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Lunes, 12 de marzo de 2012

MUSICA › BRUNO ARIAS Y EL BONDI CULTURAL, SU MáS RECIENTE PROYECTO MUSICAL Y POéTICO

“Hay que apoyar a los que la pelean para ganar un espacio”

El músico jujeño motoriza una idea que tiene un auténtico espíritu federal e integrador. El colectivo ya grabó un disco y a mitad de año se viene una segunda parte, con otros artistas. No se suben a la etiqueta del “folklore joven”, pero le aportan aire fresco al género.

 Por Sergio Sánchez

El siglo XXI es un tiempo de tensiones, cambios y movimientos. ¿Quién puede discutir que están sucediendo cambios profundos en la cultura, la política y hasta en el desarrollo de las tecnologías? Al parecer, son tiempos para revisar lo que se hizo y decidir qué camino tomar. Los artistas, claro está, no son ajenos a este nuevo escenario ni son indiferentes a su entorno. Entonces, las miradas conservadoras parecieran cederle terreno a los discursos renovadores. O, por lo menos, ahí se produce la puja. Algo de eso sucede en el campo del folklore. Quizás, sea saludable que lo tradicional tienda un puente con lo moderno para no perder vigencia, para construir algo nuevo. En eso anda el cantor jujeño Bruno Arias desde hace casi una década y eso demuestra también en su más reciente proyecto musical y poético: Bondi Cultural. Se trata de un disco colectivo producido y dirigido por Arias que reúne a jóvenes cantores de diferentes provincias –incluido él– con el fin de dar cuenta de los nuevos aires del folklore.

“Hay muchos talentos en las provincias que no tienen apoyo de las direcciones de Cultura o no tienen estructuras para grabar y salir a mostrar lo suyo –explica Arias–. ¿Qué es más fácil? ¿Hacer una unión para que se pueda difundir un disco a nivel nacional en todos los medios del país o que cada artista vaya por separado con el disco bajo el brazo? Nos pareció mejor que en un solo disco hubiera dos canciones de cada uno. De esa forma, la difusión tiene más fuerza. Después, si lo acepta un sello discográfico o una productora, bienvenido sea, mientras sume para que estos artistas se conozcan. Sin embargo, la idea es no entregar nuestro arte a contratos leoninos sino hacer valer nuestra música a través de un arreglo justo.”

Este es un Bondi que avanza a toda velocidad y por todas las regiones del país. Además de Arias, los pasajeros de este ambicioso disco son los cantores Hernán Bolletta (Miramar), el dúo Che Joven (Mar del Plata), Javier Caminos (Berisso), Federico Pecchia (Escobar), Pucho Ruiz (Santiago del Estero), Juan Pablo Ance (Tucumán), Luciano Cañete (Lincoln) y, entre otros músicos, el percusionista de Tierra del Fuego Mariano Ponce (grabó en “Golondrina cautiva”). Antes que un proyecto musical es una gran familia en donde reina la solidaridad y la amistad, como el buen folklore lo indica. Y el talento y la diversidad, claro. Pero el Bondi no se detiene ahí. Hay combustible para varios kilómetros más. El músico jujeño pisa el acelerador y planea grabar a mitad de año la segunda parte de este disco, pero con cantores de otras provincias. Un verdadero espíritu federal e integrador. El grupo Meta Chango (Santiago del Estero), Jorge “Chapu” Domínguez (Formosa), César Ayala (Santa Fe), César Juárez (Salta) y Becho Riveiro (Jujuy) y Federico Toledo de (Río Negro) serán algunos de los participantes de la segunda parte. Y también está la idea de hacer un Bondi con todas mujeres. Le dice Arias a Página/12: “En el ambiente del folklore nos conocemos todos y sabemos quiénes son trabajadores de la música, que a base de mucho esfuerzo, sin estructuras económicas, la reman y la pelean para ganar un espacio. Entonces, la idea es apoyar a quienes están proponiendo cosas nuevas y enriqueciendo la música folklórica de su lugar”.

Los músicos del Bondi cantan su verdad y en su andar evocan a Julio López (“¿Dónde está?”), Carlos Fuentealba y la deuda pendiente que el Estado argentino tiene con los pueblos originarios. Sus canciones suenan a zambas y chacareras, pero dicen algo presente, contemporáneo y hasta juegan con sonidos modernos. Por ejemplo, en “Sacha churi”, de Luciano Cañete, una vibrante guitarra eléctrica coquetea durante todo el tema con la voz pampeana del cantor. “El disco tiene mucho fuego y mantiene el sentido de la justicia, de lo no dicho. Los artistas del Bondi tenemos como bandera la verdad. Somos individuos que tenemos muchas cosas para decir”, se entusiasma el rionegrino Toledo. Aunque la mayoría son composiciones propias, en el Bondi también está la esencia de referentes del folklore como Ricardo Vilca, un talentoso compositor andino que murió casi en el anonimato y que era capaz de trasladar a la Quebrada de Humahuaca a quien escuchara sus melodías instrumentales. Dos de sus piezas más hermosas suenan en el disco: “Misachico de cangrejillos” (por Pecchia) y “Quebrada de sol y de luna” (por Arias). En esta sintonía, Arias también grabó una emblemática canción que no falta en sus shows: “Kolla en la ciudad” (Néstor Gea-Sebastián Castro). Se destacan también la chacarera “Chaca que machaca” (Cañete), la dulce zamba “Luna norteña” (G. Molina y J.P. Ance), la nostálgica “Mishkila” (Ruiz), la urgente “Cómo no lo viste” (Che Joven) y la paisajística “Miramar” (Bolletta), entre otras.

–¿Existe el llamado “folklore joven”, o cómo lo entienden ustedes?

Bruno Arias: –El folklore es lo que uno expresa, lo que tiene adentro, lo que aprendió de chico. Es decir, es todo lo que uno va absorbiendo y lo que va volcando a través de la música. Puede ser tradicional o moderno, es libre. Pero siempre tiene que ser espontáneo, natural y genuino. Nuestro folklore es muy rico, tiene muchos ritmos. Hay diferentes formas de expresarlo, pero siempre tiene la impronta del lugar de donde uno viene. No hay que forzar eso sino respetarlo. Si te sale tocarlo de forma tradicional, con dos guitarras y un bombo, está bien. Pero eso no significa que sea antiguo, porque a pesar de que la instrumentación sea tradicional, tiene un aire fresco. Y eso tiene que ver con que somos jóvenes y que hacemos música folklórica desde el lugar que nos toca vivir, desde nuestro tiempo. Nos podemos vestir de gauchos y sonar igual a Los Fronterizos. Ahora tenemos otro tipo de información, de vivencia. Tratamos de expandir la música al resto de América latina, pero no dejamos de hacer folklore de nuestro país. Como decía Atahualpa, que la “forma sea nacional y el idioma universal”. Para ese lado apuntan todos los changos del Bondi.

Hernán Bolletta: –No hay un folklore nuevo o viejo. El folklore es el saber del pueblo y eso se construye día a día. Yo me crié en Miramar, en medio del campo, a 13 kilómetros de la ciudad, y el primer casete que me regaló mi viejo fue uno de Yupanqui. A la vez, por la radio llegaban los Guns N’Roses, Pink Floyd, Led Zeppelin, León Gieco, Mozart y un montón de cosas. Entonces no existe el folklore nuevo, lo que existe es la renovación. Nosotros somos changos de entre 25 y 30 años que hemos escuchado otras cosas. Entonces eso se refleja en nuestra música, y va más allá de algo nuevo o viejo.

B. A.: –Por supuesto que tenemos nuestros referentes y el compromiso como jóvenes es que ellos estén presentes. Desde ahí intentamos proponer algo nuevo sin olvidarnos del legado que nos dejaron algunos músicos, como el Cuchi Leguizamón, Yupanqui o Ricardo Vilca.

H. B.: –Cualquiera que haya leído el poema “Destino del canto” de Yupanqui –tengo amigos del blues, del jazz y del rock que lo han leído– se da cuenta de que es universal. Por eso los libros de Atahualpa se leen en todo el mundo. El folklore es el resultado de lo que vivimos día a día. Por supuesto, los que nos han precedido nos van marcando cosas desde su poesía, su música, desde la forma que han visto el arte.

Mariano Ponce: –En otros géneros, como el rock, se hacen compilados para poder difundir un grupo de artistas que se mueve bajo un ideal. Esto sería un compilado de folklore de artistas nuevos que viene aportándole cosas al cancionero. Estamos haciendo música argentina con la experiencia que tenemos y con los instrumentos que nos gustan.

Federico Toledo: –Yo tengo 38 años, mi mamá es cordobesa y profesora de piano. Siempre hubo folklore y música en casa. No somos changos que hemos agarrado la guitarra hace cinco años y dijimos: “Vamos a hacer algo nuevo”. Las cosas salen. Queremos marcar la huella con el mismo peso que lo hicieron las personas que estuvieron antes que nosotros. Pappo, Spinetta y la Negra Sosa, por ejemplo, son referencias que quedaron grabadas en canciones y en la memoria de la gente. Y nosotros intentamos que nuestro mensaje y nuestra música se escuchen en todos lados y nos haga crecer. Todos los integrantes del Bondi tenemos un arraigo muy fuerte con nuestros pueblos originarios. Mi abuela negó toda la vida su ascendencia mapuche y nosotros despertamos para reivindicar nuestros orígenes. Nos unimos para vivir momentos mágicos, con la música, el arte y la verdad.

–¿Qué inquietudes comparten como generación?

H. B.: –El artista está todo el tiempo en una búsqueda. Algunos la tienen más definida y otros no tanto. Según de dónde vengan y qué les haya sucedido en la vida. Las inquietudes van surgiendo en el camino. Nos inquietan las injusticias, las cosas bien hechas, el dolor y el amor. Yo soy un artista que le canta mucho al paisaje. Hay un mensaje nuevo en todos nosotros. Y creemos que hay muchas cosas para atender: la minería, la escasez de agua, la deforestación o los niños en las calles. El artista de alguna forma es la proyección de la voz del pueblo. Entonces, hay cosas que tenemos que cantar. Uno intenta hacer despertar a los otros a través de una canción o una palabra y decirles que no están solos. La idea es lograr que las canciones vuelen. Y para eso tenemos que darnos una mano entre nosotros. Por eso, en el disco que estoy grabando como solista voy a incluir canciones de Javi Caminos, Fede Pecchia y una chacarera que hicimos con Bruno. Hay que despojarse de las acciones que te llevan al individualismo. Hay que buscar lo colectivo. Viajar, encontrarte con nuevos paisajes y hermanos que te generan otra cosa.

–Dicen que el artista es la voz del pueblo. Entonces, ¿cómo ven el panorama político y social?

B. A.: –Es un tiempo de muchos cambios. Las generaciones jóvenes se han acercado a la política, muchos medios alternativos han podido dar su opinión y muchos reclamos han salido a la luz. Trato de no condenar a nadie por los errores. Siempre la intención es aportar a que las cosas mejoren, sin descalificar a nadie. Cuando asumió la Presidenta quise regalarle una whipala, pero no llegué a dársela. Me parecía una oportunidad linda para mostrarle que muchos de los pueblos originarios la han votado, que confían en ella y que están esperando que tenga un acercamiento más directo. Yo confío en esta gestión. Puedo estar en desacuerdo en muchos puntos de vista, como la cuestión de la minería a cielo abierto, pero estoy a favor de muchas políticas, como la asignación universal por hijo. Muchos chicos en Jujuy que vivían bajo un puente hoy gracias a las cooperativas de vivienda tienen su propia casa. Ojalá que siga creciendo todo, la educación, el acceso a la salud y la inclusión para los que menos tienen.

F. T.: –Hay un despertar en Latinoamérica y en la Argentina también, donde no todo es lo que se dice sino lo que se ve. Y lo que nosotros vemos es un cambio notorio en el país, porque lo recorremos. No es que miramos la tele y en base a eso armamos una idea. Eso sí, decimos no a la destrucción de nuestra tierra. Si tenemos que estar en contra de la gente que toma decisiones importantes, lo vamos a estar, ya sea de la cúpula del gobierno o de donde sea. Estamos de acuerdo y en desacuerdo con un montón de cosas.

B. A.: –Tratamos de despojarnos de los egos, de ser más solidarios entre nosotros y demostrarles a otros músicos que de esa forma se puede construir y disfrutar de nuestros pares. En estos tiempos hay muchos celos artísticos. Por eso nosotros tratamos de ser más compañeros. Si te toca hacer un coro o tocar el bombo, tenés que cumplir ese rol y nada más. No sobresalir todo el tiempo. Eso también se aprende en el Bondi Cultural.

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Bruno Arias, Hernán Bolletta, Mariano Ponce y Federico Toledo, algunos de los integrantes del Bondi.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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