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Sábado, 21 de mayo de 2016

MUSICA › PAUL MCCARTNEY REDEFINE EN VIVO SU OBRA CON UN HILO NARRATIVO SOLIDO Y ABARCATIVO

Entre el carisma y la electricidad

El ex Beatle se despidió del tramo argentino del One On One Tour con otro show en el que recorrió transversalmente todos los puntos de su carrera y logró envolver en calor a un público apabullado por el frío de la noche platense.

 Por Yumber Vera Rojas

Luego de advertir que la noche sería una fiesta, Paul McCartney presentó en la última fecha del One On One Tour en la Argentina a “Temporary Secretary” como lo que es: “Un track electrónico”. Aunque parecía chistoso o exótico verlo bailar (con Ringo Starr enfiestado junto a él) en el cierre de los Grammy de 2014 el himno dance “Get Lucky”, al tiempo que Daft Punk lo tocaba, se trataba de un género que le era familiar. Y no porque hoy sea masivo, sino debido a que mucho antes de que el dúo francés la rompiera, al ex Beatles le picó el bicho de la experimentación con sintetizadores. Lo hizo en su álbum McCartney II, editado el 16 de mayo de 1980, en los meses previos a que Kraftwerk llegara al tope de los charts británicos con “The Model” (de hecho, aludió al grupo alemán en el Estadio Único de La Plata, con visuales que evocaban al disco Computerwelt). Además del segundo single McCartney II, de aquella época destaca “Check My Machine”, dub campestre con el que el músico comenzó a escribir una historia ignota que lo tiene en calidad de pionero inesperado.

A pesar de la sorpresa que simbolizó la inclusión de ese tema en su repertorio, al público que asistió el jueves al segundo recital del hijo pródigo de Liverpool en la capital bonaerense ese riesgo le resultó tan anecdótico como su contoneo por tevé con Daft Punk. Si bien luego de su primer show en el Único chispearon los comentarios de que su visita a cancha de River, en 2010, fue superior a la de este tercer asalto en el país, el ídolo británico dejó en evidencia que se encuentra trabajando en la redefinición de un hilo narrativo sólido y abarcativo de su obra. Y es que no es tarea fácil compendiar en apenas dos horas y cuarenta minutos de recital una trayectoria sintetizada por su producción como solista y dos bandas (una de ellas la mejor de la historia). Y más si se tiene en cuenta que pasó más tiempo tocando con sus actuales músicos que con los Beatles o Wings.

Así que, a diferencia de su anterior desembarco en la Argentina, en el que estableció a priori un equilibrio tramposo entre los Beatles y Wings –que luego de un toma y daca parejo, sabroso e intenso terminó por inclinarse a favor de los primeros–, McCartney ofreció en esta oportunidad un espectáculo todavía más transversal. Y es que como agudamente definió poco luego de comenzar, hizo un repaso de “viejas canciones, algunas nuevas y otras del medio”. Lo que incluyó desde el ya mencionado “Temporary Secretary” hasta la versión menos R&B y más acústica de “Four Five Seconds”, que firmó en 2015 con Rihanna y Kanye West, pasando por “In Spite of All the Danger”, joya originaria de los Quarrymen, el semillero de los Fab Four. Pero la gran sorpresa fue “A Hard Day’s Night”, ya que la rescató en esta gira a cinco décadas de la última vez que la había interpretado. Más allá, obviamente, de que el resultado del clásico con el que está abriendo este tour la situara más cerca de la manera de entender el ímpetu a sus 74 años que de la furia adolescente de su naturaleza original.

Salvo por un par de excepciones, que hicieron la diferencia en materia estrictamente musical, la despedida del bajista, guitarrista, pianista y cantante del tramo argentino de su gira no fue distinta a la de sus debuts en Córdoba y La Plata (por más que a esta última insistiera en llamarla Buenos Aires y hasta le diera la bienvenida a la ciudad a los foráneos que se acercaron a verlo). Lo que no quiere decir que fuera un déjà vú, pese que recordara, de la misma forma que sucedió en 2010 y el martes pasado, el trabalenguas de los “tres conejos en un árbol…” que lo introdujo al castellano. En todos los pasajes en los que se sumergió, McCartney demostró no sólo carisma sino electricidad. Si bien es cierto que algunos temas del Beatles oldie los adaptó al dial AOR (Rock Orientado al Adulto) –como “A Hard Day’s Night”, “We Can Work It Out” o “You Won’t See Me”–, el músico confirmó esta vez, por ese hermoso modo de cantar que pocas veces lo traicionó, que esas canciones descarnadas de fines de los 60 o el flirteo power pop de los 70 representan lo mejor de él en la actualidad.

En el final de “Let Me Roll It”, Macca citó a “Foxy Lady”, de Jimi Hendrix: pareció innecesario porque, aunque la historia se encargara de demostrar que era el Beatle más pop, el tiempo decantó que es el más rockero. De inmediato, “I’ve Got a Feeling” logró que su propuesta envolviera en calor a un público apabullado por el frío. Y, de hecho, en varios momentos habló sobre el rock y la fiesta, e incluso arengó tanto como mechaba dedicatorias a su mujer Nancy en “My Valentine”, a su ex Linda en “Maybe I’m Amazed”, o a sus fans de Wings en “Nineteen Hundred and Eighty-Five”. Después de ese capítulo si se quiere campechano –con chocita 3D de fondo–, en el que desempolvó “Love Me Do”, “And I Love Her” y “Blackbird”, Macca le dedicó “Here Today” a John Lennon y “Something” a George Harrison, para enseguida darle un nuevo rock a “Band on the Run”, “Let it Be”, “Live and Let Die” y “Hey Jude” (del que fueron protagonistas los fans que lucieron cartelitos con el “na, na, na, na, na, na”).

Lástima que haya sumado “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, porque, si de agite se trata, “Coming Up” hubiera sido no sólo un gran regalo, sino una redención a un temón. Sin embargo, para el bis el artista inglés se colgó la guitarra para recrear un número puesto: “Yesterday”. Y a continuación “Jet”, que suplantó a “Hi, Hi, Hi”, desenfundada el martes ¿Cuál de los dos hitos de Wings pesa más? Quizás el primero. Pero el costo fue alto, pues en vez de 39, McCartney, quien improvisó un potencial hit al “Oh oh oh oh” que se escuchaba desde las plateas, hizo 38 (en realidad, el martes “Get Back” había sido un agregado fuera de programa). Poco de eso les importó a las chicas que subieron al escenario para celebrar su cumpleaños: curiosamente, pidieron como regalo que les firmara cuello y brazos para luego tatuárselos. Lo más lindo fue la despedida, en la que las abrazó a todas, para más tarde saltar emulando el sueño de piba. Y no sólo eso: a ellas les cantó “Birthday” y al resto “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End”, mientras la luna se asomaba en el estadio e irradiaba a casi 50 mil espectadores con los pelos de punta.

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El repaso de McCartney abarcó “viejas canciones, algunas nuevas y otras del medio”.
Imagen: Alejandro Leiva
 
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