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Jueves, 9 de marzo de 2006

MUESTRA DE HELEN ZOUT EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA

Huellas que no desaparecen

La exposición de la fotógrafa platense da cuenta, desde distintas perspectivas, del horror de la última dictadura militar.

“Los sobrevivientes llevarán durante el resto de sus vidas la impronta indeleble de la desaparición. Ellos y sus espacios corporizan la memoria que ha de trasmitirse a las nuevas generaciones, memoria que es susceptible de ser registrada fotográficamente y que devuelve aquellos rostros. Las fotografías sintetizan el tránsito por los interrogantes, la reflexión, las dudas, las respuestas, las incertidumbres..., pero por sobre todas las cosas un camino de búsqueda e indagación...” Con este texto presenta Helen Zout su trabajo: Huellas de desapariciones durante la última dictadura militar en Argentina 1976-1983, para el cual recorrió centros clandestinos de detención, entrevistó, fotografió y participó de reconocimientos junto a jueces y sobrevivientes de la dictadura. Investigó expedientes policiales, archivos secretos de inteligencia y participó de exhumaciones e identificaciones de cadáveres de desaparecidos enterrados como NN, junto con el equipo de antropología forense.

Quizá la descripción de algunas de las 31 imágenes en blanco y negro ilustre sobre el objetivo de la fotógrafa platense: un cráneo con orificio de bala, un dibujo que muestra la tortura realizada a un detenido, familiares y detenidos recorriendo y reconociendo ex centros de detención, el interior de los aviones con los que se realizaban los vuelos de la muerte, fotografías de expedientes.

–¿Cuál fue el disparador para la investigación?

–Estuve 24 años paralizada con lo sucedido en la dictadura. Después de ese tiempo sentí una necesidad de tocar este tema y de hacerlo fotográficamente. Cuando estaba escondida en Buenos Aires hice talleres para sobrevivir al encierro, canalizando la energía en medios expresivos. Paradójicamente empecé a estudiar fotografía cuando no podía hablar; había una imposibilidad de transmitir las cosas verbalmente y la forma que encontré fue utilizar la imagen.

La investigación comenzó en 1999, yendo a la Cámara Federal de La Plata para escuchar los testimonios de los sobrevivientes en los Juicios por la Verdad, se contactó con ellos y comenzó a entrevistarlos y fotografiarlos hasta obtener las imágenes que se verán a partir de hoy en el Centro Cultural Recoleta (ver recuadro). Las fotos son el fruto de una búsqueda continua de “ese momento en que la persona se desnudaba frente a la cámara y dejaba ver sus huellas visibles de la desaparición”. Helen busca la manera de que el espectador no pueda permanecer indiferente a la situación planteada frente a sus ojos. Viajó al exterior a entrevistar a sobrevivientes: “Pienso al mundo como un semillero de gente que sobrevivió a la dictadura y eso es interesante porque hay posibles mensajeros de lo que ocurrió en la Argentina en todo el mundo. Creo que cada uno de nosotros se debe convertir en un trovador que va contando lo que pasó. La idea primordial del trabajo fue que hubiera una cantidad de imágenes que sirvieran para que quedaran en el tiempo. Nuestras vidas son finitas, pero nuestros hijos son eslabones que van armando una cadena que no se debe destruir. Los sobrevivientes somos los agentes portadores de esa trasmisión”. En el 2002 la artista ganó la Beca Guggenheim; un tiempo después sus fotografías fueron declaradas de Interés Nacional por la Presidencia de la Nación Argentina en el año 2005, y expuso en Argentina, Bélgica, Estados Unidos y Francia.

–¿Qué la llevó a trabajar las imágenes de la forma en que la plantea, es una búsqueda estética o sólo tiene fines de documentación?

–Cuando empecé ese trabajo tuve que sacarme de encima el vicio del reportero gráfico, hay toda una escuela que es muy fuerte, y respetable, pero que a mí no me servía expresivamente. Hice un camino al revés, trabajando cada imagen en particular, con tiempos de exposición largos; para mí el recuerdo de esos momentos no es una décima de segundo sino como un sueño donde todo pasa lentamente, y traté de buscar la forma de interpretar eso a través de la fotografía, usé también dobles impresiones en un mismo negativo, y eso me aportó una riqueza expresiva mayor; implementé el uso del flash. Fue como volver a empezar.

–¿Qué le gustaría transmitir a través de las imágenes?

–La obra ilustra un hecho muy dramático, a la vez con mucha dignidad. Muestra cómo se puede sostener la dignidad en el dolor. Es un trabajo que está atravesado por el dolor, utilizado como herramienta.

–Si tuviera que elegir una foto de la exhibición, ¿cuál sería?

–Hay una que en este momento tengo muy presente. Es la de Gabriela, una sobreviviente platense. Está frente al río el día que cumplía treinta años. Era de noche y la luna llena ayudaba a iluminar lo que mi cámara quería ayudarme a captar. La toma es hermosa. Deja entrever una conversación silenciosa de Gabriela con el río, donde pareciera que le está pidiendo una respuesta. Es como una espera eterna, la misma espera que viven todos los que sobrevivieron a esa época. Te lo digo y se me hace un nudo en la garganta.

Informe: Suyay Benedetti.

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Imagen tomada en 1999, en la morgue de la ciudad de La Plata.
 
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