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Viernes, 9 de octubre de 2009

TRANSPARENTE, ESPECTACULO DEL GRUPO BOLIVIANO KIKNTEATRO

La estrategia de confundir y ocultar

La pieza presentada en el Espacio Callejón por la compañía fundada en Cochabamba parte de un grupo de desesperados en busca de la subsistencia, pero sirve también como manera de reflexionar sobre ciertas formas de hacer teatro.

 Por Hilda Cabrera

En un espacio que se supone extranjero, Transparente construye el itinerario mental y físico de un grupo de personajes que busca estrategias para sobrevivir. Obra fragmentada que el espectador tal vez intente ensamblar, se inicia entre desencuentros básicos: una mujer que se prostituye yendo al rescate de una hija que regaló siendo bebé y un padre que la busca y es al mismo tiempo sujeto capaz de disparar monstruosidades del pensamiento y patéticas acotaciones sobre él y su familia. En el laberinto de situaciones concebidas para este espectáculo por Diego Aramburo se producen saltos repentinos de la ficción al guiño cómplice con el público a través de breves alusiones a formas de hacer teatro, acaso un recurso para increpar sobre lo que le interesa y, respecto de los personajes, desviar agonías y obsesiones que dejan marcas.

Los daños irreparables y las viejas y nuevas orfandades son materia esencial en este trabajo que impulsa a los personajes al desdoblamiento como acto de defensa. Aunque sin guía para el espectador, el quebrado relato de esta última producción de Kiknteatro que se presenta en el FIBA proporciona datos que sin duda pegan como piedras: la humillación del cuerpo, la perversión del que dice sufrir amnesia pero escucha la voz que lo interroga sobre la identidad del hombre caído, borracho o muerto, en una plaza. Quizá sea el hombre enamorado de Lucía, “la mujer que nos sacaba de quicio”.

El amor ejemplar está ausente en esta obra, aun cuando Caracolito y Virgencita se esfuercen por salvar su historia. Los personajes transitan la vida con temor: “No me hagas daño”, ruegan las jóvenes prostitutas. Ellas son las que a instancias de la mujer que busca a su hija y quiere hacer dinero rápido la ayudan a extorsionar al cliente grabando un video en el que ofrecen servicios temáticos: ¿Qué tal uno de prostitutas con cara de pobre?, propone la madre desesperada. Escena que da pie a una crítica de las obras teatrales con “sentido social”, ésas de las que el público sale reconfortado. Una socarronería que se reitera en el consejo dado al personaje del escritor sin alternativa de éxito. Por qué no dedicarse a temas candentes como la emigración y la pobreza o, mejor aún, por menos conflictivo, a un teatro que utilice “máscaras típicas”.

En Transparente, donde el lenguaje textual es afín a la lógica de un sueño, la imaginación vuela. Se proyectan imágenes de pliegues y aberturas de la carne. Se funde el sexo con el impacto que deja la bala en una piedra o una pared. ¿Será por eso que mientras una de las prostitutas concluye que “éste es un país de mierda”, un hombre repite monótonamente “quieres hacer el amor”? El chantaje es un recurso y no saber quién se es, una realidad. ¿Habrá que mirar, convertir y no cejar, como dice sin convicción una de las mujeres? ¿Y quién es el hombre que confunde a todos con sus barbaridades? ¿Es el muerto o el asesino? Cómo saberlo cuando afirman que no son “transparentes” en la relación con los otros ni ante ellos mismos. La estrategia es confundir y ocultar. También oculta el cliente que dice ser de izquierdas y despliega un discurso sobre la tradición minera de Potosí y sus consecuencias sobre la salud de los pobladores y la relación entre vivir en Cochabamba y padecer cáncer. Sobrevivir es “ocultar, olvidar, ejecutar y olvidar que lo hecho no fue digno”.

Un canto final a varias voces se constituye en bálsamo entre tanto episodio oscuro del recuerdo. Componiendo a estos personajes convencidos de que no cuentan para nada se destaca la totalidad del elenco, dirigido en las funciones del FIBA por el asistente de dirección y también intérprete Eduardo Calla, quien sustituye al fundador y director Diego Aramburo, ausente en el Festival. La obra fue estrenada en abril de este año en el Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) por Aramburo, quien ha realizado varias giras por Argentina con su premiado Kiknteatro, fundado en 1994 en Cochabamba e integrado por dramaturgistas, intérpretes y técnicos. Una fue la que lo llevó a Córdoba en 1999, donde estrenó Feroz, derivación del cuento infantil de los tres cerditos y el lobo (que allí eran tres hermanas prostituidas por el padre); y otra en noviembre de 2004, cuando presentó Cuentos de amor, inspirada en un relato colonial; Crudo, con alusiones a Carmen, de Próspero Mérimée; y 4:48 Psicosis, de Sarah Kane. En estas piezas se apreciaba esa diversidad de planos interconectados que caracteriza a Transparente. Planos reales y fantasiosos, como lo revela el nombre de la compañía tomado de la palabra quechua Kikn, “parecido a” teatro.

* Transparente, por la Compañía Kiknteatro. Elenco: Luis Bredow, Patricia García, Pedro Grossman, Mariana Vargas, Carlos Piñeiro, David Arze, Gisely Hernández y Eduardo Calla. Concepción espacial y escénica: Diego Aramburo. Asistencia de dirección: Eduardo Calla. Composición, arreglos, asesoramiento y ejecución musical: David Arze. Colaboradores artísticos (escenografía y ambientación: Alvaro Manzano, Carlos Piñeiro, Martín Boulocq y Raquel Schwartz. Diseño de iluminación: Marcelo Sosa y Matías Sendón). Producción: Kiknteatro, con el apoyo de la Oficialía Mayor de Culturas de La Paz, Bolivia. Dirección: Diego Aramburo.

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El espectáculo de Diego Aramburo produce saltos repentinos de la ficción al guiño cómplice con el público.
 
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