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Viernes, 19 de febrero de 2016

TEATRO › PRIMER AMOR, UN CICLO QUE INTEGRA DOS OBRAS PENSADAS PARA ADOLESCENTES

Un teatro para enamorar a los jóvenes

Según Maruja Bustamante y Mariano Tenconi Blanco, la combinación de Dios tenía algo guardado para nosotros y Lima Japón Bonsai busca romper con lugares comunes del entretenimiento. Conectan con la temática: el primer amor y su energía desmedida, trágica.

 Por María Daniela Yaccar

Primer Amor es un programa teatral cuyo nombre juega con dos cuestiones: las dos obras que lo integran tienen que ver, respecto de lo temático, con la iniciación amorosa. Además, el ciclo –que también ofrece talleres de formación– se propone un acercamiento a un tipo de público que no se destaca por poblar las salas teatrales: los adolescentes. En otras palabras, apuesta a que los más jóvenes se enamoren del arte. La idea la tuvo Maruja Bustamante, quien se la transmitió a Mariano Tenconi Blanco. Terminaron de redondearla junto a la productora Carolina Castro. “No hay tantas obras que dediquen su contenido a los adolescentes, más allá de lo que pueda ver todo el mundo. Me parece simpático y constructivo que se pueda ofrecer un teatro que haga empatía con ellos, con sus emociones y deseos”, explica Bustamante a Página/12.

Cuando hace dos años estrenó Dios tenía algo guardado para nosotros, Bustamante notó que algo especial ocurría entre los adolescentes y el espectáculo. Recordaba haber visto Lima Japón Bonsai, segunda obra de Tenconi Blanco, de 2011, y pensó que era la “pareja perfecta” para su propia obra. Ninguno de los espectáculos fue pensado de antemano para un público específico (de hecho, son para todo público), pero ambos lograron conectar con los adolescentes. Debe ser, en parte, por la temática: el primer amor y su energía única, desmedida, trágica. A ello se suma el aspecto estético y, quizás, el hecho de que los actores ronden los veinte y treinta años.

A Tenconi Blanco la propuesta le encantó porque detecta que “hay un teatro para adultos y otro para niños”, no así uno para adolescentes. El, que maneja una estética inquieta y actual, abordando, a la par, grandes temas políticos, siempre tuvo una preocupación: llegar a su generación. “Por ser un arte viejo en general, el teatro puede ponerse viejo rápidamente. La falta de recursos lo pone plano: todos tienen la misma mesa de madera, la misma ropa comprada en una feria. Hay referencias estéticas que no son tan cercanas para los adolescentes, y eso los aleja”, reflexiona el autor y director. Para Castro, el público adolescente está “descuidado” por las programaciones del circuito oficial e independiente. Hay que mencionar Vamos que Venimos, un festival mundial de teatro adolescente con siete ediciones a cuestas. Pero no por esa excepción la hipótesis de la productora pierde fuerza. “A los adolescentes sólo les hablan las grandes industrias culturales, como la TV o las sagas de libros y películas internacionales”, sentencia.

Dios tenía algo guardado para nosotros es la historia de Cristal, una chica que conoce a Mateo en un recital y cree haberse enamorado de él. En cambio, Mateo no sabe lo que siente por ella. En el medio de ellos aparece Dios. “El no sabe bien qué le pasa, pero le sigue el juego, una histeria que se aletarga muchísimo. Y ella es poeta. Está obsesionada con otra poeta más visible que ella, todo el tiempo citándola. Se produce una especie de trío, la voz de una mujer que no vemos nunca va haciendo que este amor se produzca o no, de alguna forma. Y en el medio está Dios. El Dios de ella, más que nada. Que la defiende y quiere que sea feliz”, explica Bustamante. En una escenografía efímera, los tres actores (Bárbara Massó, Gonzalo Pastrana y Gael Policano Rossi) pintan y dibujan; hecho que resalta la condición única e irrepetible de cada función.

“Dios... habla de que el amor es posible si no se le pone tanta expectativa. El amor es hoy, ahora. Tiene que suceder relajadamente. Y puede ser de muchas formas. El fraternal, por ejemplo, es muy rico e importante. La obra habla de que hay que disfrutar el amor en cada momento. Las instituciones –la pareja, el matrimonio, la familia– tienen problemas, contradicciones y mandatos, que hacen que el amor se torne confuso y difícil”, sugiere la directora, actriz y gestora. El Dios que aparece en la obra no es exactamente el de los templos. Aquí simboliza “la fe, el doble de cada persona”. “Dios, para mí, es la fe en uno mismo, la creatividad, la construcción de aquello que todavía no existe. La convicción. Dios es lo que uno quiera. Dios puede ser el amor”, define.

En Lima Japón Bonsai el universo político y el amoroso se encuentran. Con actuaciones de Yanina Gruden y Luciano Ricio, es la historia de Ollantay, un joven pobre de Perú a quien su hermano, miembro del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, le encarga que secuestre a Izumo, la hija del embajador de Japón. Izumo es rica y hermosa. El amor entre ellos surgirá entre canciones de cumbia chicha, karaoke, animé, teatro kabuki y mitología peruana. “Creí que había algo potente en esto de incluir cosas que son de arte popular, otras que tienen que ver con la gente joven y obras clásicas. Me interesaba, también, que hubiera un clima de fiesta”, dice Tenconi Blanco, que estrenó esta obra después de Montevideo es mi futuro eterno, que recorría un episodio tupamaro.

El trabajo de Tenconi Blanco también postula una tesis sobre el amor, sus posibilidades e imposibilidades. Así la explica “velozmente” el director: “Con revoluciones más o menos fallidas, el siglo XX nos arrojó la conclusión de que la única revolución posible es la imposible. Como el amor que, para ser, tiene que ser imposible. Al principio el amor es ideal, uno no puede creer que el otro existe. Después empiezan los pactos. Con uno mismo, con el otro, los aburrimientos... tiene que ver con la adultez. Lo ideal no existe.” A Tenconi Blanco lo político le interesa. Pero, ante todo, cree que “las formas son políticas”. Y que es político, también, el hecho de que no le guste la realidad. Político es creer en la ficción.

“Hay un montón de gente que no va al teatro o que, cuando va, ve esas obras espantosas que hacen en teatro comercial. Casi todas de derecha, facilistas, de diversión banal. Los medios masivos y la publicidad ordenan el mundo en una forma basada en el consumo y en reducirlo a algo más sencillo. Plantean un modelo ordinario, banal, agresivo, homofóbico. Generan la forma de vida en que vivimos, encima, ahora, apoyados por un gobierno con una ideología en consonancia. El arte no puede cambiar el mundo pero sí ampliar fronteras, porque se opone a esos valores construidos por las ficciones masivas”, sostiene. Por eso, para él, es importante que los jóvenes se enamoren del teatro. Para la directora de Dios..., “el teatro tiene la posibilidad de profundizar sobre temas pequeños, de explayarse. Ofrece otro nivel de lenguaje y estimula la creatividad y la imaginación”.

* Primer amor es una producción de la Compañía Teatro Futuro y de Grupo Capicúa, con el apoyo de Timbre 4 y de Alternativa Teatral. Las funciones se realizarán hoy y el próximo viernes, a las 20 (Dios tenía algo guardado para nosotros) y a las 22 (Lima Japón Bonsai, en México 3554).

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“El teatro tiene la posibilidad de profundizar sobre temas pequeños. Ofrece otro nivel de lenguaje.”
 
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