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Viernes, 20 de marzo de 2015

PROBLEMAS EN LA REAPERTURA DE LA SALA LEOPOLDO LUGONES

Una inauguración para la foto

El miércoles al mediodía, la plana mayor del macrismo dio por inaugurada la restauración del mítico templo cinéfilo porteño, pero a esa hora no había aire acondicionado y las funciones posteriores debieron suspenderse por falta de ascensores.

 Por Oscar Ranzani

Todo estaba preparado para ser una fiesta. Aunque, vale aclarar, no había globitos amarillos del PRO. Seguramente porque la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín es lo que es no por los funcionarios de turno, sino gracias a sus ciclos inigualables y al público que quiere ver aquellas películas que no puede ver en otras salas, salvo en este gran bastión del cine-arte, ubicado en el décimo piso del coliseo porteño de la avenida Corrientes al 1500. La cita era el miércoles a las 12. Y allí fueron varios funcionarios macristas e invitados especiales a la reapertura de “la Lugones” –tal como la conocen quienes la frecuentan–, luego de que estuviera cerrada durante un año y tres meses por obras de refacción que debían haber concluido en julio de 2014. Entonces, todo estaba preparado para que fuera una fiesta. Y así lo demostraba la presencia del ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi; su par de Desarrollo Urbano, Daniel Chain; el director del Complejo Teatral de Buenos Aires –de quien depende el San Martín–, Alberto Ligaluppi, e incluso figuras de primera línea del PRO, como los precandidatos a suceder a Mauricio Macri en la Jefatura de Gobierno porteño, Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta.

Cuando el sol abrasador “derretía” las veredas de la ciudad de Buenos Aires, en el décimo piso se realizó la reapertura oficial de la Lugones, sin ninguna mención a la extensa demora en concretarla, pese a todas las notas periodísticas que el año pasado habían dado cuenta del estado de situación y de grupos de Facebook que clamaban por la vuelta de la Lugones frente al silencio oficial. “La apertura de esta sala es la primera inauguración en este edificio que tenía una gran obra pendiente y que se suma a las obras que ya realizamos en el Teatro Colón, la Usina del Arte, el Polo Bandoneón, el Mamba, el Polo Circo y el Anfiteatro de Parque Centenario”, sostuvo Lombardi. Por su parte, Chain –cuya cartera es la responsable de las obras en el Teatro San Martín, incluyendo a La Lugones– expresó: “Llevamos adelante una obra en un organismo vivo: el Teatro General San Martín, que continúa funcionando mientras avanzan las tareas. Estamos interviniendo después de muchos años de abandono el complejo cultural. Es una operación a corazón abierto”.

Una vez más, todo parecía una fiesta, excepto porque no funcionaba el aire acondicionado en un mediodía casi al rojo vivo. Una vez finalizada la apertura protocolar, la Lugones iba a abrir al público con el ciclo del prestigioso japonés Seijun Suzuki. Había tres funciones programadas de algunas de sus películas: a las 17, a las 19.30 y a las 22. A las 17 no hubo otro inconveniente salvo el calor, pero poco tiempo antes de las 19.30 comenzó el verdadero bochorno. Para mayor exactitud, a las 19 estaba previsto un cóctel con representantes de la Embajada de Japón –que prestó colaboración junto con la Fundación Cinemateca Argentina para poder programar el primer ciclo de la Lugones desde su reapertura– e invitados cinéfilos. Algunos lograron llegar al décimo piso, pero la mayoría no porque dejaron de funcionar los ascensores. Las escaleras no se podían utilizar porque en los distintos pisos hay materiales acumulados de la obra del San Martín y en varios pisos no hay luces. Los que esperaban en la planta baja para subir al décimo piso fueron desalojados con malos modos y con información confusa. En el 10º piso tampoco apareció personal de bomberos del Teatro San Martín para guiar profesionalmente al público que había quedado arriba. Para colmo, los ascensores destinados al público se usan durante el día como montacargas para trasladar ladrillos, arena y escombros, con el peligro de que excedan su límite de peso. Esto se produce porque el montacargas de la avenida Corrientes no funciona.

Fernando E. Juan Lima, conductor del programa sobre cine La autopista del Sur (AM 750), crítico de la revista El Amante y juez en el ámbito de la Ciudad, estuvo en la reinauguración protocolar del mediodía y también fue uno de quienes no quisieron perderse a Suzuki. Por eso, volvió al San Martín a las 19 para participar del cóctel y ver la película programada. Lima –que encabezó la batalla colectiva por lograr la reapertura de la Lugones cuando todo era confusión y desidia– contó que a las 12 “todo transcurrió con una normalidad relativa en cuanto a que los ascensores funcionaban, más allá de que uno debía compartir el ascensor con obreros que llevaban carga para la construcción, lo cual no sé si es del todo adecuado teniendo en cuenta que está el obrador sobre Corrientes”. Pero Lima confirmó a Página/12 que, a pesar de que los funcionarios no mencionaron en ningún momento el porqué de los retrasos en las obras, “se hizo el acto y se proyectaron cortos de Carlos Gardel”.

Lima regresó a las 19. “Llegué súper puntual y vi que había una colita porque supuestamente no funcionaban los ascensores y había que esperar. Esperamos, esperamos y esperamos, y los ascensores nunca funcionaron. Incluso, hubo gente que se quedó encerrada en un ascensor un buen tiempo. El asunto es que nunca nadie dio la cara de nada. De pronto, los ascensoristas fueron quienes nos informaron que se suspendían las funciones. No había nadie que diera ninguna explicación”, cuenta Lima, quien se quedó bastante tiempo más porque desconfiaba de que no fuera exacta la información. “En la boletería empezaron a devolver las entradas a quienes lo pedían, pero de muy mal modo, sin que nadie explicara nada. Sólo dijeron que a las 19.30 y a las 22 se suspendían porque no andaban los ascensores.” Como buen investigador, Lima sacó afuera su mejor olfato: “Había luz en el teatro, en la zona y, por lo que sé, había luz para que funcionara el proyector. Como soy insistente y porque tenía muchas ganas de ver la de Suzuki, dije: ‘¿Por qué no nos dejan subir por las escaleras?’. No nos dejaron subir por las escaleras sin demasiada información”, relata Lima.

Al mediodía le habían dicho: “Bueno, che, qué ansiosos, toda esa movida que hicieron con la Lugones y estaba todo bien...”. Para el juez y crítico de cine esto demuestra que “tan bien no estaba y que, de hecho, se apuraron por la presión que se les metió”. Lima espera “que no siga habiendo sorpresas. Da la sensación de que está todo un poquito atado con alambres”, opina. ¿Habrá un nuevo capítulo en el templo cinéfilo?

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La Sala Leopoldo Lugones debió haber reabierto sus puertas a mediados del año pasado.
 
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