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Sábado, 18 de febrero de 2012

MUSICA › SE CUMPLEN TREINTA AÑOS DE LOS MITICOS RECITALES DE MERCEDES SOSA EN EL OPERA

Ceremonia libertaria en torno de una voz

Los shows que la cantante dio desde el 18 de febrero de 1982 fueron trece, en sólo once días. Dos testigos directos, el productor Daniel Grinbank y el músico José Luis Castiñeira de Dios, evocan cómo fue el regreso de la Negra luego de su exilio.

 Por Carlos Bevilacqua

Eran días especiales, turbulentos, pero de creciente esperanza. A principios de 1982, la dictadura estaba a punto de suicidarse con la aventura de Malvinas. En rigor, ya venía desgastada. El malestar por la situación económica, la falta de libertad de expresión y el doloroso saldo de la represión ilegal habían hecho combustión en el humor popular, con síntomas como la formación de la Multipartidaria opositora o el primer acto masivo de la CGT. En ese contexto sociopolítico se produjo el regreso a los escenarios argentinos de Mercedes Sosa, luego de tres años de exilio y varios más de una proscripción que se remontaba a la época de la Triple A.

Entre el 18 y el 28 de febrero de aquel año, la prodigiosa cantante dio un total de trece recitales a sala llena en el Teatro Opera de Buenos Aires. Según evoca Daniel Grinbank, productor de aquellos shows, Mercedes fue recibida la primera noche con una lluvia de claveles rojos. “Estábamos todos con un nudo en la garganta, incluida ella, pero arrancó muy bien con ‘Los hermanos’, la milonga de Atahualpa Yupanqui. Cuando la terminó, cantando ‘y una hermana muy hermosa / que se llama libertad’, el teatro estalló en una ovación impresionante.” Por su parte, el director musical y arreglador del ciclo, José Luis Castiñeira de Dios, agrega: “Los primeros once recitales fueron de mucho fervor y emoción, pero relativamente tranquilos. En los últimos dos, el público directamente se quedó en la calle manifestándose un buen rato después del show”. Para Grinbank, “la gente salía muy motivada y exaltada, pero ya llegaba así por lo que representaba la Negra”. “Estuvimos once días, pero podríamos haber seguido llenando durante un mes entero”, completa.

Para Mercedes también fueron jornadas cargadas de emoción por varios motivos. “Hacía como un año y medio que no actuaba; su último disco lo había grabado en Francia y venía de afrontar mucha tristeza, no sólo por el golpe, la proscripción y el exilio sino también por las recientes muertes de su segundo esposo y de su guitarrista, Pepete Bértiz”, recuerda Castiñeira de Dios, hoy director nacional de Artes de la Secretaría de Cultura de la Nación.

“Ella priorizó lo artístico –asegura Grinbank–. Demostró el profesionalismo absoluto que la caracterizaba. Para cuidar la voz hablaba muy poco antes y después de cada show y, además de ensayar con todos, se tomó el trabajo de ensayar antes por separado con cada uno de los músicos con los que iba a actuar por primera vez. En todo momento se movió con una concepción muy clara de lo que quería hacer, que era brindar buenos shows.” Y vaya si lo hizo. Como documento para la posteridad, quedó un LP doble titulado Mercedes Sosa en Argentina, editado por Philips y producido por el propio Grinbank. Desde sus surcos, la Negra conmueve con versiones en vivo, personales, siempre hondas, de canciones diversas, que van de lo estrictamente folklórico a piezas de la (entonces) nueva trova cubana, pasando por “Sólo le pido a Dios”, de León Gieco, y el tango “Los mareados”.

Otro rasgo distintivo de aquellos recitales fue la cantidad y calidad de los artistas invitados. Porque al grupo estable compuesto por Omar Espinoza en guitarra y charango, Castiñeira de Dios en guitarra y bajo, y Domingo Cura en percusión, se sumaban en diferentes pasajes Antonio Tarragó Ros, Ariel Ramírez, Raúl Barboza, León Gieco, Rodolfo Mederos y Charly García, entre otros. “Mercedes siempre mostró una apertura mental muy grande. Durante su exilio, recuerdo haber entrado a su casa de Madrid y encontrarla escuchando a Stevie Wonder, por ejemplo. Fue justamente a principios de los ’80 cuando ella empezó a tener un fuerte acercamiento al rock argentino. Y con los recitales del Opera fue que empezó su relación artística con Charly”, contextualiza Grinbank.

En su evaluación general del ciclo, Castiñeira de Dios aporta una observación sociológica: “En ese regreso, Mercedes recuperó un público que traía de los años ’70 y sumó uno nuevo que prácticamente no la conocía. Eso pudimos confirmarlo al año siguiente, durante una larguísima gira nacional en la que la Negra convocó a mucha gente joven, en ceremonias que tenían mucho de acto cívico y libertario”. Para Grinbank, las trece funciones a sala llena significaron “un hito para la cultura popular argentina, no sólo en lo artístico sino también en lo social y en lo político, porque Mercedes representaba la resistencia a la dictadura”. “A lo largo de las últimas décadas produje muchos eventos importantes, pero siento que esa vuelta de la Negra está en el podio de todo lo que hice.”

Aquella serie de recitales históricos volverá a ser evocada por Grinbank en una charla que compartirá el sábado 18 a las 17 con el periodista Carlos Polimeni en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985), donde este mes se ofrecen además otras charlas, recitales y una exposición en homenaje a Mercedes Sosa.

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Mercedes Sosa arrancó el primer concierto con “Los hermanos”, de Atahualpa Yupanqui.
 
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