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Viernes, 22 de febrero de 2013

MUSICA › BOBBY KEYS, SAXOFONISTA DE LOS ROLLING STONES, ASEGURA QUE SI LA BANDA VUELVE A LA ARGENTINA, EL SERA DE LA PARTIDA

“Estoy siempre esperando que suene el teléfono”

Tiene una banda con la que despunta el “vicio” del rock and roll mientras los Stones no están de gira y escribió una autobiografía cargada de anécdotas musicales. ¿Cómo iban a faltarle, si además tocó con John Lennon, Joe Cocker, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis?

 Por Javier Simone

Bobby Keys (con gorra) arriba del escenario de los Rolling Stones, una tradición de más de cuatro décadas.

Cada músico elige cómo pasar las transiciones en la carretera; pero si además está a meses de festejar los 70 y con un recorrido arrollador, es casi una obligación pasarlo mucho más relajado. Es así como decidió vivir Robert Henry Keys, saxofonista de los Rolling Stones, cuando Sus Majestades Satánicas no están de gira: formó su propio grupo, B.K. and The Sufferin Bastards, y disfruta de la misma manera que cuando grabó y se subió a escenarios con los más grandes de la historia del rock. “Todos los miembros del grupo son de otras bandas, de la de Neil Young, por ejemplo. El bajista toca con Sherryl Crow y quería formar una banda para salir a tocar; como los Stones no trabajan tan seguido –y cuando no trabajan, me aburro–, junté a estos chicos en nuestra ciudad, Nashville, y hemos hecho unos cuantos shows. Amo tocar con ellos: simplemente nos juntamos, tocamos y nos divertimos mucho haciéndolo. Hacemos música de fines de los ’60, de los ’70 y algo de los ’50, fundamentalmente rock and roll, que es lo que amo. Y mientras la gente venga y lo disfrute, vamos a seguir tocando.”

El repertorio que Keys elige para cada noche es tan amplio como la cantidad de figuras con las que este saxofonista compartió estudios y escenarios. Pero, tras más de cuatro décadas junto a los Rolling Stones, la marca registrada –con forma de lengua– es imposible de saltear. “Hacemos canciones principalmente de los Stones, pero no tratamos de ser ellos, son simplemente canciones que conozco”, explica el músico. “También hacemos otras de gente con la que he tocado durante años, como Joe Cocker, John Lennon, Dr. John y George Harrison. Muchos de ellos desgraciadamente han muerto, pero siempre hay nuevos músicos, y los músicos no tienen que ser ricos, famosos o conocidos. A veces toco con algunos que recién empiezan y disfruto mucho, sobre todo del hecho de que quieran seriamente hacer música.”

Los días de sosiego de este norteamericano de acento sureño –es de Slaton, Texas– le permiten recordar gran cantidad de historias entre cuerdas y vientos. Y por eso incursionó en un género que se da a menudo en las figuras del rock: las autobiografías. “Surgió de un modo muy simple, sentado, contando historias con amigos”, recuerda. “Ellos me dijeron que debía escribir un libro y lo hice. Es una colección de recuerdos, no hay nada de sensacionalismo, es todo sobre música. Disfruté mucho haciéndolo, traje algunas buenas anécdotas y espero que haya tiempo para otro libro.” Every Night’s a Saturday Night, la autobiografía de Keys, se publicó en mayo del año pasado, con prólogo de Keith Richards.

La charla con Página/12 se da tras un show en Brooklyn. Es medianoche, momento propicio para que aparezcan los recuerdos, como cuando logró que su nombre fuera reconocido entre los grandes de la música. “Eso fue a fines de los ’70 en los Estudios Elektra, mientras estuve grabando con Delaney and Bonnie y Eric Clapton; luego lo hice con Joe Cocker. En Inglaterra estuve haciendo unas cuantas sesiones con Eric y George Harrison para All Things Must Pass. En una disco conocí a Mick Jagger, que me invitó a tocar en Let it Bleed. Grabé por primera vez con los Stones en 1969, la canción era ‘Live with me’. Fue hace cuarenta y cuatro años... y los amo, son grandes amigos. Keith es mi mejor amigo, nacimos con una hora de diferencia, pero en distintos continentes. A él lo conocí en 1964, en el Festival de San Antonio, Texas; yo tocaba con Bobby Vee y ellos habían grabado una versión de ‘Not Fade Away’, de Buddy Holly, que había nacido en mi ciudad. Mi reacción había sido: ‘Ey, esa canción es de Buddy, ¿quiénes son estos blancuchos con acento raro y patillas de alambre para venir a hacer negocios con ella?’. Pero en realidad eran una banda muy buena y aquello sonaba a rock and roll de verdad.”

El repaso –innecesario para los fans, que los conocen nota por nota– de discos como Sticky Fingers o Exile on Main St. recupera la evidencia de lo insoslayable del sonido de los vientos que Jagger había planeado para los Stones de aquel momento. Al cantante y al saxofonista de los Stones los unía entonces una gran amistad, al punto de que Keys fue ayudante de padrino en Saint-Tropez, en la boda de Mick y Bianca. Allí conoció a Nathalie Delon, esposa del actor Alain Delon –de quien estaba distanciada–, con quien inició una relación “peligrosa”, aunque el saxofonista no estuvo al tanto. “Mick tenía una casa al norte de Niza. Allí estaba viviendo el flamante matrimonio y yo iba en mi moto a visitarlos y a ver a Nathalie. Nos íbamos a toda velocidad a recorrer pequeños pueblitos con una botella de vino, bocadillos y otras cosas; ella me enseñaba francés, era muy graciosa y solíamos pellizcarnos el culo. Todavía la quiero”, afirma Keys. El amorío finalizó de manera escabrosa meses después, cuando ella le dijo que no la volviera a contactar nunca más. Con el paso de los años, el saxofonista supo que ella le había salvado la vida con ese gesto. Al parecer, los lazos de su ex marido con el crimen organizado de Marsella se habían cobrado la vida de otro caballero desafiante.

Esos años de descontrol también marcaron el fin de la amistad entre Keys y Jagger, quien no tuvo reparos en despedir al saxofonista. Así lo contó Richards: “Bobby se buscó la ruina metido en una bañera llena de Dom Pérignon. El es el único que sabe cuántas botellas hacen falta para llenarla... En la antepenúltima actuación de la gira europea del ’73, en Bélgica, esa tarde no teníamos rastros de Bobby; fui a su habitación y lo encontré fumándose un puro y sumergido en champán con una joven francesa. Además me mandó a la mierda cuando le dije que teníamos que ir a tocar. Más tarde, los contadores le informaron que no había ganado dinero en ese tour por culpa de esa bañera. Es más... debía dinero. Me costó diez años que volviera a la banda, porque Mick se mostró implacable, y con razón”.

Aquello que quedó como una anécdota costosa de la ruta fue un quiebre en la etapa musical y el fin de la relación con Jagger. “A Mick lo conozco desde hace mucho tiempo; hoy tenemos una relación laboral... Realmente no quiero hablar de cosas personales”, se ataja Keys. Durante el período en que estuvo lejos de los Stones, el saxofonista tocó con figuras como John Lennon y Yoko Ono, Ringo Starr y Keith Moon entre otros. Pero su objetivo era el regreso. “Sentía que tenía que ocuparme de mis cosas, de mis problemas, para volver a tocar con ellos. Tenía que ocuparme de mi salud, reorganizarme para volver a tocar con los Stones. Tenía que sobreponerme a ciertas cosas y me sobrepuse. ¡Y aquí estoy!”

Los ’80 comenzaron con poca actividad para Keys: intervenía en algunas presentaciones con dos o tres temas por show, ya que con Jagger era difícil recomponer la relación. Entonces otros líderes solicitaron sus servicios: Fats Domino, Jerry Lee Lewis y Chuck Berry, con quien participó en Hail, Hail Rock and Roll!! (dirigida por Richards). Dos años más tarde, el guitarrista hizo todo lo posible para tener a Keys en los X-Pensive Winos, su banda “solista”. Fue la antesala ideal para la vuelta del saxofonista a los Stones, que se dio en el Steel Wheels Tour de 1989.

Al igual que los otros integrantes de la banda –excepto Richards–, Keys debió esperar el Voodoo Lounge Tour en 1995 para conocer Sudamérica. “De la Argentina tengo el recuerdo de gente grandiosa, libre... Cuando los Stones llegaron a Buenos Aires a eso de las 3 am, cientos de personas fuera del hotel tocaban bocinas y tambores. Tengo algunos amigos allá, es un gran lugar; además me recuerda a Texas. Me encantaría ir con mi banda. Sólo necesito un promotor argentino y con gusto estaré ahí tocando con una gran sonrisa.”

En plena acción junto a los Bastards, Keys, una leyenda viva del saxo rockero, disfruta y se prepara para un nuevo llamado de los Stones. “Con ellos nunca sabés cuáles son los planes. Eso sí: si vamos a la Argentina, creo que iré con ellos; pero no sé dónde irán, ni nada al respecto de una nueva gira; yo voy, toco y, después de eso, nada más. Espero que suene el teléfono.” Como lo esperan miles de argentinos, está de más aclararlo. “Jamás me canso de tocar”, asegura Keys. “A ‘Brown Sugar’ la toqué un millón de veces y aún la disfruto cada vez que la toco, porque nunca envejece. El espíritu se mantiene joven. La carne envejece, pero el espíritu no”, afirma. Y larga una risotada.

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