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Lunes, 12 de octubre de 2015

SERIES › HUMANS, LA NUEVA SERIE DE LA CADENA AMC

Esa cuestión de los robots

La serie británica plantea el tópico de la naturaleza humana a partir de la revolución de androides, pero desde un ángulo extraño y sugerente, y tratando de eludir algunos tópicos ya demasiado transitados y la trillada imagen de un futuro ultratecnológico.

 Por Federico Lisica

“¿Por qué existe la maldad?”, le preguntaba un niño a Dios en el film Time Bandits (Terry Gilliam, 1981), a lo que éste respondía: “Bueno, tiene que ver con el libre albedrío”. Humans, el reciente estreno de AMC (va los domingos a las 23), recurre a la misma inquietud y respuesta, presentando a sujetos de la especie referida junto a otros denominados “sintéticos”. La producción británica (reversión de un programa sueco) recicla el remanido tópico de la humanidad en los robots (y de la pérdida de sensibilidad de sus creadores), pero con ciertas novedades estéticas, temporales y hasta de un inquietante planteo inicial: ¿es posible que ya sean como nosotros? “Todas las historias que han trabajado el tema son en cierto grado exploraciones de lo mismo, de nuestra relación con un posible ser supremo y de superarlo”, manifestaron las cabezas creativas de la serie, Sam Vincent y Jonathan Brackley, en la publicación digital Den of Geek.

El inicio del primer episodio fue de un costumbrismo inusual para este género. No se está en un futuro eléctrico, sino que el relato se ubica en una Londres paralela a la actual. Tampoco aparecen replicantes taciturnos, terminators asesinos o algún “yo robot” con conciencia vengativa. Simplemente se ve a un padre de familia lavando los platos. Su esposa no está en casa y los hijos han puesto la casa patas arriba. ¿La solución mágica? Comprar en el shopping una androide (Gemma Chan) para que emule a la ama de casa de Los Jetsons. Anita es muy bella, servil a un nivel que perturba, y obtenida a un precio sospechosamente bajo. Qué importa. Lo primero que hará el dueño ni bien la quitan de su envoltorio es mirar de reojo sus nalgas. Por algún motivo a descubrir, su mujer se siente incómoda con la presencia de “la máquina”, como la llama su esposo. “Es nuestra esclava, eso lo que es”, dirá la conflictiva hija adolescente que tiene como hobbie dispararle con un aire comprimido a otros como Anita.

Sin embargo, hay quienes tratan a estas criaturas con más “humanismo”. George Millican (William Hurt) tiene al vetusto Odi como única compañía. El Estado quiere obligarlo a que acepte un nuevo y mejorado asistente pero el investigador en inteligencia artificial no se despegará tan fácilmente del robot al que cuida como a un hijo. “No podemos seguir insistiendo con que solo son gadgets, son más que eso, los hemos creado para que sean más que eso”, dirá alguien con certeza. Y ese es el punto buscado por los creadores de Humans. “Antes que viajar a otra galaxia, nos interesa meter ideas algo locas y espeluznantes justo en el comedor de una casa”, señalaron y diferenciaron este producto de la llamada “telenovela espacial” (Dark Matter, Battlestar Galactica) donde siempre habrá un androide como personaje secundario.

El timing de la ficción acompaña la procesión de los sometidos, sin apresurarse pero con leves y oportunas explosiones. Porque hay más por indagar. Mediante un flashback, se sabrá que Anita fue parte de un comando de robots hackeados y liberados. Que por ahí hay un grupo de secuestradores de robots para el mercado negro, y Leo (Colin Morgan), quien trata de reunir a todos los “sintéticos conscientes”. Esa segunda línea, la del thriller científico, es posiblemente la menos novedosa en términos dramáticos pero le suma una capa de oscuridad a esta producción. Humans –con un poco menos que sarcasmo que Black Mirror– aporta algo sugerente. Más allá de discusiones bioéticas, ya habitamos ese período transhumanista con seres mejorados tecnológicamente. “Estamos obsesionados con estos temas desde Frankenstein. Alcanzar a Dios, crear seres semejantes. Y cada vez parece más cercana la gloria, sea con la medicina, la clonación o la inteligencia artificial. Creo que dejaremos de interesarnos por esto cuando acabemos de saber quiénes somos”, plantearon sus guionistas.

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Todo comienza con un hombre que compra a una androide de oferta en un shopping.
 
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