand” sería demasiado reduccionista) diseñado en curvas azules y con una rampa que lleva al visitante en un recorrido que, mediante varias pantallas táctiles, da cuenta del obvio interés en el lema de la muestra de parte de un país con semejante frente marítimo. El sitio, para el cual aunaron esfuerzos la Secretaría de Cultura de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el de Agricultura, Ganadería y Pesca, el de Desarrollo Social y el Instituto Antártico Argentino, tiene también un peso estratégico en un momento geopolítico caliente: en un lugar predominante, una gran pantalla se dedica exclusivamente a informar al visitante sobre el reclamo argentino por la ocupación británica de las islas Malvinas.

Como es natural, las actividades exceden largamente lo descriptivo. La crónica fascinación de los orientales con el género porteño por antonomasia exime de mayores explicaciones a la presencia de parejas de bailarines de tango que se llevan varias ovaciones a lo largo del día, y un desfile de visitantes que se quiere llevar una foto de recuerdo. “Es algo impresionante, que te llena de satisfacción”, dicen Jorge Damián Mariño y Sara Parnigoni, campeones metropolitanos de Tango Salón en 2009 que llevan siete años gastando pistas juntos. “Es cierto que es un público muy diferente, pero se produce una comunicación que supera todas las diferencias. Al fin y al cabo todos tenemos alma, y la música y el baile te tocan ahí”, señalan. Como los demás bailarines, la pareja sabe que los asistentes a la Expo buscan también la espectacularidad, y por eso se ven más rutinas de escenario y un par de escenas con recarga dramática que disparan reacciones inmediatas. Y se dan cruces que rinden a todo el que entra al pabellón, como sucedió cuando los giros no se daban con tangos grabados, sino con las actuaciones en vivo de La Chicana y Alfredo Piro, que junto al guitarrista Carlos Filipo y el percusionista Jerónimo Peña está haciendo en estos días dos actuaciones diarias con un repertorio que escapa al molde for export.

Mientras la Expo cobra ritmo de alta temporada y se ven largas colas en los pabellones oficiales, los auditorios y el imponente acuario, hoy será un día especial para los argentos lanzados a la aventura de Yeosu. En el National Day de la Argentina, el escenario mayor del Expo Hall presentará a Iñaki Urlezaga y un cuerpo de 19 bailarines para el show Aires de tango, como acto central de una serie de homenajes por el 25 de Mayo, que continuará con otra presentación del notable bailarín a la tarde en el pabellón argentino. Y que, según comentan con entusiasmo los responsables de sitios vecinos (como en el mapa, Uruguay está ahí nomás, cruzando un ancho pasillo), tendrá su digno colofón por la noche, cuando sudamericanos y representantes de países de todo el mundo se junten en ese contexto de futuristas líneas azules que se encienden y se apagan para un festejo menos formal, y del que nadie se atreve a vaticinar una hora de despedida. Aun del otro lado del mundo y rodeados por jeroglíficos, hay costumbres que no se pierden.

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La pareja de Jorge Damián Mariño y Sara Parnigoni y Alfredo Piro: cruces que rinden a los visitantes.
 
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