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Domingo, 17 de agosto de 2014

MUSICA › WAYNE HUSSEY, ANTES DEL SHOW DE THE MISSION, EN VORTERIX

“No se respeta a los músicos”

Desde hace 30 años comanda un grupo que logró surfear todas las olas de modas y tendencias, y a varios sellos discográficos. El show de esta noche, cuarta visita al país, servirá para presentar en sociedad las canciones del disco The Brightest Light.

 Por Mario Yannoulas

Debe ser todo un espectáculo cazar a Wayne Hussey luciendo anteojos oscuros por las brasileñas calles de San Pablo. ¿Un referente de la vieja escena gótica británica, con su biosfera distante de neón y colores fríos, adobando día a día el caldo de un país tropical? En efecto, el líder de la histórica agrupación The Mission, nacida en Bristol en las entrañas de los ’80, vive en Brasil desde hace doce años junto a su esposa paulista. Y aunque luzca fuera de órbita, Hussey parece más a gusto en la cuna de la samba, donde pocos le consultan por esa añeja y amorfa expresión llamada “rock”. “No sé si me inspira el lugar en sí. Creo que, dondequiera que uno esté, la mentalidad creativa es permeable a influencias”, cavila el cantante y guitarrista mientras atiende asuntos personales en su Inglaterra natal. “Quizás el hecho de vivir alejado de casi todo el universo exterior hace que me mantenga al margen de la moda, las tendencias y demás cuestiones que no necesito. Pienso muy poco en eso, hago lo que me parece correcto en cada momento, y el resto del mundo que se joda.”

Si la música es un túnel ficticiamente viable hacia un pasado perfecto, el tronco de la obra de Wayne Hussey desemboca directo tres décadas atrás. Sin embargo, estos casi treinta años de carrera junto a The Mission –banda que formó tras salir de la también icónica The Sisters of Mercy, por su vínculo conflictivo con Andrew Eldritch– lo deponen algo más allá del tiempo y el espacio. “No suscribo particularmente al estilo de vida gótico, pero en cualquier lugar del mundo al que vayamos, siempre hay público para nosotros. Supongo que eso indica que en cada lugar hay una escena floreciente”, especula. Tras el recordado debut de 1988 en el Estadio Obras, más dos escalas en el cambio de siglo, Hu-ssey se prepara para un cuarto asalto porteño junto a The Mission. La cita de esta noche a las 21 en El Teatro Vorterix (Federico Lacroze y Alvarez Thomas) será el primer encuentro en vivo del público argentino con The Brightest Light, duodécimo trabajo de estudio del cuarteto.

–The Brightest Light parecería ser su disco menos personal, y también el menos gótico, ¿por qué?

–No lo premedité. Esta vez, las canciones salieron así. Sí hubo un intento consciente de mirar hacia afuera un poco más de lo habitual para escribir las letras. Quizás eso forjó el tono del disco, pero no estoy seguro, no es algo en lo que piense demasiado. Musicalmente, veníamos probando en vivo muchas de estas canciones antes de grabarlas, porque trabajar en una sala de ensayo está muy bien, pero un tema realmente cobra vida cuando se lo expone; sólo ahí uno puede saber qué cosas funcionan. Como cada disco que hice, The Brightest Light documenta dónde estoy como compositor, y dónde estamos como grupo.

–Hace poco dijo que no quería hacer un disco de “rock clásico”. ¿A qué se refería con eso y cómo trabajó para evitarlo?

–La mayor parte del rock moderno se me hace genérico, como si hubiera sido grabado en el mismo estudio y con los mismos equipos. Eso pasa porque todo el mundo usa Pro Tools y recurre a los mismos plugins. Por supuesto que nosotros también hicimos algo de eso, pero grabamos las pistas básicas tocando juntos en la misma habitación para lograr que sonara orgánico, con sentimiento. Todo el filo y el carácter que debe tener una banda muchas veces terminan suavizados en las grabaciones hechas con plugins, por herramientas como el auto tune (afinador automático), la cuantización y el “copiar-pegar”. Por eso trato de evitar esas prácticas cuando puedo.

–A lo largo de su carrera trabajó con muchísimos sellos discográficos distintos, ¿siente que la mayoría no respetó su trabajo?

–Sí. Ellos tienen en mente vender de cualquier forma, y en función de eso pretenden que uno prostituya su arte. En algún lugar existe un fino balance en el que el músico puede cumplir con la responsabilidad de vender su obra pero conservando la dignidad. A nivel general, este negocio no tiene respeto por los músicos.

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“La mayor parte del rock moderno se me hace genérico”, sostiene el guitarrista y cantante.
 
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