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Lunes, 1 de junio de 2015

MUSICA › GENERACIóN XXI PATAGONIA, EN SAN MARTíN DE LOS ANDES

Ecos de la canción patagónica

Nuevos creadores e intérpretes de la región compartieron palabras, abrazos y canciones en el marco del encuentro organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación. Hubo recitales, pero también debates y talleres, todo en un clima de encuentro y celebración.

 Por Sergio Sánchez

Desde San Martín de los Andes

Llueve sin descanso en la fría San Martín de los Andes, pero la canción patagónica vibra con fuerza y avanza a paso firme. Durante el fin de semana, nuevos creadores e intérpretes de la región comparten palabras, abrazos y canciones en el marco de Generación XXI Patagonia, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación, a través de la Dirección Nacional de Artes; con el apoyo de la comuna local y la Asociación Civil y Cultural Trabún. “Tenemos que ir a tocar a lugares donde nos escuchen como hermanos, un lugar sincero donde la ley de mercado no nos condicione. Hay que armar una red de encuentros. No tenemos que tocarle la puerta a un festival que nos mira con desprecio”, resaltó, a modo de conclusión, José Ceña, coordinador de Gen XXI, en alusión a festivales mercantilizados como Cosquín. En un clima de encuentro y celebración, los músicos discutieron sobre sus búsquedas musicales y tendieron un puente con la raíz y los grandes maestros, como Yupanqui, Mercedes Sosa o Hamlet Lima Quintana.

Uno de los tópicos que surgió en la primera mesa de debate –y reapareció todo el tiempo durante el encuentro– es el estado actual de la música de raíz folklórica patagónica, qué alcance tiene a nivel nacional, cómo repercute en los grandes centros urbanos como Buenos Aires y, por supuesto, qué identificación genera en su propio territorio. Hubo varias líneas de análisis, pero más coincidencias que disidencias. “Estamos en un proceso de construcción de la música patagónica y los artistas tenemos que plantearnos trabajar en ese proceso”, propuso el compositor santacruceño Ariel Arroyo. Y se explayó: “Nuestra región está integrada por la identidad de todas las regiones del país, es decir, es diversa y plural. De hecho, en mi música aparecen colores y estéticas diferentes”. En este sentido, en la mesa se preguntaron si ese mosaico cultural era favorable o no para la construcción de una identidad musical. “Desde el sur, vemos todo el universo musical de América. La importancia está en lo que contamos. Somos los hijos del viento, nos parió múltiples y hay que hacerse cargo. El viento arrea de todo”, graficó el compositor e intérprete Eduardo Paillacán, de Chubut. Se refiere a la multiplicidad de ritmos que adoptan otros sentidos cuando se topan con la aridez, el viento o el frío sureño, como la milonga, la chacarera o el chamamé. Sin embargo, también existe el componente ancestral de la región. Dice Paillacán: “Hay que tener en cuenta el aporte de la cultura ancestral, que forma parte de nosotros. El loncomeo (una danza ritual y ritmo mapuche) tiene que ver con lo espiritual y hay que respetarlo. Cuando se toca un ritmo, hay que saber qué es lo que se está haciendo”.

Para el rionegrino Francisco Lanfré, es “muy importante estar en el lugar de donde uno es, a la hora de componer una canción autóctona. Es más hermoso estar cerca de la raíz, del campo, de la montaña, porque se produce un compromiso más fuerte con la canción. Creo que la canción patagónica pasa más por el texto que por el ritmo”, cerró Lanfré, en consonancia con Paillacán. “Necesitamos crecer para adentro, reconocernos, armar un circuito de trabajo, generar encuentros culturales inclusivos, solidarizarnos entre nosotros –propuso Horacio Contreras, del dúo chubutense La Chuza–. Y eso también incluye a los medios y al Estado.” A su turno, el director Nacional de las Artes, Rodolfo García, planteó un disparador: “Esta región es la menos difundida en Buenos Aires. Se conoce más la música del norte que la del sur. ¿Qué piensan de eso?”. Y Contreras expuso: “Tal vez tiene que ver con que no tenemos un núcleo familiar viviendo allá, como sí lo tienen otras provincias. El patagónico elige quedarse acá. Creo que primero empezamos a escuchar el folklore tradicional para luego contar sobre nuestra gente. Los Hermanos Berbel y Abelardo Epuyén son algunos de los precursores de la música patagónica”. La cantora Casiana Torres, de Tierra del Fuego, contó su experiencia: “Hay un cancionero con ritmos como el tango y la chacarera, que hablan sobre nuestra ciudad. Hay una ‘provincianía’ en construcción. La música está virgen: no tengo un ritmo que me encapsule, pero eso me da libertad de tomar géneros de todo el país”.

Otro de los aspectos centrales que se discutieron fue el rol de las políticas culturales y la planificación para el desarrollo de los músicos locales. “Es agotador el trabajo independiente, necesitamos el apoyo de las dirigencias. Queremos trabajar en nuestra región, que las fiestas regionales no sean copadas por artistas nacionales sobrevaluados, que le quitan espacio a los músicos locales”, enfatizó Contreras y sintetizó el pensamiento de la mayoría. “Lo primero que hay que transmitirle a los chicos es el sentido de la música y la estética viene después”, opinó el músico y promotor cultural Marco Vilches. Para Edgardo Lanfré, el vecino también tiene que comprometerse con el respaldo a los artistas locales.

Si bien el eje estuvo puesto en los debates y talleres, también hubo lugar para llevar las palabras al plano de lo concreto. Durante el cierre de cada jornada, los músicos mostraron sus propuestas. Una de las sorpresas fue la actuación de la Orquesta Municipal de Instrumentos Latinoamericanos Musicantes, del programa social Andrés Chazarreta. Con la coordinación musical de Heber López, una veintena de niños y niñas de todas las edades emocionó al público con un breve pero contundente y original repertorio. Sonaron la chacarera “Pampa de los guanacos”, el chamamé “Paraje, bandera bajada”, de Isaco Abitbol; el tondero tradicional peruano “San Miguel de Piura”, “La cumbia del mole”, de la mexicana Lila Downs, y un cierre a tono con “Cinco siglos resistiendo”. “Está buenísimo tocar piezas de orquestas europeas, pero también gatos y chacareras. Hay un pensamiento colonizador que aún no logramos revertir. Sin embargo, vamos por buen camino”, analizó López, en una de las mesas. Luego, Fernando Carmona le hizo un guiño a Yupanqui (tocó “Duerme changuito”), Paillacán abrió con una canción en napudungún (lengua mapuche), Casiana Torres hizo una sentida versión de “Canto minero”, de Carlos Di Fulvio, y el trovador Sandro Quipo les cantó a las dos caras de Bariloche: la del turismo y la realidad de los que duermen en la calle. Al otro día, se armó una peña en las afueras de la ciudad, que recibió al lúcido trovador Sergio Castro (hizo su canción “Kolla en la ciudad” con los chicos de Pasión Andina), a la cantora Suna Rocha (evocó también a Yupanqui) y las jóvenes promesas Fran Lanfré y Ariel Arroyo.

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La cantora Casiana Torres, de Tierra del Fuego.
Imagen: Gentileza Eduardo Fisicaro
 
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