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Miércoles, 11 de marzo de 2015

MUSICA › JUAN PABLO JOFRE GRABó HARD TANGO Y GIRA POR EL MUNDO

Un bandoneonista en Nueva York

El músico publicó un álbum con la participación de Paquito D’Rivera, Ljova Zhurbin y Fernando Otero. Además, su flamante obra Trascender se presentó en el Barvikha Concert Hall Moscú y en el Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo, bailada por Herman Cornejo.

 Por Cristian Vitale

Juan Pablo Jofre usufructúa bien la impronta de la era: le gusta que le digan JP, así, a secas. Pero no es un cuadro político resistiendo en medio del fuego cruzado –también de la era– sino un bandoneonista nacido hace treinta años en San Luis y radicado hace ocho en Estados Unidos, cuyo fin no es luchar aquí por la patria liberada, sino luchar allí por difundir el prestigio del tango argentino. Y con armas de grueso calibre, claro. Por un lado, el formidable disco Hard Tango, reforzado por las presencias de Paquito D’Rivera, Ljova Zhurbin y Fernando Otero –entre otros– y, por otro, la flamante obra Trascender, que acaba de hacerle honor a su nombre en el Barvikha Concert Hall Moscú y en el Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo, pa’que baile (además) Herman Cornejo, también argentino y primera figura del American Ballet Theatre. “Fue un orgullo y un sentimiento muy fuerte estar en esos antiguos teatros con tanta historia donde pasaron grandes figuras de la música clásica como Tchaikovsky y Shostakovich. Y más aún, estar en el medio del escenario con el bandoneón y tocando una obra de mi autoría, bailada a su vez por Herman. Fue completo”, relata el hombre a Página/12, con el diario del lunes recién abierto.

–¿Podría contar la médula estética de Trascender? ¿Cuánto hay de tango en ella, si quiere empezar por un punto específico?

–Es una obra contemporánea, tonal, con pocos elementos del tango, en principio. La pieza abre con un coral que es la introducción. El segundo movimiento es un allegro que consta de movimientos rítmicos más agresivos procedentes, ahora sí, del tango y de la música clásica contemporánea, y cierra con un maestoso que sería un tema con variaciones. Cuando nos reunimos con Herman, la interpreté para él en mi departamento. Estaba un poco nervioso porque no sabía si se iba a sentir cómodo con la música y los ritmos, pero él empezó a hacer unos pasos y cuando terminé, abrí los ojos y me dijo: “Es tan hermosa la música que tuve que sentarme a escuchar”. Ahí me vino el alma al cuerpo (risas). Igual, aclaro que si bien la obra fue escrita para ballet (está pensada para ser bailada) también es una pieza muy rica musicalmente. De hecho, haré una presentación en Los Angeles con la música solamente, y Kathryn Stott, pianista de Yo-Yo Ma, me pidió un arreglo para piano de la pieza.

Bajo ningún punto de vista, dicho está, Trascender anula el nexo entre Jofre y el tango. De joven (19 años) trocó bandoneón por batería, y el primer impulso provino nada menos que de Rubén Juárez. “‘Metele nomás, no es tarde’, me dijo él, y dos años después audicioné con Daniel Binelli, Jorge Fontenla y Pedro Calderón, a quienes les tuve que interpretar un arreglo de Astor Piazzolla y una fuga de Bach. Y los tres me dieron cartas de recomendación”, evoca Jofre, que ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes 2004, y ligó dos años de clases duras y parejas con Julio Pane. Después llegaron el primer viaje a Nueva York, algunas recomendaciones más, la visa de artista y la radicación definitiva en Estados Unidos. “Allí hay una comunidad del tango y cada vez crece más. Si bien es un país en el que el tango todavía se ve sólo como una danza, cada vez está un poco más receptivo a lo musical, aunque todavía se reconoce a Astor en un círculo chico y el bandoneón es un instrumento muy exótico. Cuesta pero va, digamos”.

–¿Por qué terminó decidiéndose por el bandoneón?

–La verdad es que tocaba batería y estudiaba piano, contrabajo y composición, pero sentía que necesitaba algo más relacionado con la música de mi país. Era joven y estaba buscando el instrumento que me hiciera sentir mejor y más identificado. Mi abuelo Jofre cantaba tangos, mi abuelo Romarion tocaba el acordeón y los dos coincidían en que el bandoneón era un instrumento encantador... Tenían un respeto inmenso hacia él. Más tarde, mi profesor de composición me decía “compartí un instrumento armónico y componé”, y yo intenté estudiar piano, pero sólo me dejaban estudiar piano complementario, porque me decían que con 16 años ya estaba grande. Años más tarde vi un bandoneón usado en una casa antigua de música y no dudé un segundo: lo cambié por la batería y hoy es el instrumento que más amo y más cosas me ha dado. En fin, nunca es demasiado tarde, como me dijo Juárez.

–Es decir que Juárez “determinó” su Hard Tango, de alguna manera...

–Tal vez sí. Hard Tango nació en el 2012, y el nombre deriva de mis influencias relacionadas con el hard rock, la música clásica y obviamente el tango. Un disco que culminó con la participación especial de Paquito D’Rivera, que grabó una obra mía llamada “Primavera”. Yo había tocado con él en el Heineken Jazz Festival y en el Blue Note de Nueva York, por lo que conocía mi música, y no dudó un segundo en participar, porque no sólo es un gran músico sino que también apoya mucho a los artistas jóvenes que la vienen peleando.

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Aunque era baterista, Juan Pablo Jofre se decidió por el bandoneón por consejo de Rubén Juárez.
 
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