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Viernes, 1 de diciembre de 2006

TEATRO › ALEJANDRO SAMEK Y LA CRISIS DEL TEATRO NACIONAL CERVANTES

Una sala siempre amenazada

Los problemas que arrastra el teatro estallaron la semana pasada, cuando un grupo descontento con un acuerdo entre ATE, UPCN, la Secretaría de Cultura y Samek irrumpió en el teatro.

 Por Hilda Cabrera

¿Cómo sobrevivir a conflictos de vieja data, a problemas que se multiplican en cada gestión al punto de convertirse en amenaza para la actividad artística? El Teatro Nacional Cervantes ha sido desde hace años ámbito de innumerables controversias, a todo nivel. En estos días, un comunicado firmado por seis entidades del ámbito artístico y de la investigación teatral mostraba preocupación por el hecho de que un grupo de personas ajenas al teatro, pero que se identificaban como pertenecientes a un gremio, amenazó –en el curso de una protesta– destruir las instalaciones. Consultado por Página/12, el titular del TNC, Alejandro Samek (director teatral, rector de la escuela integral de teatro fundada por su madre, Alejandra Boero, y productor ejecutivo del Teatro Andamio 90, también fundado por Boero), refiere una situación coyuntural surgida –dice– de un conflicto histórico: “En el Cervantes hay dos sectores de trabajadores, el de los técnicos artísticos y el de los administrativos, algunos agrupados en ATE y otros en la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN)”, apunta. “Los técnicos artísticos venían reclamando desde hace diez años un diferenciado que habían perdido en la época menemista. Después de trabajar duramente con el personal, con ATE y la Secretaría de Cultura, conseguimos arribar a una solución, que si bien se sostiene con alfileres de la normativa, tiene cierta legalidad.”

Según el director, esa situación se resolverá de manera definitiva en las próximas semanas, cuando se inicie la discusión sectorial respecto del Sinapa (Sistema Nacional de la Profesión Administrativa) y de las diferentes modalidades de tareas que se cumplen en la administración pública. Para el Cervantes implica, en principio, reconocer que el personal que trabaja en los escenarios no es administrativo. A modo de anticipo, el 27 de septiembre se firmó un acta por la cual se abona a los técnicos artísticos un “diferenciado técnico” de 450 pesos. Fue suscripta por los gremios ATE y UPCN, la Secretaría de Cultura de la Nación, a cargo de José Nun; el personal técnico y el director del Cervantes. Pero los administrativos y UPCN protestan y los ubicados en uno y otro polo esperan una resolución del Ministerio de Trabajo.

–¿Al firmar el acuerdo se prometió una mejora salarial a los administrativos?

–Después de firmar, UPCN reclamó que se extendiera ese beneficio al resto del personal, pero eso me excede; depende del Ministerio de Economía, aunque reconozco que algunos sectores que no son específicamente administrativos merecerían un reconocimiento.

–Quizá no quedó claro...

–Sí, quedó claro. Por eso firmaron una segunda acta en la que pedían que aquellos sectores no reconocidos en el Sinapa pudieran ser atendidos. Nosotros estamos dispuestos a apoyar, pero no a pagarles a todos lo mismo.

–¿A qué se debe entonces este estallido?

–Hubo un grupo que invadió el teatro amenazando con romper todo si lo abríamos al público. Días atrás, teníamos organizada una función de La flauta mágica para un grupo de escolares. Cuando los encargados fueron a abrir la puerta a los chicos –porque los artistas y técnicos estaban dispuestos a trabajar–, una patota amenazó entrar con los bombos y romper la escenografía de los titiriteros. Para evitar daños a personas y bienes, decidí suspender el espectáculo.

–¿Cómo se resuelve la situación de los administrativos?

–Esto se iba a discutir en la sectorial del Sinapa, lo mismo que el plan de carrera. No hay que olvidar que ese sistema de escalafón para la administración pública –diseñado durante el gobierno de Carlos Menem, con Domingo Cavallo en Economía– le puso un corset a todo lo que significaba progreso y nuevos planes de carrera para el personal.

–¿No se puede modificar?

–Las modificaciones no dependen de la dirección del Cervantes ni de la Secretaría de Cultura de la Nación, sino de la Subsecretaría de Gestión Pública, en acuerdo con los gremios y el Ministerio de Economía.

–¿Los gremios plantearon cambios?

–ATE lo hizo hace muchísimo tiempo. El caso de UPCN es otro. Este gremio fue, de alguna manera, ideólogo de ese sistema que ahora dice que no sirve, pero defendió durante años a rajatabla.

–¿Cuál es la cuestión de fondo en el Cervantes?

–En el teatro hay una administración desquiciada y caótica, por eso nombré un nuevo director de administración, traje una nueva contadora e iniciamos un proceso de revisión de sistemas y procedimientos junto a dos administradores gubernamentales. A partir de ese momento se hizo visible la resistencia.

–¿Se trata de una auditoría?

–No. Se trata de modificar los sistemas y procedimientos, porque los actuales no son adecuados al funcionamiento del teatro. Alguna gente opina que en esto hay mala intención. Es gente atrapada en aquello que dice “miente, miente, miente, que algo queda”. Se divulgaron mentiras, como que íbamos a echar a todos. El Cervantes se destruye si quienes trabajan allí no entienden que los proyectos artísticos son prioritarios.

–¿Cuánto influye en esto el tema presupuestario?

–Históricamente, el presupuesto para el Cervantes fue bajo, pero ése no es el único problema. La resistencia a los cambios es enorme. Con la gente de producción y prensa no hay problema, pero sí con la de administración propiamente dicha: compras, tesorería, suministros y mantenimiento.

–¿Qué presupuesto tuvo para 2006 y cuál es la expectativa para el 2007?

–Tengo entendido que el próximo será mejorado. El de 2006 fue de 5,6 millones. La mitad se va en sueldos. Pero el conflicto actual no pasa directamente por el presupuesto. Ni Cultura ni Economía se desentendieron cuando pedimos el diferenciado de 450 pesos para los técnicos artísticos. Se entendió que los técnicos son parte fundamental del espectáculo. Otros trabajadores también son parte, como los acomodadores y los empleados de boletería, pero, lamentablemente, el escalafón del Sinapa no diferencia entre teatro y ministerio. Esto es algo que se está peleando. Lo que no se me puede pedir es que aumente los sueldos. Lo único que puedo hacer es pagarles una bonificación a fin de año, algo que estaba previsto y pensábamos tomar del excedente que podíamos tener. Pero este pago no iría como parte del sueldo. Los 450 pesos a los técnicos artísticos van como “compensación económica no remunerativa ni bonificable”, hasta tanto la paritaria resuelva el tema del escalón. La administración pública es complicada, pero creo que hay voluntad en Cultura para hallar soluciones.

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El conflicto tiene que ver con el pago de un “diferenciado artístico” que ahora reclaman los administrativos.
 
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