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Viernes, 20 de mayo de 2011

MUSICA › LOS AMIGOS INVISIBLES TOCARáN ESTA NOCHE EN NICETO CLUB

Ritmo y letras de cachondeo

El sexteto venezolano lleva dos décadas concibiendo una afiebrada mezcla de funk latino, ingeniería pop y homenajes a los placeres de la carne. “La música de baile se sirve del más básico ritual de apareamiento, y se rinde a él”, explican.

 Por Luis Paz

Los Amigos Invisibles están en una pequeña fiesta ofrecida luego de uno de tantos shows en veinte años. Se les acerca una modelo, charlan y, pasado un rato, ella cuenta que perdió su virginidad luego de un concierto de la banda. Un tiempo después, en otro recital, una pareja con un bebé en brazos les revela: “Lo concebimos escuchando a Los Amigos Invisibles”. Son sólo dos ejemplos que hacen concretos el simbolismo sexual y la cachondez musical de este combo venezolano de funk latino, pop caliente y disco afiebrado, que esta noche en Niceto Club (Niceto Vega 5510, a las 21) seguirá atentando contra la planificación familiar. “La música de baile se sirve del más básico ritual de apareamiento, y se rinde a él. Ir a una disco es entregarse al ritual de la atracción y a lo sexy. La música bailable acelera tu ritmo cardíaco, alinea tu corazón con el groove y te hace sentir más sexy. Esas dos anécdotas nos hacen decir: ‘Lo logramos’”, festeja el guitarrista José Luis Pardo, el arquitecto musical del sexteto.

“Sueño erótico”, “Ponerte en cuatro”, “El disco anal”, “Masturbation Session” y “Superfucker” son algunos de los elocuentes títulos que han presentado en una carrera de dos décadas, siete álbumes (varios de ellos en el sello de David Byrne), un disco de remixes y un reciente EP derivado de su última obra, el contundente Comercial: en ese disco abrevan en tradiciones de música tropical con una ingeniería pop y una serie de relatos-homenaje a los gozos de la carne, el ritmo y el calor. “Entendemos todo eso como parte del arte de la gozadera: disfrutar, tomarse un buen vino, comerse una buena carne, admirar la belleza infalible de las chicas y entregarse a la tertulia.”

Pero lo notable, en lo profundo de ese relieve a veces guarro, siempre calentorro, es sobre todo la traducción que logran de aquel instinto a un entramado musical solvente, pegadizo, potente y sabroso. “Comercial”, define Pardo, también conocido como DJ Afro. “Y no lo tomamos en un mal sentido. Intentamos en este disco hacer el más comercial que pudiéramos, en el sentido de su efectividad e instantaneidad: que fuera corto, contundente, con pocos solos y buenos estribillos. Pero, otra vez, fue catalogado como un disco de música alternativa”, alcanza a quejarse. Es que más allá de lo esbelto de su propuesta, Los Amigos Invisibles han estado siempre atravesados por esa noción del culto, por esa idea del secreto a voces capaz de bendecir a un grupo en términos artísticos pero de maldecirlo, a la vez, en términos de su economía de la supervivencia. “Somos una banda pobre, más allá de haber ganado un Grammy”, dice DJ Afro.

En esa realidad que queda cuando la fantasía (y cuánta, y qué gráfica) de su obra se desvanece, la banda tiene en la tecnología a un aliado fundamental: “Ganamos el Grammy con un disco hecho en una laptop. Pero, bueno, la consecuencia de la tecnología también es que la música sea más ficcional que nunca, porque no tienes tal instrumento para procesar un sonido, entonces le pones un plugin en tu programa de grabación; o no puedes acceder a tal instrumento, pero lo puedes sintetizar con tu laptop. Siguiendo con el tema, dos cosas. No nos importa sacrificar ventas de discos si la gente va a los shows. Porque hay descargas viajamos a tocar a Turquía, por ejemplo. Es indudable que detrás de las reuniones de bandas existe el problema de que ya no venden discos y no pueden quedarse en sus mansiones, tienen que salir de gira y reunirse para pagar sus cuentas. Por otro lado, una banda como nosotros debe respetar a las redes sociales, porque les posibilita una vida mediática. Pero, a nivel personal, no entiendo dónde ha quedado la línea que separa privacidad de vida pública. Hoy una niña va a un cumpleaños de 15 y tiene otro a la semana siguiente, pero como ya subió muchas fotos con ese vestido, necesita otro, y así cada semana. Todos los valores se replantean en ese contexto y creo que, cada vez más, uno sólo es dueño de lo que calla”, cierra su monólogo el venezolano.

En ese mismo cruce entre el deseo creativo, que va en un automóvil de alta gama, y sus posibilidades económicas, que caminan a pie, Los Amigos Invisibles han desarrollado recientemente otros dos proyectos. El EP Not So Commercial, con canciones de la misma época que las de Comercial, pero más “trippy” (más colgadas, más “viajadas”), que terminan de contornear la figura actual de la banda; y el documental La casa del ritmo, dueño de su propia historia: “Es un repaso por estos 20 años de giras y grabaciones, como hechos transversales a nuestra vida en las últimas dos décadas. Al no contar con presupuesto, la idea iba a ser abandonada. Pero el productor tuvo la idea de convocar a los fans a aportar lo que pudieran para realizarlo. Les habló franca y abiertamente a través de las redes sociales y los mismos fans acabaron financiando ese documental, en uno de los gestos más bonitos que haya podido imaginar”, se emociona el guitarrista.

Por supuesto, buena parte de La casa del ritmo documenta el proceso de realización de Comercial, para el que trabajaron con Cachorro López y Dimitri From Paris como productores, y contaron con colaboraciones musicales de Natalia Lafourcade, Jorge González y miembros de Sr. Coconut, un notable proyecto de revisión de la música rítmica latina. En el documental, además, queda más claro el concepto sónico detrás de esta séptima placa: “Comercial es un disco de jingles. Hay temas de publicidades y de programas de televisión de mucha calidad, que tienen detrás el indudable talento de músicos que, hemos visto, son casi siempre los mismos. Los jingles son canciones que te programan para disfrutar, que te meten en la cabeza y se hacen parte de tu formación: todos recuerdan algún jingle”, asegura, habiendo aportado él mismo, en este CD, un par de jingles posibles... para productos como geles íntimos y hasta consoladores.

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Seis músicos entregados al “arte de la gozadera”.
 
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