Coca es una mujer autosuficiente, con personalidad, atractiva, inteligente, de buen pasar laboral. Vaya uno a saber qué hace enamorada de Ramón, que tiene serias dificultades para utilizar un reproductor de DVD, se pierde en la cola del banco y –por lo que informa el dibujante Juan Bobillo– no es particularmente sensible, ni carismático, ni está bien dotado para el amor. Debe ser, nomás, que es un tontito tierno. Con esos dos personajes, una mascota que no se sabe si es un perro o un gato (Fernet), y algún esporádico personaje secundario, Bobillo construyó una de las mejores tiras cómicas de los últimos tiempos: Coca, Ramón y Fernet. Se publica cada mes en la revista Hecho en Buenos Aires y cada semana en el portal 4 Segundos. En libro la recopiló el joven sello Agua Negra Ediciones.

Bobillo, que se pasea por mercados y géneros con gran soltura, aquí recurre a un trazo suelto y mucho más preocupado por la expresividad y la vitalidad de los protagonistas que por la precisión de la línea. Con ello, una paleta de colores sencilla pero bien compuesta, y una atención particular a los ojos de personajes, el autor capta la mirada del lector.

El resto del trabajo lo hacen una gran construcción de personajes, un sentido del humor muy agudo y una mirada atenta sobre las relaciones contemporáneas. Los protagonistas –según el autor, de fuerte inspiración autobiográfica– tienen una dinámica muy bien lograda. Ella es seria, sabe manejarse en el mundo y funciona como una fuerza ordenadora del mundo de Ramón, que es un mozo olvidadizo con ínfulas de escritor. Ella sólo se resigna a no plancharse el pelo cuando debe usar el casco de su moto, mientras él se sorprende cuando la flechita imita en la pantalla los movimientos del mouse. La coquetería de Coca y su predilección por los postrecitos de chocolate contrastan con la dejadez de Ramón, que desconoce la existencia del peine y se entretiene bien con una cerveza y el grito de “¡Riquelme!” para que sus amigos discutan.

De ese contraste y esa inte-racción surge lo mejor de la serie, pues si bien aquí la exageración y el grotesco son herramientas clave para el efecto humorístico, no es menos cierto que Bobillo consigue encariñar al lector con sus personajes. Quizás por eso es un libro que resiste varias lecturas, con chistes que aun conociendo su remate, siguen causando gracia. El autor genera tal empatía con los personajes que las tiras terminan siendo como anécdotas de viejos amigos, que se ríen en cada reunión de las mismas situaciones que ocurrieron hace 10, 15 años. Por supuesto, con esta dinámica el fuerte está en la recopilación misma: una tira por sí sola es graciosa, pero es en el conjunto donde la construcción adquiere su mayor fuerza. En este libro destacan particularmente las tiras dedicadas al verano y el calor.

Desde lo formal, además, Bobillo juega mucho con el encabezado que ubica en sus tiras y con el fuera de cuadrito, que en ocasiones resultan tanto o más importantes que el devenir de las viñetas para entender el chiste. De este modo, el dibujante construye una de las mejores tiras humorísticas del último tiempo, y uno de los libros más graciosos en lo que va del año.