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Jueves, 14 de enero de 2016

FOTOGRAFIA › GABY HERBSTEIN Y SU MUESTRA ESTADOS DE CONCIENCIA

Ansias de materializar sueños

Luego de años de trabajar en el mundo de la moda, la fotógrafa presenta una exhibición –que también es libro– con treinta y cinco imágenes que indagan en cuestiones espirituales, volviendo concreto aquello que es abstracto, en un “homenaje al surrealismo”.

 Por María Daniela Yaccar

“Pasé toda mi vida sin creer en nada. Ahora creo que existe un orden en el universo y una fuerza superior dirigiéndolo”, se define la fotógrafa Gaby Herbstein. Esta frase funciona como síntesis de la búsqueda que se plasma en Estados de conciencia, una muestra compuesta por 35 fotografías que indagan en cuestiones espirituales, volviendo concreto aquello que es abstracto, en un “homenaje al surrealismo”. “La idea detrás de cada imagen tiene que ver con lo que no podemos ver, tocar, oler ni escuchar”, explica. Además, la exposición se completa con 70 objetos y con materiales de producción que develan el proceso creativo. El trabajo se extendió por dos años y fue “en equipo”, destaca Herbstein, en un intercambio vía mail con Página/12.

Un hombre y una mujer protagonizan las imágenes, acompañadas por manifiestos escritos en cursiva por su autora, galardonada con el Oro del Prix de La Photographie de París 2015. La muestra puede entenderse como un viaje onírico, místico, surrealista. En efecto, las fotos están inspiradas en los grandes representantes de ese movimiento. Y parecen estar pensadas más como pinturas que como fotos. “Eso fue intencional. Esta muestra es un homenaje a todo el movimiento surrealista, al que admiro y sigo desde siempre. Me dieron ansias de materializar sueños”, dice la fotógrafa. Sobre su decisión de incluir textos que acompañen las imágenes, sostiene: “Escribí comentarios porque lo sentí así, es la primera vez que lo hago. No son explicaciones de lo que quise decir en imágenes. Son simplemente comentarios muy sentidos respecto de cada obra”.

La mujer atada al cielo de unas sogas (con el mensaje de “aprender a soltar”); la misma chica desnuda entre glaciares (“purificación”); un hombre de traje, que imita al Hombre de Vitruvio y cuya cara está tapada por una manzana verde (“perderse para encontrarse”); una foto que emula a Los amantes de Magritte (el manifiesto remite a las almas gemelas, que “se buscan para encontrarse”); cuervos negros que salen de la casa de un hombre (simbolizan los pensamientos negativos) son algunas de las bellas fotografías que forman parte de la serie. Los sueños, la libertad de pensamiento, el alma, la conexión con los otros, y la causa y el efecto de las propias acciones son otras ideas fuertes en las que se apoya la muestra, que se puede visitar en el Museo Eduardo Sívori (Avenida Infanta Isabel 555).

Cuenta Herbstein que su familia es “de herencia judía”, pero que “nunca ejerció”. “Dios no era una palabra que se pronunciara en casa”, grafica. “Nunca tuve conciencia de la espiritualidad, hasta hace cinco años, cuando surgió en mí el regalo de la curiosidad, la necesidad de indagar y de aprender sobre las verdades universales. Las básicas, como de dónde venimos. Y las más complejas también”, relata. No se identifica con una religión en particular. Es estudiante de Kabbalah, pero le interesan “todas las búsquedas espirituales”, ya que “todas hablan de lo mismo, expresado de diferentes maneras”.

Quizá por estos cambios internos también el giro en su carrera. Trabajó intensamente en el mundo de la moda, para revistas y las campañas más importantes de Latinoamérica. “Me gusta desde un punto de vista antropológico, por la necesidad que tenemos los humanos de diferenciarnos de nuestros pares y de pertenecer. También desde el punto de vista estético, es parte de nuestra naturaleza. El hombre primitivo, al observar su cuerpo desnudo y compararlo con el de los animales –con el de las aves, por ejemplo–, se sintió inferior en condiciones y quiso imitarlo. Ese fue el génesis de la moda. Y es lo que me fascina, lejos de cómo combinar cartera con zapatos”, explica Herbstein. “Por muchos años viví de la moda y sigo haciendo algunos trabajos que elijo, pero hoy mi foco está puesto en otro lado”.

“Lo que me interesa es la conciencia puesta detrás de cada imagen que decido fotografiar”, define. Esto se materializó en trabajos como Huellas (2000), sobre la vestimenta de las etnias precolombinas en la Argentina, con apoyo de Naciones Unidas; o en Heroínas (2001), inspirado en mujeres de la historia argentina. En Huella ecológica (2010) y La basura no es basura (2011) abordó la problemática medioambiental para la Fundación Azara. También fotografió personalidades para la Fundación Huésped, con el fin de generar conciencia sobre el HIV. En 2009 publicó su primer libro de fotos, titulado Aves del Paraíso, metáfora visual en la que el ser humano se fundía con las aves y que apuntaba al desequilibrio medio ambiental que lleva a la extinción de muchas especies.

Estados de conciencia, que también es un libro de fotos, continúa el recorrido. “Remé muchísimo para concretar el proyecto, tuve trabas de todo tipo, y sin embargo seguí adelante. Aprendí que tengo mucha ayuda de arriba y la luz interna para concretar proyectos”, dice. Para Herbstein, “conciencia significa conectar”. “Tomar conciencia es conectar con quienes me rodean y con mí misma, con los cercanos y los que percibo como lejanos, pero que en realidad están ahí para enseñarnos algo. Es la clave de la unidad, la paz, la felicidad: conectarnos entre nosotros y con el universo”.

–Ha comentado que llegó a la fotografía casi por casualidad. ¿Cómo se siente hoy en este ámbito? ¿En qué momento de su carrera cree que está ?

–Hace veinticuatro años que decidí ser fotógrafa, pero me gusta pensar que siempre estoy en mis comienzos, y de alguna manera me obligo a que sea así. Me movilizan más los desafíos que sentirme una persona experimentada.

–Por el avance de la tecnología, el futuro de la fotografía es un tema en debate. ¿Qué piensa al respecto?

–No estaba al tanto de ese debate y no creo que sea así, porque dónde uno decide poner el ojo y el click es una decisión que tiene que ver con el apreciar. Y mientras más personas decidan apreciar lo que las rodea y compartirlo con otros, pienso que suma. La tecnología es simplemente una herramienta. Nunca va a reemplazar al alma humana, que es lo que nos guía en el click.

–¿Qué le gustaría que suceda con los espectadores de la muestra?

–Me gustaría que se lleven algo de al menos alguna de las obras, algún tipo de vibración, inspiración o algo que los movilice de alguna manera. Sé que es muy ambicioso de mi parte pensarlo, pero soy una persona ambiciosa. No lo puedo evitar.

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“Me movilizan más los desafíos que sentirme una persona experimentada”, dice Herbstein.
 
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