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Viernes, 9 de noviembre de 2007

LA OBRA DEL ARTISTA ALEMAN BJORN MELHUS

“Trato las formas de decir las cosas, la mala comunicación”

Inclasificable y revulsivo, este cineasta pone al desnudo los vicios y manipulaciones de la cultura televisiva norteamericana. “Mi trabajo es un modo muy personal de crítica a los medios.”

Si se da por válida la sentencia “el arte de verdad tiene la capacidad de poner nervioso”, entonces debe reconocerse en los videos e instalaciones de Bjorn Melhus una potentísima muestra de condición artística. Este ¿cineasta?, ¿artista digital? alemán e inclasificable visitó nuestro país para brindar una serie de conferencias y proyectar parte de su obra (hoy a las 19.30 en el Goethe-Institut, Av. Corrientes 319, es la última de las exhibiciones). En su labor, Melhus plantea una crítica intensa a los medios y la cultura norteamericana. Para ello, retoma elementos del objeto que critica y los reordena y repite para que muestren su rostro oculto.

–En su obra hay una repetición que llega a resultar desquiciante. ¿La cultura pop estadounidense lo indigna hasta ese punto?

–En arte, para mí, es muy importante descolocar a la gente. Más con mis videos que con mis instalaciones, ya que tendemos a verlos como entretenimiento. Pero un video debería darnos “algo”. A veces los hago atractivos, pero luego son perturbadores. Con frecuencia los espectadores se sienten enojados por estar allí, quieren callar a los personajes. Pero tras un rato, dejan de estar sólo consumiendo y piensan “¿qué hago aquí?”, y reflexionan sobre la sociedad en la que vivimos.

–Entonces, ¿cómo definiría su trabajo?

–Es una forma muy personal de crítica artística sobre los medios y su influencia, en particular sobre la que los medios norteamericanos han tenido sobre esta generación. Pero tiene muchas capas, desde la crítica social y política hasta el nivel muy personal.

Lo inquietante en la obra de Melhus se apoya, sobre todo, en el recurso de la repetición de los elementos que toma. Esa repetición puede tornarse perturbadora, ya que consigue desnaturalizar las imágenes y sonidos.

–Si los músicos “samplean” canciones, usted hace algo similar con las imágenes.

–En cierto modo, sí. Cuando era niño me llegó mucho el grupo Kraftwerk, el modo en que usaban palabras, frases y repeticiones para hacer cosas nuevas. Transformaban el lenguaje en otra cosa. Yo uso patrones repetitivos para lograr formas de comunicación totalmente nuevas entre mis personajes. Mi trabajo empieza siempre por el sonido. Luego agrego las imágenes.

–En su corto America Sells muestra el primer día de libre mercado en la RFA y un grupo estadounidense vendiendo remeras. Utiliza el recurso de la repetición de forma devastadora.

–Aun sin mi edición, verlo ya era aterrador. En la primera parte muestro todo, en la segunda intento recombinarlo. Pero cuando se oye el texto de lo que pregonaban, era terrible: “Siéntete libre, compra remeras”, relacionando la libertad con libre mercado. ¡En Alemania Oriental! Nacían los ’90, el socialismo oficialmente seguía existiendo, pero era el primer día de libre mercado. Era increíble. Mi obra trata sobre las formas de decir las cosas, también. La mala comunicación. En mi próximo trabajo veo el lenguaje de Fox News, Eso sí que es escalofriante.

–¿Sólo son los medios o la mala comunicación existe en todos los niveles?

–Creo que no nos comunicamos lo suficiente. La verdadera comunicación es cuando ésta lleva a algo, nos clarifica las cosas, pero cada vez las tenemos menos claras. Ves los noticieros y terminás por no entender. Hace poco veía un canal de economía en el que comentaban con algarabía que los rusos hubiesen plantado su bandera en el Polo Norte y los recursos que sacarían de allí, sin decir todas las potenciales consecuencias negativas. Me gusta utilizar de ejemplo una película muy mala: El ataque de los tomates asesinos, en la que quieren mantener a la gente calmada. Entonces inventan un slogan: “Tomates más grandes significa pizzas más grandes”. Convierten una noticia en entretenimiento.

–¿Y no podrían los canales de videos online ayudar a que hubiera mejor información?

–Sí, pero hay que encontrar esta información, que es difícil. Internet es grande y hay mecanismos de control, aunque podés evadirlos de algún modo. Hace un tiempo bajé material sobre la guerra de Irak. Luego lo borraron, pero al menos ya lo tengo, y quizás algún día haga algo con ello.

–¿Y cómo refleja esto en su obra?

–Intento llevar este aspecto global a una escala más íntima, más personal. Mis personajes son presos de su propio mundo, su incomunicación. Por otro lado, monto metáforas sobre el dominio cultural norteamericano. Por ejemplo, uso a los pitufos. La gente piensa que son norteamericanos, pero fueron creados en Bélgica, de allí exportados a EE.UU. y luego reexportados a Europa. Recién entonces tuvieron éxito, lo que muestra cuánto nos influencia. Me parecía interesante utilizarlos por este subtexto. Sigo, pongo un pitufo atado al Camino Amarillo de El Mago de Oz. Oz, claro, representa a EE.UU., de modo que encadenar al pitufo allí tiene su peso.

–Dorothy también aparece con frecuencia en sus videos.

–Ella es una de las primeras heroínas de verdad, pero es un caso muy contradictorio. Es miserable en Kansas y al otro lado se vuelve en lo que siempre soñó y cuando al final alguien le pregunta por qué quiere volver a su casa, dice “no hay lugar como el hogar”. ¿Por qué, si es desgraciada allí, el peor lugar de su vida, querría volver? Mi Dorothy sueña con ese otro lado, y uso este icono para criticar su cultura alienada.

Informe: Andrés Valenzuela

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“En arte, para mí, es muy importante descolocar a la gente”, afirma Bjorn Melhus.
Imagen: Rafael Yohai
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