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Domingo, 7 de octubre de 2012

TEATRO › LA VIGENCIA Y LOS SIGNIFICADOS ACTUALES DE JETTATORE...!

“Es fácil hacer un jettatore, pero rehabilitarse es imposible”

La puesta que Agustín Alezzo montó en el Cervantes del clásico de Gregorio de Laferrère hace brillar a un elenco que combina sabiamente madurez y juventud... y que se presta a un sabroso intercambio de razonamientos sobre la “mufa” argentina.

 Por Emilia Erbetta

“Agustín nos habló mucho del cine mudo, de que tengamos un ritmo y de la estética de cine mudo, que es más impresionista.”
Imagen: Guadalupe Lombardo.

Once actores y actrices, juntos alrededor de una mesa dos horas antes de subir al escenario, funcionan como casi cualquier grupo: a los gritos. No hay grabador que alcance para captar la ebullición de la conversación sobre la que se desplazan los integrantes del elenco de Jettatore...!, el clásico de Gregorio de Laferrère que dirige Agustín Alezzo y que todos ellos ponen en escena (junto a Mario Alarcón y Lidia Catalano) en el Teatro Nacional Cervantes. El elenco es, además, un mosaico de edades y trayectorias, lo que convierte a la entrevista en un ida y vuelta de anécdotas que involucran a actores reconocidos de la historia de la televisión, listas negras y “yetas” históricos.

Jettatore...! cuenta la historia de Don Lucas (Alarcón), al que dos enamorados (Lucía y Carlos, interpretados por Malena Figó y Hernán Muñoa) le cuelgan la fama de mufa para que no se les meta en el medio con una propuesta de matrimonio que los padres de ella (Catalano y Aldo Barbero) ya aceptaron. En la trampa los ayudan Enrique (Francisco Prim), que se hace pasar por médico para darle aval científico a la “jettatura”, y Leonor y Luis, dos amigos de la familia que interpretan María Figueras y Federico Tombetti. El elenco se completa con Claudio Da Passano y Magalí Meliá como el jugador cabulero Pepito y la ingenua Elvira, Néstor Ducó como Yuco y Angela Ragno y Miguel Moyano como los criados de la casa de Angela y Manuel. Sí, trece en total: un chiste de Laferrère.

Esta fue la primera obra del autor de Las de Barranco (1908) y la historia dice que la escribió como parte de una apuesta: quería demostrar que podía escribir una obra tan buena como las que estaban en cartel en ese momento. Parte de la misma clase social de la que se burla en Jettatore...! –la familia respetable de Buenos Aires termina en una escena ridícula, envuelta en la superstición y Don Lucas convencido de sus poderes magnéticos–, Laferrère fue miembro de la Legislatura provincial de Buenos Aires y diputado nacional entre 1898 y 1908. Ganó la apuesta: la obra, que estrenó la compañía Podestá, fue un éxito y en 1938 hasta tuvo una versión cinematográfica. El, además, terminó dándole nombre a una de las localidades más densamente pobladas del conurbano bonaerense.

–¿Cómo trabajaron un texto de principios del siglo pasado?

Prim: –A mí lo primero que me sorprendió, al pasar de leer a ver la puesta, fue cómo se plasma el espíritu de la comedia, porque cuando leés la obra no le encontrás tanta comicidad como cuando la ves puesta. Y seguramente en eso está la mano de Alezzo, el ojo y la experiencia en ver cómo poner cada escena. Jettatore...! no es un texto cómico a la primera lectura, pero cuando empezás a encontrar la dinámica de la acción en la puesta es muy impresionante, porque nos hemos reído y no seguimos riendo aún hoy... y la gente se ríe durante toda la obra.

Muñoa: –Así nos la planteó Agustín, como una comedia de situación, casi como la primera sitcom o el primer vodevil argentino.

Figueras: –Nos habló mucho del cine mudo, de que tengamos un ritmo y la estética de cine mudo, que es más impresionista, no tan cotidiana. Eso es lo que pasa en Jettatore...!, La acción va para adelante, no se detiene en cosas cotidianas.

Tombetti: –Por eso Agustín puso mucho hincapié en que tengamos rapidez, aunque nos pisemos los textos.

Las brujas no existen, pero...

Se puede ser mal actor, peor compañero, pero no se puede ser yeta. Lo demostró la vedette Marixa Balli, que en estos días circuló por algunos programas de televisión quejándose porque le habrían arruinado la carrera cuando alguien dejó correr el rumor de que era mufa. También en la política hubo y hay jettatores: así le decían a José Figueroa Alcorta, y Carlos Menem y el chileno Sebastián Piñera cargan con la misma fama incomprobable. “En la obra un personaje dice que es muy fácil hacer un jettatore, pero una vez hecho, la rehabilitación es imposible”, marca Figueras. “Si odiás a alguien, correr la bola de que es yeta es lo peor que podés hacerle”. Prim les recuerda a todos que también en el teatro hay palabras que no se pueden nombrar porque traen mala suerte. Mientras tanto, con la mano imita el gesto zigzagueante de un reptil con muy mala fama. “¡Y hay artistas innombrables!”, se encima Ducó, que pide permiso para contar una anécdota: “Una vez estaba en una grabación, y había una chica de estas que son amigas de actores. Cuando yo entré al estudio justo se cortó el tape y ella empezó a gritar ¡Ducó sos mufa! A Ignacio Quiroz, que estaba ahí, le agarró un ataque y la sacó del estudio, porque sabía que para un actor es terrible que se diga eso, porque no te llaman nunca más para trabajar”.

Barbero, que alguna vez le puso la voz a Clint Eastwood en la versión doblada de la serie Cuero Crudo (1963), se suma al anecdotario y recuerda que dos amigos suyos pagaron con sus carreras la fama de yetas: “La creación del jettatore se debe en general a razones económicas o artísticas de alguien al que le va muy bien. Esto yo lo viví personalmente con dos cantantes, a quienes como les iba muy bien les pusieron el mote de mufa. Tal es así que a uno, de apellido Roca, para no nombrarlo le decían piedra, Elio Piedra, para sacarlo de circulación. Lo mismo hicieron con Carlos Di Sarli, de quien llegaron a no pasar más discos en la radio. Y al mejor conductor de televisión que yo he visto, Roberto Maidana, lo liquidaron”. Al periodista de Canal 13 muchos periodistas lo llamaban en la privacidad Robert Mitchum.

–Jettatore es uno de los clásicos del teatro argentino, ¿a qué atribuyen su vigencia? ¿Qué la hace atractiva hoy?

Barbero: –La obra se mantiene porque está muy bien escrita. No solamente en cuanto a contenido, sino también los diálogos, que son difíciles de encontrar hoy. Además está la astucia y la inteligencia del director. Si analizamos las obras por antigüedad, todos nosotros hemos hecho obras del 1600, 1700, 1800 y son actuales y lo siguen siendo.

Prim: –La obra es muy popular, la puede entender cualquier persona, de cualquier edad, el tema es totalmente simple y eso es muy atractivo, porque hay determinadas obras que por ahí hay cierto público que no llega, ésta en cambio la puede entender un chico o un tipo grande.

Figó: –Yo creo que esto tiene mucha resonancia en la actualidad, porque desde la palabra se crea una mentira y todos terminan creyendo que esa mentira puede ser verdad, y justo ahora está en el país la discusión sobre los medios y la posibilidad de crear cosas y que la gente lo compre.

Da Passano: –Para llegar a serlo, el clásico necesita todo eso y algo más, que para mí es muy misterioso. Lo que me pasó fue que primero ensayamos, vino toda la diversión de conocer los personajes y un día estaba en mi casa leyendo la obra después de haber hablado un par de veces con Agustín, y vi una cosa muy actual, una cosa que repercute en lo que está pasando hoy en Argentina. Y eso es lo que necesita un clásico, que te pegue en un lugar que vos estás viviendo ahora, independientemente de cuándo haya sido escrita. Trasciende el tiempo y habla de nosotros. En este caso de un mecanismo, el que define cómo se difunden las cosas.

Miente, miente, que algo quedará: en Jettatore...! los mentirosos terminan creyendo su propio invento. “Por eso Alezzo siempre dice que la obra es el triunfo de la mentira”, recuerda Tombetti. La charla se desvía rápidamente, once personas discutiendo sobre las características de esa psicosis colectiva que se desata en la obra, y su correlato en la realidad (medios de comunicación, dictadura, los temas salen uno atrás del otro), y la entrevista desemboca en Angela Ragno, que pide contar un cuento, con una voz chiquita que no tiene nada que ver con la que saca –vaya uno a saber de dónde– cuando está arriba del escenario: “Es cortita, no les voy a quitar mucho tiempo”, empieza, haciéndose un lugar en la conversación. La fábula africana que evoca la actriz cuenta “la historia de un zorro que cazó un cabrito y cuando se dispone a comerlo escucha que los otros zorros están hambrientos. Entonces esconde su presa y les dice que vayan al pueblo, que allá están regalando cabritos. Se arma tal polvareda cuando todos los zorros se van, que el mentiroso termina pensando: ¿tanta polvareda por una mentira? Debe ser verdad”.

“Es que el mundo se maneja con rumores”, parecen coincidir todos. “Hoy se hace eso con la moral de las personas. Ahora quizás no se le dice yeta, pero se acusa de ladrón, de corrupto. El concepto de ‘jettatore’ se trasladó a la ética”, arriesga Angela. Barbero recoge el guante y recuerda cómo esa misma lógica cruel del rumor lo sacó de Canal Nueve, hace unas cuantas décadas, cuando encabezaba la “lista gris”, que dejaba a criterio del productor a qué actor se contrataba o no de acuerdo con sus inclinaciones políticas. “Yo tuve el honor de encabezar esa lista”, remata.

Maestros

Como buen clásico, Jettatore...! reclama una puesta que lo respete y lo renueve a la vez. Las dos cosas logra Alezzo cuando crea un espacio doméstico –toda la acción sucede en el living de la casa de esa familia que la que nunca se conoce el apellido– y le da múltiples salidas, gracias a unos paneles empapelados pero traslúcidos que funcionan como paredes y permiten que los actores entren y salgan por todo el escenario, dándole a la obra una vitalidad que refuerza el ritmo de vodevil que ya tiene el texto de Laferrère. “Si bien el vestuario es de época, el encuadre escenográfico que creó Alezzo, que de alguna manera evoca el señorío de las casas de aquella época, le da una dinámica que hace que la casa esté viva”, destaca Ragno.

“Nosotros contamos además con un jettatore que es una maravilla”, subraya Figueras. “Mario Alarcón es un actor maravilloso, que tiene un vuelo poético impresionante. Y en aquella época él hubiera sido un capocómico. Agustín ahí le dio en el blanco, él es exacto.” “Cualquiera de nosotros puede hacer agua, pero si Jettatore...! no tiene una buena función, se cae todo”, agrega Muñoa. Todos están de acuerdo en que uno de los fuertes de Alezzo es saber elegir a los actores: “Lo primero que busca es crear una buena convivencia, y tiene un ojo especial para elegir al actor para el papel que corresponde. El sabe a quién darle qué”, aporta Ragno. Malena Figó fue alumna de Alezzo durante muchos años y ésta es la primera vez que la dirige: “Es fantástico ver a un gran director aceptando que él se equivoca y no les echa la culpa a los actores. El respeto que siente por los actores es enorme y generoso”.

* Jettatore...! se presenta de jueves a domingo en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entradas desde 50 pesos.

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