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Viernes, 27 de julio de 2012

MUSICA › CRISTIAN ZARATE Y LEONARDO SANCHEZ PRESENTAN SU DISCO CUANDO NOS QUIERAN

“No siempre debe haber bandoneón”

“La comparación directa sería ridícula, pero no podemos negar que Salgán y De Lío están en nuestra música”, dicen el pianista y el guitarrista, que se cruzaron en un concierto en Tokio y desde entonces hacen música juntos. Hoy actúan en la Casa del Tango.

 Por Cristian Vitale

Piano y guitarra. Tango. La primera asociación es que Cristian Zárate y Leonardo Sánchez son los Salgán-De Lío del nuevo siglo. Que Cuando nos quieran, disco que presentarán hoy en la Casa del Tango (Guardia Vieja 4049), opera como una continuidad necesaria –casi obligada– de la estela estética del dúo aquel que ya no podrá ser. Ninguno de los dos lo niega. Zárate habla de amor al género, de respeto y continuidad. Sánchez, de evolucionar en esa línea. “La comparación directa sería ridícula y hacer exactamente lo mismo que hicieron ellos no tendría ningún mérito, pero no podemos negar que ambos están en nuestra música... no tenemos otra referencia de este formato dentro del tango”, dicen. Y marcan terreno. Se conocieron hace ocho años cuando los dos fueron convocados para un concierto del Mosalini-Agri Quinteto en Tokio y el flechazo fue instantáneo. Zárate volvió al país, Sánchez voló a Toulouse –donde está radicado hace 28 años–, pero la distancia no impidió que confluyeran en la intención. “Somos como hermanos que se eligieron... ¿no ve las peladas?”, se ríe uno y el otro asiente.

–¿Cuál fue la intención, entonces?

Cristian Zárate: –Partió de cuando Leonardo me pasó un CD de César Camargo Mariano y Helio Delmiro y me dijo: “Fijate cómo estos tipos hacen su música con un piano y una guitarra y no les falta nada”. Lo escuché, me quedé pensando y en los siguientes encuentros pensamos en hacer esa música, pero en el camino que habían seguido Salgán-De Lío. Un camino que, digamos, no se desarrolló.

Leonardo Sánchez: –Eso por un lado, y por otro la coincidencia en un pensamiento musical que va más allá de poder mover los dedos. Más que una asociación técnica, lo nuestro es una unidad de pensamiento que nos permite, más que cualquier otra situación, componer juntos pese a estar a 12 mil kilómetros de distancia uno de otro.

Uno en Buenos Aires y otro en Toulouse, entonces, pudieron concebir un finísimo disco viéndose apenas una semana por año –durante tres años– y sacándole el máximo jugo posible a la fruta del tiempo. Un tiempo de entre giras por Suecia, Noruega, Japón y Buenos Aires, que no sólo permitió la recreación de muy singulares versiones del acervo clásico del género (desde “A Don Agustín Bardi”, de la musa Salgán, hasta “Los mareados”, de Cobián y Cadícamo, o “Vida mía”, de los hermanos Fresedo), sino también composiciones propias y entre ellas dos a dúo: la pieza que da nombre al disco, y “Tanro Bando”, un juego de palabras hecho sonido que rodea como una elipsis a otra versión: “Milonga de mis amores”. “Esto también habla de una continuidad, ¿no? Combinamos una milonga de principios del siglo pasado con otra contemporánea y demostramos que pueden estar ligadas. No inventamos la pólvora ni nada, sólo venimos a decir que el tango, lejos de lo que muchos piensan, es un género atemporal”, determina Sánchez.

Zárate, el pianista, nació hace 37 años en Buenos Aires. A los 16 ya era parte de la Orquesta Color Tango, un arranque “pugliesiano” cuyo derrotero siguió con su paso por la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, dirigida por Carlos García y Raúl Garello, y como pianista invitado de la Orquesta Estable del Teatro Colón, bajo la batuta de José Carli. También fue parte de la Orquesta Juan de Dios Filiberto, el Julián Plaza Sexteto, el Julio Pane Trío y el Néstor Marconi Quinteto. Dirigió, a su vez, el espectáculo Tango por dos y arrimó sus teclas a la recreación de la ópera María de Buenos Aires, en Francia. Sánchez, el guitarrista, nació en Córdoba y, luego de graduarse como profesor de guitarra, fundar y dirigir el grupo Gomina, emigró a Francia, donde formó el dúo Mosalini-Sánchez, junto a Juan José Mosalini, y participó de las orquestas de Basse-Normandie, Lille, Picardie y Flandres ‘I Fiamminghi’. Sánchez trabaja también para artistas de jazz, clásicos, de pop y de folklore y escribe la música y los textos de “Cielos argentinos”, obra para guitarra, soprano y orquesta a pedido de L’Ensemble-Orquesta de Normandía. “De tanto vivir en Francia, se me hace complicado escribir algo y encontrarme con gente que no sabe de qué estoy hablando”, se ríe Sánchez. “Por eso siempre trato de que el texto esté representado musicalmente.”

–Parece referirse a la versión instrumental de “Afiches”, que grabaron en el disco. Si uno no conociera su letra, igual la podría intuir...

L. S.: –Claro... cuatro compases de tango y el resto pura música con una connotación literaria, porque estamos hablando de ese tipo que se está rompiendo el corazón por ver esa imagen que es compartida por todos, la mujer a la que el tipo le dio el hogar, y se refriega con arena el paladar. Es una fotografía de ese texto que pasa a través de esa música.

–¿Por qué “El día que nos quieran”? ¿Buscan afecto?

L. S.: (Risas.) –Serrat decía “de lejos se ve más claro”, y yo veo que las manifestaciones de las músicas populares, como pueden ser el jazz, no están encerradas en un estereotipo. El tango sí, porque para abordar el género parece que siempre tiene que haber necesariamente un bandoneón. ¿Por qué? Todo el mundo te pregunta dónde está el bandoneón, y yo sabía que iba a haber cierta molestia con esa pregunta. Entonces, la idea fue demostrar que el tango va más allá de eso... que el bandoneón es un ingrediente, pero que uno puede cocinar un tango sin tal ingrediente y sacar una comida rica igual. Tal vez fue como premonitorio decir el día que nos quieran, aún con la ausencia del bandoneón. Es cierto que nos podemos ir por las ramas, pero llega un punto en que Cristian tira tres notas y dice “esperen, que estamos hablando de tango”.

C. Z.: –Nadie nos ha dicho aún “esto no es tango” y es un halago.

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“Nadie nos ha dicho aún ‘esto no es tango’ y es un halago”, argumentan los dos músicos.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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