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Jueves, 22 de marzo de 2007

“SCOOP”, OPUS 36 DE WOODY ALLEN Y SEGUNDA COLABORACION CON SCARLETT JOHANSSON

Cuando Woody se copia a sí mismo

Son tantos los paralelismos con Misterioso asesinato en Manhattan que la mayor diferencia de Scoop con su antecesora es que fue rodada en Londres. Y el problema no es tanto la autocopia, como que la magia de Allen parece aquí tan apagada como la de su personaje.

 Por Horacio Bernades

Creyente a rajatablas en el clásico par de máscaras teatrales, a los dramas densos Woody Allen suele contestarles con comedias livianas. Después de Crímenes y pecados vino Alice; Misterioso asesinato en Manhattan sucedió a Maridos y esposas y ahora a Match Point le sigue Scoop, típico jueguito policial alla Allen. Hasta el punto de que el Woody Nº 36 bien podría haberse llamado Misterioso asesinato en Londres. Claro que en la reescritura algo se pierde, algo se borra. Había sucedido con Match Point, que por más que estuviera muy bien no dejaba de ser una remake encubierta de Crímenes y pecados. Y ocurre más marcadamente en el caso de Scoop. Tal vez porque ya el original, Misterioso asesinato en Manhattan, era una comedia vivaz pero menor. Pero además hay que reconocer que esta vez la copia salió tirando a borrosa.

Segundo rodaje de Woody en Londres y segunda reunión al hilo con la aquí más rubia que nunca Scarlett Johansson, Scoop representa también el regreso de Allen a la actuación, tres años después de La vida y nada más. La anécdota es absolutamente mínima y representa una variante de un módulo dramático sumamente trajinado en Hollywood, desde La sospecha para acá: chica-conoce-chico-que-podría-ser-un-asesino. De hecho, la escena culminante de Scoop recuerda a la del clásico de Hitchcock, cambiando auto en ruta por bote en lago. En tren de legados debe decirse que el personaje de Johansson, una periodista no por improvisada menos metida, funciona como eco de clásicas heroínas de comedia. Heroínas a las que quisiera emular, como lo explicita en la escena en que lamenta no tener la osadía de Katharine Hepburn o Rosalind Russell (directa referencia a Ayuno de amor).

Ella se llama Sondra Pransky, está de paso por Londres y es una de esas principiantes que se trabucan frente al entrevistado y se les cae la birome de la mano. En un show de magia ofrecido por un tal Splendini (Allen), durante un truco de desaparición Sondra es visitada por un verdadero fantasma. Se trata de un tiburón periodístico (Ian McShane) que, enterado de una primicia de ultratumba, viene a pasársela a su inexperta colega. La primicia (“scoop”, en inglés) se la dio, a bordo de la mismísima barca de Caronte, la secretaria de Peter Lyman (el australiano Hugh Jackman), joven aristócrata que podría ser “el asesino del tarot”, al que todo Londres busca. Resuelta a desenmascararlo, Sondra buscará llamar su atención arrastrando tras de sí al asustadizo mago, a quien presenta como su padre. En otras palabras, si se cambia una pareja que se reencuentra por una muchacha y su falso padre, y un matrimonio de ancianos neoyorquinos por un joven aristócrata inglés, por un pase de manos digno de Splendini Misterioso asesinato en Manhattan deviene en Scoop.

El problema no es tanto la autocopia, como que la magia de Allen parece aquí tan apagada como la de Splendini. Con setenta y pico de años encima, se lo nota cansado a Woody. No sólo físicamente: más allá de que una decena de diálogos están a la altura, son demasiados los chistes que no llegan a buen puerto. O cuyo arribo se anuncia desde demasiado tiempo antes. Sí, claro, no abundan las películas cómicas en las que un tipo afirme, como Woody aquí, que la felicidad consiste en cenar sin sufrir acidez, o que se mantiene en línea porque en él la ansiedad funciona como aeróbico. O la frase de circunstancias, cada vez que saluda a alguien, convirtiendo a cada interlocutor en “un orgullo para su raza”. Pero ¿alcanza con eso? Se diría que no, sobre todo si a ésas se les suman otras deficiencias.

La total ausencia de pasión entre Sondra y su pretendiente high class no es la menor de las debilidades de Scoop. Sobre todo porque en esa relación descansa el nudo mismo de la trama. La difuminación de los personajes secundarios (la mejor amiga de la protagonista, el periodista muerto, el propio Splendini) tampoco ayuda, teniendo en cuenta lo importantes que suelen ser los laderos para toda comedia. ¿Y qué decir de la escena en la que Lyman escucha lo que Sondra y Splendini hablan por teléfono, sin que éstos lo adviertan? ¿Cómo hicieron para enterarse de esa escucha? ¿Quién está viendo esa escena, si no son ellos? Tampoco es que Scoop descienda hasta las profundidades de Ladrones de medio pelo, por poner un ejemplo terminal en la obra de Allen. No es una película mala. ¿Entonces es buena? Mmmhhh...

6-SCOOP

Gran Bretaña/EE.UU., 2006.

Dirección y guión: Woody Allen.

Fotografía: Remi Adefarasin.

Intérpretes: Scarlett Johansson, Woody Allen, Hugh Jackman, Ian McShane y Charles Dance.

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Woody y Scarlett siguen la sinuosa pista del “asesino del tarot”.
 
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