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Sábado, 17 de diciembre de 2005

MUSICA › ENTREVISTA AL DIRECTOR SALVATORE CAPUTO

“Quería formar parte de esa dinastía musical que admiro”

Nacido en Italia y formado junto a grandes maestros, el director del Coro Estable del Colón reflexiona sobre su oficio.

“El artista que hace falta para un coro de ópera es alguien con capacidades muy particulares. Es alguien muy especial”, dice Salvatore Caputo, director del Coro Estable del Colón. Y explica: “En el mundo hay unos quinientos cantantes que pueden cantar en un coro lírico de un teatro grande. Estamos hablando de seis o siete coros en el mundo que, con un promedio de 90 integrantes hacen más o menos ese total. En un coro de ópera se canta de memoria, muchas veces en un idioma que no se conoce, a grandes distancias unos cantantes de otros y todos del director; a veces no se escucha la orquesta y, en ocasiones, hay que cantar mientras se desarrolla una acción que dificulta el canto. El trabajo del director es encontrar la mejor forma para poner a ese cantante en el escenario de la manera más fácil posible. En eso me ayudó mucho Emanuela Di Pietro, que ahora dirige el coro de La Fenice, en Venecia. Cuando era asistente suyo, ella me hacía cantar dentro del coro, en la cuerda de los tenores. Allí me di cuenta de que los cantantes de coro, en las óperas, muchas veces están solos”.
Formado en letras modernas y, luego, en dirección coral y piano en el Conservatorio Estatal de Salerno, bajo la guía de Franco Pinna, Caputo se perfeccionó en el repertorio operístico con Pieralba Soroga y en dirección orquestal con Bruno Rigacci. Trabajó como asistente junto a importantes directores de orquesta como Claudio Abbado, Bruno Bartoletti, Richard Bonynge, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Daniel Oren, Seiji Ozawa, Georges Prêtre y Jeffrey Tate, entre otros. ¿Por qué decidió mudarse a una lejana ciudad austral llamada Buenos Aires y aceptar el cargo de director del Coro Estable del Colón? La respuesta es concisa: “El orgullo de trabajar en el mismo teatro donde trabajó Gandolfi, que es mi modelo de sonido coral. De dirigir el mismo coro que dirigió Sicuri, que cuando yo tenía 15 años me escuchó y me aconsejó. El Colón ha tenido los mejores directores de coro del mundo. Así que cuando se presentó esta oportunidad, quise aprovecharla. Es un poco de presunción de mi parte. Es querer formar parte de esa dinastía de músicos que admiro”.
–En el mundo de la ópera, tanto entre los artistas como en el público, circula una polémica nunca resuelta acerca de si el género es preeminentemente musical o teatral. Los coros de ópera suelen considerar absurdas y antimusicales las demandas de los directores de escena y éstos acostumbran quejarse de los coros por su falta de disposición, como si no entendieran que son parte de una obra escénica. ¿Cuál es su posición?
–Yo soy parte de una nueva generación de directores de coro. Nunca me peleo con los régisseurs, hablo mucho, nos ponemos de acuerdo con mucha anticipación, diez meses antes, y los régisseurs ahora tienen una preparación muy alta. La mejor forma, el mejor espectáculo, se logra cuando se trabaja en equipo. Cuando el público recibe algo que se escucha pero también se ve. Un coro parado en el escenario no le conviene a nadie. Puede pasar que uno se encuentre con directores de escena que no tienen ninguna formación musical ni hacen el menor esfuerzo por entender y piden cosas imposibles como repartir en veinte lugares distintos una cuerda de sopranos, integrada por unas veinte personas, lo que no sólo cambia el sonido sino que hace que el director no pueda dar indicaciones en veinte direcciones diferentes y que los cantantes no puedan orientarse ni por lo que escuchan, porque no escuchan nada, ni por lo que ven, porque tampoco ven nada. Pero sacando esos casos, en que de todas maneras hay que hablar y tratar de que prime lo razonable, creo que el coro tiene que hacer de todo. En Florencia, un viejo maestro me decía que lo peor para la memoria de los cantantes es quedarse quietos. Si tienen acciones las relacionan con los textos y con los pasajes que deben cantar y memorizan con mucha mayor facilidad.
–Cuál fue su diagnóstico cuando comenzó a dirigir este coro y cuál es su balance después de estos años de trabajo?
–Lo que inmediatamente me sedujo fue el tipo de voces. Este es un coro de voces muy grandes y muy oscuras. Hasta ahora hemos trabajado fundamentalmente sobre el ritmo y sobre la sonoridad, ampliando la gama de los pianos. Mi intención es que este coro llegue al centenario del Colón, en 2008, altamente capacitado tanto para cantar en óperas como para el repertorio sinfónico coral de concierto. El tema que conviene aclarar, por otra parte, es el de la renovación de los integrantes. Cuando yo llegué, me dijeron que para que el coro sonara bien tenía que echar a 55 personas. Y yo dije que si se hacía eso, el coro dejaba de existir. En primer lugar, no es tan fácil conseguir cantantes capacitados. Y en segundo, si me ofrecieran un coro compuesto sólo por jóvenes no aceptaría. Un buen coro tiene que tener su centro en integrantes de edad mediana. Tienen que estar también los jóvenes pero, sobre todo, tienen que estar los más experimentados, que son los capaces de enseñar al resto un oficio único.

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Salvatore Caputo dirige el Coro Estable del Colón.
 
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