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Martes, 8 de diciembre de 2009

MUSICA › EL FESTIVAL DE JAZZ DE EL BOLSóN

Música junto al lago

En su novena edición, el encuentro en la localidad sureña volvió a seducir con un conglomerado de artistas de todo el país que mostraron solvencia, riesgo musical y espíritu lúdico.

 Por Diego Fischerman

Desde El Bolsón

Las bandurrias, una especie de ibis criollo, anidan en los árboles de la calle principal. Los habitantes llaman a la zona La Comarca y es que, dicen, El Bolsón tiene mucho más en común con la idílica tierra de los hobbits que el nombre de uno de sus habitantes más ilustres. Al costado del río Quemquemtreu y casi en el límite de Río Negro con Chubut, esa pequeña ciudad a la que el asfalto llegó hace muy poco y que alguna vez cantaron Pedro y Pablo, todavía muestra la impronta de aquel pasado que, a falta de palabra mejor, algunos identificaron con hippismo. Tierra libre –-o bastante libre– de cirugías y cosméticos, allí, una vez por año y desde hace nueve, se congrega un festival de jazz que nuclea a lo más representativo de la zona y, también, a artistas que llegan desde Buenos Aires, Córdoba o La Plata y cuyos nombres se alejan de lo obvio.

Dirigido artísticamente por un músico, el guitarrista Alejandro Aranda, que se instaló allí y que rigurosamente se abstiene de incluirse en la programación, el festival, esta vez, se realizó en una carpa, aportada por el Centro Cultural Galeano. Ese aire circense fue, en todo caso, un marco exacto para el cierre, el domingo a la noche, con el grupo Pollerapantalón yendo del funky al ska y pasando por una versión a la Bregovic de “So What”, mientras la multitud que colmaba la carpa bailaba. “Hasta ahora hicimos algo que podría tener más que ver con el jazz –dijo en un momento una de sus tres saxofonistas–. Pero a partir de ahora mostraremos quiénes somos realmente.” Integrado por tres saxos, teclados, guitarra, bajo y batería, el grupo, que se mueve mucho más en un circuito callejero que en teatros y pulcros recitales, muestra una contundencia y un ajuste notables, una gran flexibilidad para moverse con soltura a través de estilos diversos y, sobre todo, sentido del humor.

Eventualmente, ese cierre dibujó un arco sorprendente con el del primer día, cuando Escalandrum, haciendo una mayoría de temas hasta ahora no grabados en disco, dio una pequeña clase magistral de complejidad y afán de riesgo musical en el marco de una música contundente y comunicativa. Más allá del interés de las composiciones y los méritos de cada uno de los integrantes –Pipi Piazzolla en batería, Nicolás Guerschberg en piano, Gustavo Musso en saxo soprano y alto, Martín Pantyrer en saxo tenor y clarinete bajo, Damián Fogiel en saxo tenor y Mariano Sívori en contrabajo– y de varios solos de gran nivel, el sexteto reafirmó como uno de sus atractivos el compacto sonido grupal.

Tres tríos estuvieron entre los más destacado del festival. Por un lado, el virtuoso Power Jazz Trío conformado por Juanpi Juárez en guitarra eléctrica, Eduardo Muñoz en contrabajo (reemplazado por Marcos Archetti en una segunda función) y Ezequiel Piazza en batería fue, en escena, una aplanadora. Por otro, los cordobeses Cristian Andrada en contrabajo, Ricardo Cassinelli en batería y Lucas Acuña en guitarra y composición, interpretaron temas originales que remitían a elementos del folklore latinoamericano. En ese sentido, la propuesta más clara fue la del trío de Archetti, junto al excelente guitarrista Matías Hargo y Lautaro Burgos en batería. También en este caso, la propuesta musical trascendió aun el muy buen nivel como instrumentistas de sus integrantes. Chau Coco, con una propuesta centrada en las posibilidades del formato canción, la Chulengo Jazz Band, de Comodoro Rivadavia, los brasileños de Jazzafinado y un grupo vocal local, Clara Bo Jazz, completaron la oferta de este festival que, durante tres días, logró equilibrar el interés de los músicos –el encuentro, las posibilidades de tocar y de contar con una muy buena producción detrás– con la del público, que encontró variedad y calidad en las propuestas.

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Pollerapantalón cerró el encuentro y desató el baile.
 
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