Viernes, 17 de junio de 2011 | Hoy
MUSICA › MICHEL BOLASELL Y SU LIBRO LA REVOLUCION DEL TANGO, LA NUEVA EDAD DE ORO
El periodista francés esboza un amplio panorama de las expresiones surgidas en el género durante las últimas dos décadas en una obra editada ahora en castellano. “Me encontré con muchos artistas de notable creatividad”, celebró durante su presentación.
Por Carlos Bevilacqua
Mucho se ha dicho sobre el impulso que en las últimas dos décadas registró la actividad tanguera en Buenos Aires. Pero poco se ha escrito, acaso por la cercanía en el tiempo de un fenómeno que, bien podría considerarse, todavía está ocurriendo. En su libro La revolución del tango, la nueva edad de oro, presentado anteayer en la Alianza Francesa, el periodista francés Michel Bolasell intenta describir y analizar las formas en que el género típico porteño se fue desarrollando durante los últimos veinte años en música, canto, poesía y danza.
“Busqué armar algo que se alejara de los clichés de exportación que suelen tener los libros sobre tango”, se apresuró a aclarar el autor en el arranque de su discurso. “Me encontré con muchos artistas de notable creatividad, por lo general jóvenes, tan preocupados por ser modernos como por respetar las raíces”, contó poco después como resumen de un trabajo basado en decenas de entrevistas con artífices de esta nueva etapa del tango como Ignacio Varchausky, Lidia Borda, Alfredo Rubín y Johana Copes. Editado por Corregidor, el volumen de 270 páginas –que ya se había editado en Francia– tiene otra importante fuente de información en las propias observaciones de Bolasell sobre los lugares de la ciudad donde el tango late a diario. Según confesó, si bien vive en Perpignan (Francia), es un frecuente visitante de Buenos Aires y degustador del tango desde hace décadas. “En cuanto a composición e interpretación musical, percibo un nivel altísimo”, aseguró el ex redactor del diario parisino L’Indépendant. Sorpresivamente, destacó el desarrollo alcanzado en la letrística, justo el rubro que los analistas argentinos suelen considerar el menos favorecido. “En cuanto a versos para ser cantados, estamos yendo hacia expresiones de gran calidad, aun cuando eso no se note mucho. A partir de esa realidad, no puede pasar más que algo bueno. Lo que no puedo responder es por qué eso todavía no se ve o a qué están prestándole atención los medios”, opinó, traductora mediante.
En el segmento reservado para preguntas del público, el autor enumeró varias ventajas de lo que a simple vista podría verse como una gran desventaja: describir algo que ocurre en el Río de la Plata desde otro continente. “Pude tomar mayor distancia del hecho y, por estar lejos, me sentí obligado a prestar mucha atención, lo cual también me permitió ser más profundo”, contestó Bolasell, quien ya había escrito dos libros vinculados con la Argentina: la novela Terminus Ushuaia, ambientada en Tierra del Fuego, y el ensayo histórico Buenos Aires, cinco siglos de un mito reinventado. También logró desbaratar algunos cuestionamientos al título de su nuevo libro y su correspondiente bajada, tal vez exagerados en su afán efectista, cuando opinó: “Pienso que ante tanta creatividad se da una continuidad con lo que ocurrió en los ’30 y los ’40”.
Para la confección de los textos, el reportero galo contó con la valiosa ayuda de su colega argentino Gabriel Plaza, especializado en música popular. Fue él quien le suministró los primeros datos y contactos, además de escribir luego un prólogo para la obra. “Lo primero que pensé cuando me llamó Michel fue ‘¡qué buena idea!, ¿cómo no se me ocurrió a mí?’. Creo que es muy simbólico y paradójico que haya sido un extranjero quien se ocupó de retratar la movida actual del tango”, señaló como prologuista de la presentación. Munido de un disco de La joven guardia del tango, editado en 1997 por la Biblioteca Nacional, Plaza comparó aquel panorama incipiente con la actual proliferación de grupos y solistas: “Hoy recibo alrededor de veinte discos de tango por semana, productos de una escena que está viva, muy creativa, que no tiene miedo a la comparación con los clásicos y que demuestra que puede dejar su propia huella”.
Con el panorama privilegiado que suele dar el ejercicio del periodismo, Plaza reparó en el curioso hecho de que en los ’90 había muchos nuevos artistas que estaban emprendiendo proyectos similares sin saber unos de otros. “Fue una generación que supo contar su propia historia a través del tango con la particularidad de tender puentes hacia las generaciones anteriores en vez de pretender romper totalmente con la tradición, como hicieron otras”, observó. “Tras rupturas políticas y sociales importantes como la del regreso a la democracia en la Argentina, suele haber también una ruptura cultural y es muy común que los artistas, tras un período de cuestionamiento a todo lo dado, se vuelquen de nuevo a la tradición”, acotó el autor. La presentación cerró con muestras de la materia tratada: la danza de dos tangos a cargo de Silvana Allievi y Mariano Balois, por un lado, y el canto de Claudia Pannone, por otro. La actual voz de Gotan Project fue explícita al dejar para el final los versos de “Chau, no va más”, aquel tango del (a su tiempo) rupturista Homero Expósito.
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