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Martes, 27 de septiembre de 2016

TEATRO › LA NUEVA PROPUESTA MULTIDISCIPLINARIA DEL ESPACIO LA CASONA

Un menú con diversidad de ingredientes

Victoria Carreras, Verónica Fucci y Eli Bergalli, responsables de la gestión del teatro, proponen El Club del Canapé, donde se desarrollan varios espectáculos simultáneamente y los espectadores pueden ir derivando entre todos, mientras pican un bocadillo.

 Por Sebastián Ackerman

La premisa que parece guiar la nueva propuesta de La Casona es “en la variedad está el gusto”. Es que el refrán popular gastronómico se adapta al menú teatral: en El Club del Canapé pueden encontrarse 14 obras breves diferentes (teatro, danza aérea, un documental y café concert) en nueve espacios artísticos. “La Casona es un lugar ideal para armar un ciclo en donde funcionan tantos espectáculos al mismo tiempo”, coinciden Victoria Carreras, Verónica Fucci y Eli Bergalli, responsables de la gestión del teatro, en la entrevista con Página/12, mientras cuentan los minutos para que comience el siguiente espectáculo. “Tratamos de buscar lo más heterogéneo posible”, dice Carreras. Y Fucci ejemplifica: “Hay de lo más variado, desde una obra de (August) Strindberg a una de falsas monjas, y una película con la última actuación de Tita Merello, a un show transformista, danza aérea… Derivar en el lugar y desde lo emocional. Una panzada de canapés”, ofrece para el ciclo que va los domingos de 17.30 a 22.30 en La Casona (Av. Corrientes 1975).

La elección del nombre para el ciclo responde a seguir la línea de uno anterior, Teatro Bombón. “Buscamos algo que con el nombre transmita que es pequeño pero atractivo, y le agregamos lo del club, porque en el club todos participan de varias actividades, es un espacio para compartir. Eso queríamos transmitir con El Club del Canapé: podés venir y comerte varios canapés en el bar que también atendemos nosotras”, afirma Fucci, mientras Bergalli explica que la grilla está armada para que cada espectador pueda ver hasta cinco de las obras cada noche. “Nosotras prácticamente no nos conocíamos. Nos une el objetivo de la gestión cultural, y un concepto es el de combinado artístico: que en un espacio se pueda cruzar una ex vedette del Maipo, con una figura ascendente de la televisión, un pibe que viene de laburar con Cacace, un ex Fuerza Bruta, alguien que debuta como actriz de teatro… La sensación de que todo puede pasar, y cuanto más variado y más inesperado sea el canapé es más rico”, apuesta, por su parte, Carreras.

La Casona cuenta con los espacioes tradicionales, la sala y el café concert, pero también tiene una especie de petit hotel en el que los espacios se utilizan, cada domingo, para construir el hecho teatral. Y así, invitan al espectador a recorrer todo el lugar. “Mientras entra público, hay actores yendo del camarín improvisado a la sala, gente que llega para armar su función en el concert…. Es una fiesta”, apuesta Bergalli. Y agrega: “Vale la pena rescatar la arquitectura hermosa de este lugar. Por algo este teatro es La Casona. Y ya estamos planeando cómo seguir: ¡pensamos hasta obras en el baño!” Eso ofrece una forma de vivenciar la experiencia teatral diferente a la tradicional: “Tiene que ver con la idea de club, estamos todos en el mismo espacio. ¡Hay mucha gente trabajando en el Club del Canapé! En eso de ser tantos, nos vamos viendo unos a otros, y de repente un espectador de una obra se sienta al lado de un actor que vio hace quince minutos, o la protagonista de una obra le pide la entrada en la siguiente”, comenta Fucci.

La circulación por un espacio artístico no sólo transforma la experiencia de espectador: también es un desafío para los actores, que deben construir el espacio escénico cada vez de manera diferente. Y eso, considera Carreras, habilita al espectador –si la situación es propicia– a participar de la obra: “Me ha pasado en una función que un espectador intervino, me habló. Eso es de las cosas más locas que me pasaron. Yo actúo en una silla de ruedas y se rompió, y el tipo me alcanzó la goma para arreglarla… y se armó una dramaturgia ahí”, recuerda- Y explica que eso tiene que ver con un borramiento de las distancias que impone el escenario: “Acá casi no hay distancia con el público, entonces el espectador está provocado de una manera que no es la habitual. Eso ya es excitante, porque no hay distancia, y a veces actuando hay roce, y eso es muy loco para el espectador pero para el actor también”, resalta.

Las tres armaron la idea, las tres participan en la producción, las tres están todos los domingos en la organización, dos de ellas actúan y Carreras dirigió el documental sobre Tita Merello. Por eso, todas recuperan lo artesanal del teatro. “Hay algo del circo, porque todas hacemos todo. Se reivindica el espíritu del oficio teatral, algo que nos importa mucho. Que el hombre o mujer de teatro sea alguien capacitado en todas las aristas que tiene el hecho teatral. La producción, la asistencia, la realización y la actuación”, detalla Carreras. Y Fucci suma la cuestión económica: hoy realizar grandes inversiones es un riesgo que muy pocos están capacitados para correr, y ocupando distintos roles, cada una hace posible que el ciclo esté en la cartelera porteña. “Es la manera que encontramos, todas sabemos de todo y hacemos todo. A veces hasta están nuestros padres, o nuestros hijos, y todos colaboran para hacer el Club del Canapé”, ríen las tres.

* Toda la programación en www.facebook.com/NuevoTeatroLaCasona

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“Cuanto más variado e inesperado sea el canapé, más rico”, dicen Carreras, Fucci y Bergalli.
Imagen: Carolina Camps
 
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