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Viernes, 19 de febrero de 2016

CINE › ENTREVISTA AL ACTOR, CONDUCTOR Y AHORA GUIONISTA DE CINE SEBASTIAN WAINRAICH

“La comedia es un género que hay que tomar en serio”

Escribió el guión y protagoniza Una noche de amor, el nuevo film de Hernán Guerschuny que se estrena el jueves 25. “La alegría también tiene algo de melancólico”, señala respecto de la película, que retrata, primero con humor y luego más seriamente, un conflicto de pareja.

 Por Oscar Ranzani

El conductor radial y televisivo y referente del stand up local Sebastián Wainraich logró pulir su escritura hace muchos años por haber posado su pluma en el papel al construir historias para teatro, radio y TV. Y también ha tenido algunos intentos de escribir historias cinematográficas pero nunca había llegado a concretarlos en la gran pantalla. Hace dos años, cuando el codirector de la revista Haciendo cine, Hernán Guerschuny, debutó como director con la ficción El crítico, Wainraich vio la película, le gustó mucho y decidió invitarlo a su programa Metro y medio, que conduce por radio Metro. Después de la entrevista, el ex conductor de TVR le comentó a su invitado que tenía un texto bastante trabajado. Guerschuny le pidió que se lo enviara. Y el cineasta debutante quedó impresionado con la historia. Posteriormente, lo convocó a Wainraich para que fuera no sólo el guionista sino también el protagonista de su segundo largometraje, Una noche de amor, que se estrena el jueves próximo. Por supuesto que Wainraich quedó fascinado con la posibilidad de experimentar en el medio cinematográfico.

En la ficción, el hombre calvo compone a Leonel, un guionista que está casado desde hace doce años con la psicóloga Paola (Carla Peterson). Tienen dos hijos varones, producto de un matrimonio que ya lleva doce años de existencia. Aparentan tener una relación normal. Hasta que una noche deciden dejar a sus hijos al cuidado de la madre de Leonel (Soledad Silveyra) y regalarse una noche solos... ¿de amor? Es que a partir del momento en que entran a un restaurante aparecen los conflictos de pareja: desde el aburrimiento, la conversación incómoda, hasta la reflexión sobre el futuro. La pregunta que sobrevuela la historia es si ellos quieren tener un matrimonio diferente o prefieren hablar de fin de ciclo y que la vida de cada uno siga su rumbo por andariveles distintos. Al principio bastante graciosa, la película se pone demasiado seria, como sus personajes, con el correr del tiempo. Wainraich señala que es probable que Una noche de amor “tenga algunas cosas woodyallenescas” porque el director de Crímenes y pecados es uno de sus referentes, pero enseguida admite a Página/12: “Tampoco quiero ser irrespetuoso. Pero puede tener vinculación en el tono, en la manera que tiene Hernán de mostrar la ciudad, en el tema de la pareja y en la música”.

–Si bien la película empieza como una comedia, con el correr del metraje va virando a algo más serio...

–Igual, para mí la comedia es seria, pero entiendo a dónde va. Hay un momento de esta historia en que los personajes ya no se pueden hacer los boludos. El personaje de Carla reacciona en un momento ante una situación que ya le resulta insoportable. Esa situación es mi personaje tratando de agradar a todo el mundo y ser gracioso, caerles bien a todos hasta que ella en un momento explota. Se produce una separación en la película, él tiene que hacerse cargo de eso y reaccionar como corresponde. Reacciona y, a partir de eso, ellos toman una decisión como pareja que la tienen que ver en el cine.

–¿Por qué aclara que la comedia es seria?

–Porque me parece que hay que tomarla en serio.

–El comentario no era peyorativo.

–No, no, ya sé. Pero me parece que a la comedia hay que tomarla en serio y que para hacerla, sobre todo en el cine, que tiene tantas tomas, hay que estar bien metido y concentrado y sabiendo que en ese gag, en ese chiste o en ese comentario también estás contando una historia. Además de buscar la risa, estás sumando cosas para el guión.

–¿La pregunta que guía a estos personajes es si lo que están experimentando es amor?

–Yo creo que sí. En el título de la película hay dos lecturas: una mirada irónica porque siempre que hablamos de amor imaginamos que andan a los besos durante toda la película, se hacen mimos y se dicen cuánto se aman. Pero el amor para una pareja de doce años también tiene algo de burocrático: de pensar a dónde dejamos a los chicos, cómo hacemos con los horarios, quién se despierta mañana cuando se despierten los chicos, quién los lleva a inglés, a fútbol... Y me parece que eso también forma parte del amor porque si te une amor con la otra persona me parece que es más fácil para resolver todas esas cuestiones.

–¿Por qué la película no hace tanto hincapié en la maternidad y en la paternidad a pesar de que se trata de un matrimonio que ya lleva doce años?

–Yo creo que sí aparecen. Tal vez no físicamente, pero sobrevuela todo el tiempo.

–Claro, pero plantea más bien un conflicto de pareja que de familia.

–Sí, porque, en realidad, toca más la temática de la pareja que la de la familia. Muestra una pareja que tiene hijos. La fotografía de esa noche muestra eso y no tanto la rutina con los hijos. Lo que mostramos de esa noche es el resultado de esa rutina también.

–¿En qué se parece el amor de su personaje al que usted experimenta en la vida real? ¿Hay alguna coincidencia o el texto tiene el filtro de la ficción?

–Tiene coincidencias en las características. Yo tengo una pareja estable, dos hijos (una chica y un varón) pero yo soy más optimista que el personaje de la película. No estoy resignado como pareciera que está Leonel. Y hay una gran diferencia: él no estaba convencido de tener hijos y yo sí. Ahí radica la gran diferencia.

–¿Cree en el amor romántico o considera que es algo de otra época?

–El amor romántico forma parte del amor. Una pareja tiene un montón de ingredientes y entre ellos está el romanticismo. Me parece que sería insoportable si el ciento por ciento de la pareja fuera una cosa melosa y acaramelada. Nos terminaríamos matando. Está bien con otros ingredientes.

–¿Cómo trabajó el humor en el cine, que no brinda la posibilidad de la improvisación a diferencia de la radio, la tele o el teatro?

–Es un poco lo que decía antes: tiene que ver con la concentración de estar metido, desenamorarse del guión justamente. Saber que tal vez cuando llegamos al momento de la filmación ese texto o esa palabra no queda tan bien dicha. Así que hay que estar metido y concentrado y tratar de dar en la tecla exacta.

–Una de sus armas es la ironía. ¿Es difícil trabajarla en un medio como el cine?

–No digo que sea fácil pero tampoco es una herramienta imposible. Acá contás con la ayuda de tus compañeros y fundamentalmente del director, quien tiene todo en la cabeza: cómo lo va a filmar y cómo lo va a editar después. Entonces, si todos nos ponemos de acuerdo es una tarea posible.

–¿Qué lugar ocupa cada medio en su vida? ¿La radio es como si fuera su mujer y la televisión, su amante?

–La televisión está un poquito más lejos que eso. Pero no lo veo como relaciones de pareja sino más como hogares que uno va construyendo. La radio es más como mi casa, a la que voy todos los días y en la que despliego un montón de cosas: el costado periodístico en primera persona, también cuestiones artísticas, como personajes. Y en este caso, el cine se transformó en un viaje espectacular que duró desde el guión hasta el último día de rodaje. Es un poco más cerrado porque me dedico a contar una historia.

–¿Y la televisión?

–Es un lugar que me despierta más incertidumbre. Me gusta, pero no sé dónde ubicarme en este mapa televisivo. Tampoco creo que la televisión esté esperando que yo me ubique en un mapa. Y no me desespera tanto pensar en ella.

–La radio es un espacio donde se puede expresar sobre diferentes temas, incluso aquellos que tal vez no leyó bastante. ¿Cree que el micrófono tiene algún límite o lo piensa con la misma libertad que en el stand up?

–El límite lo tengo que poner yo. Después, sí, la independencia ciento por ciento no existe, pero hay distintos niveles de independencia. Entonces, uno sabe o presiente cuál puede ser su nivel de independencia. Yo hablo de lo que me interesa, de lo que creo que tengo algo para decir, y de otras cosas no hablo, pero eso también es una opinión.

–¿El stand up es un género que ya está consolidado en la Argentina?

–Sí, y lo atribuyo a que hay una buena respuesta del público y que hay buenos comediantes que lo hacen. También hay malos, pero por suerte hay buenísimos. Y me parece que eso hace que el público se amigue con este género. Es lindo porque lo podés ver en un teatro, pero también en un bar. Y me parece que permite mucha identificación y ofrece mucho para reírse.

–Si uno se guía por las cosas que usted confiesa en la radio parecería que lo suyo es una suerte de terapia. ¿No alcanza con el psicoanálisis?

–No. Si bien es una radio de autor la que hago y está en primera persona, cuando se enciende la luz me transformo y me enchufo yo también. Muchas veces digo: “Esto no lo voy a decir al aire”. Y lo termino diciendo. Tal vez funciona como una terapia y no me doy cuenta.

–¿El psicoanálisis también lo ayudó para expresarse en los medios?

–Sí, es otro de los ingredientes. Para empezar, me ayudó en mi vida para conocerme. Y sí, todo eso te lleva a trabajar mejor.

–¿Cómo es jugar con el público a hacer humor con su propia identidad, como, por ejemplo, con el ser judío?

–Lo vivo con naturalidad. No pienso tanto en cómo juego con el público sino que digo: “Yo doy esto”, y ellos lo reciben si quieren y si no quieren no. Y es lo que tengo para decir. Además, cuando hago humor ya sea con la religión o con otras cuestiones, lo hago con los temas que me inquietan, que me preocupan y que me gusta explorar.

–¿Hay algún tema que no le guste explorar?

–Seguramente. Para eso voy a terapia también, a tratar de encontrar qué es lo que pasa. Más que el hecho de que no me guste explorar es que no le encuentro la vuelta a cómo explorarlo o tal vez lo exploro en mi vida privada pero me cuesta llevarlo a otro ámbito porque no todo tiene una vuelta artística.

–Un poco a la inversa: ¿el escenario habilita a decir cosas que son más difíciles de decir en un cara a cara?

–Muchas veces sí. En personas como yo, sí, es verdad, porque además lo podés contextualizar con un tono artístico. Me parece que es más simple. Y además, el escenario te pide otra cosa que no te pide el cara a cara, ni histrionismo, ni metáforas, ni nada de eso. Tal vez estás más desnudo.

–Es difícil pensar que en una persona como usted, que parece bastante alegre, haya rastros de melancolía, pero ¿eso sucede? La pregunta no apunta a la depresión.

–Es que para mí la alegría es melancólica también. Tiene algo de melancolía. Pero no me deprime justamente. Y esa ambivalencia creo que se da porque el humor tiene algo de resignación. Cuando hacés humor es porque tal vez no lo pudiste resolver de otra manera y lo llevás ahí, que es una buena receta. Estás aceptando que un gigante como la muerte te ganó y decís: “Bueno, te hago chistes, entonces”.

–¿Entonces hay drama en el humor?

–Sí, por supuesto, sobre todo en películas como ésta: estamos hablando del drama del matrimonio.

–¿El humor es una forma de ganarse la vida o una manera de vivir?

–Las dos. Es una manera de comunicar, de ganarme la vida. Es también un modo de ver la vida también. Y como espectador, lector u oyente es algo que disfruto.

–¿Qué une y qué separa al humor del drama?

–Lo une lo mismo que lo separa: el tono. A un texto uno lo hace con un tono de comedia y al mismo texto con otro tono lo puede hacer drama.

–¿El buen humor sólo busca hacer reír o también generar incomodidad en el espectador?

–Para mí, si te hace reír ya cumplió un objetivo importantísimo. Y después, si genera reflexión e incomodidad y está bien, es decir, que no es sólo provocar por provocar, también está buenísimo.

–Como hombre de los medios, ¿cómo analiza este presente político?

–Trato de ser reflexivo y sobre todo trato de ser sincero conmigo mismo. Hay algunas cuestiones que obviamente me preocupan, que no sé bien para qué lado van, ya sea inflación, desempleo. Pero igual estoy a la espera. Van dos meses del nuevo gobierno y espero que quede más claro qué es lo que pretenden hacer o qué es lo que están haciendo.

–¿Se imagina en la televisión próximamente?

–Ni sí ni no. Si aparece algo que me gusta, lo haré. No me desespera estar en la tele. Fíjese que con la radio, el teatro y el cine yo estoy muy involucrado. Y en la tele me cuesta más eso, estar desde el minuto cero. No sé por qué. Y a mí gusta estar involucrado. Si cierra un proyecto y a los otros les cierra lo que yo tengo para dar, genial. Si no, está todo bien.

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“El amor para una pareja de doce años también tiene algo de burocrático”, dice Wainraich sobre su personaje.
Imagen: Pablo Piovano
 
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