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Martes, 14 de mayo de 2013

TEATRO › PIDEN UNA GESTIóN “MáS PARTICIPATIVA” DEL PROGRAMA BUENOS AIRES POLO CIRCO

Las artes circenses hacen malabares

Circo Abierto acusa a Gabriela Ricardes, directora del Polo Circo, de manejo privado de un predio público. Según el grupo, la funcionaria porteña sólo deja que accedan al predio los alumnos de una carrera que ella misma coordina.

 Por Daniela Rovina

“Defendemos el espacio público y la cultura para todos, los que la consumen y los que la hacemos”, postula Cora Alfiz, acróbata del grupo La Caravana e integrante de Circo Abierto. En este colectivo confluyen cerca de 500 actores y profesionales de las artes circenses con un mismo reclamo: una gestión “más participativa” del programa Buenos Aires Polo Circo, concentrado en el complejo de carpas de Garay y Combate de los Pozos. Hace dos años plasmaron su disconformidad a través de una carta presentada en el Ministerio de Cultura porteño y en la Defensoría del Pueblo. Respecto de la quinta edición del Festival Internacional Buenos Aires Polo Circo, que empezo el jueves pasado, los cirqueros insisten en el manejo “privado” del predio financiado con fondos públicos. “Lo que pasa con el Polo Circo no está separado de lo que ocurrió en la Sala Alberdi: la mercantilización de la cultura”, compara Alfiz en diálogo con Página/12.

La normativa del programa (Resolución Nº 423 - MCGC/09) se propone “reflejar las diversas manifestaciones culturales existentes en el ámbito público” con el fin de integrar a “los distintos sectores socioculturales” de la comunidad porteña. Sin embargo, desde su dictamen, Alfiz reconoce que poco se hizo en vías de acompañar “la novedad y emergencia de las artes del circo”. Entre los reclamos del escrito dirigido a la cartera de Hernán Lombardi hay uno todavía vigente y es el que se refiere a la escasa variedad de propuestas artísticas en la programación anual del polo y en particular a la del festival. Según Circo Abierto, el acceso a ese espacio de difusión, formación y capacitación está restringido a alumnos de la carera de Artes del Circo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, coordinada por Gabriela Ricardes, directora del Polo Circo y también titular del Complejo Cultural General San Martín, del que depende la Sala Alberdi. En la Untref, es además responsable de la creación y diseño curricular de la licenciatura que se dicta desde 2009 a través de un convenio entre esa casa de estudios y la escuela El Coreto (fundada por Ricardes), más el apoyo de la Embajada de Francia.

“Es un uso privado del espacio público. Apoyamos las instancias de enseñanza de circo públicas y gratuitas. Lo que reclamamos es que el uso de esas instalaciones sea abierto. Está mal que sólo ella use el espacio y los fondos”, remarca Alfiz. Ricardes desestima esas acusaciones: “Por el polo pasaron infinidad de espectáculos nacionales. Buenos Aires es de las ciudades que más circo programa en los distintos centros culturales barriales y teatros desde hace mucho tiempo”. Además, destaca que el polo no es el único espacio de difusión de espectáculos de este género, sino que también articula con otras usinas de arte porteñas, como los centros culturales Adán Buenosayres, Carlos Gardel, Recoleta y Julián Centeya.

El año pasado, algunos integrantes de Circo Abierto se reunieron con Ricardes para acercar posiciones. Cuenta Alfiz que, durante la charla, retomaron los reclamos de la misiva, aunque con pocas perspectivas de cambio: “Cuando pedimos que la gestión del programa fuera más participativa, Ricardes nos dijo que ya era democrática porque a ella la había puesto ahí un funcionario del gobierno elegido democráticamente, pero que no era participativo porque ella tomaba las decisiones”. A partir de esa reunión –reseña también la referente de Circo Abierto– se publicitaron “un poco más” las convocatorias, aunque no lo suficiente como para que repercutiera visiblemente en la programación de las ediciones siguientes.

Ricardes detalla que le llegaron 59 propuestas de compañías locales para integrar el Festival Internacional de Circo, que comenzó el jueves pasado y se extenderá hasta el próximo domingo. Asimismo, señala que el polo realiza llamados a lo largo del año, algunos en articulación con otros organismos, como Prodanza. “No hace falta una convocatoria especial, cualquiera puede acercar su material por fuera de los concursos”, explicó la titular del polo.

Este año el festival de circo más importante del país incluye en su programación 18 compañías (diez nacionales y ocho foráneas) y más de veinte espectáculos, entre los que aparecen algunos ya ofrecidos en el verano, como Ludus y La pista tango. Cinco de esos veinte shows pertenecen a una retrospectiva por el 15° aniversario de la Escuela de Circo La Arena, de Gerardo Hochman. Alfiz detalla que, de las catorce puestas locales programadas, cuatro –Ludus, La Pista tango, Shambalá y Salto Rodado– están “asociadas” a Ricardes. “Y suponemos que las cinco encuadradas en el homenaje a La Arena no fueron seleccionadas en un concurso. En total, ¿sólo cinco compañías de todo el país cumplieron con los requisitos de evaluación?”, cuestiona. Esos requisitos, asegura Ricardes, no son muchos: “Hay que llenar una planilla y dejar el material. A veces uno no es seleccionado; eso es parte del juego”.

En simultáneo, los cirqueros aspiran a mejorar sus condiciones laborales tanto a nivel metropolitano como nacional. No existe, hasta el momento, ninguna política pública o instancia formal (excepto el Programa Buenos Aires Polo Circo) que organice y avale a los trabajadores del rubro. En tren de subsanar el agujero legal, Circo Abierto “impulsa un proyecto en el Instituto Nacional del Teatro (INT) para que se reconozca la actividad como arte escénica y se pueda incluir, como la danza y el teatro, dentro de una línea de subsidio especial”. Otro paso para combatir esa “informalidad” lo dieron con la puesta en marcha de un proyecto de ley nacional que promueva y defienda las manifestaciones circenses de todo el país. El año pasado, los dos primeros Congresos Nacionales de Circo y Circo Social (uno en San Luis y el otro en Rosario) sirvieron de marco para contener al debate que recién comienza a tomar forma. A aquellos encuentros se sumó el Censo Nacional Circense que, entre 2011 y 2012, relevó a cerca de dos mil artistas, compañías, escuelas y espacios de circo de las 24 provincias. Los resultados de la encuesta, afirman, no sólo les permitirán proyectar la ley nacional, sino también obtener datos concretos sobre la población cirquera argentina.

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“Defendemos el espacio público y la cultura para todos”, plantea el colectivo Circo Abierto.
 
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