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Domingo, 10 de julio de 2016

MUSICA › JACQUES MORELENBAUM Y SU CONCIERTO DE HOY EN EL KIRCHNER

“Mi voluntad es la de abrazar toda la música brasileña”

Saudade da Futuro. Futuro da Saudade se titula el disco de samba que el extraordinario músico brasileño, uno de los más influyentes de la MPB, presenta con su CelloSam3aTrio. “Es la primera vez que toco en la Argentina con este proyecto”, se entusiasma.

 Por Karina Micheletto

Viene de tocar en Córdoba, donde además dio una clínica de arreglos y composición para chelistas. Algo similar hará en Buenos Aires, donde hoy a las 19 ofrecerá un concierto con su CelloSam3aTrio, en la Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), con entrada gratuita. Antes, a las 11, dará una clase magistral en otra sala del Kirchner. Con tanto de humildad como de genuino asombro, Jacques Morelenbaum agradece, ante todo, el entusiasmo del público cordobés: “¡qué platea tan cálida, tan jubilosa, cómo me han recibido!”, recuerda en su perfecto portuñol aquella actuación en Cocina de Culturas, en diálogo con Página/12. Lo dice como si no fuera uno de los músicos más influyentes de la música popular brasileña de las últimas décadas, responsable de los arreglos y la dirección de los grandes discos de Caetano Veloso, integrante de los grupos de Tom Jobim o de Egberto Gismonti. O como si no fuera el responsable de volver popular el violonchelo dentro de la música popular.

Un ejemplo de eso es Saudade da Futuro - Futuro da Saudade, el disco de samba que viene a presentar con su CelloSam3aTrio, junto al guitarrista Lula Galvão y el baterista y percusionista Rafael Barata. Con esta formación despliega un nuevo color para el samba y la música popular brasilera, para composiciones de Gilberto Gil, Caetano Veloso, Tom Jobim, Chico Buarque, Jacob do Bandolim, João Donato, Carlos Lyra, Vinicius de Moraes y las de su autoría. “Es un registro que sintetiza los diez años que hemos trabajado con este trío”, marca el músico. “Hacemos algunas composiciones mías y de músicos de mi generación, pero también incluimos composiciones de mis maestros, especialmente aquellos maestros con quienes he colaborado en mi carrera, y otros que son fundamentales en mi formación”, detalla.

–¿Lo pensó como un homenaje a estos maestros?

–De una manera general este proyecto tiene otra carga simbólica, viene de una voluntad mía de abrazar a la música brasileña, y de hacerlo con mi instrumento, en el que no es muy usual escuchar el samba. Bueno, yo hago samba con chelo y voz. Para mí hay un disco fundamental en la música brasileña, es un disco que me ha inspirado muchísimo y es mi disco de cabecera: el álbum blanco de Joao Gilberto (Joao Gilberto, editado en 1973). Para mí él es el maestro de los maestros, y desde siempre me fascinó el hecho de que todo ese gran disco fue grabado con solamente voz, guitarra y percusión. Y esto llenaba todo el universo. Para mí no faltaba nada más, me encantaba esa situación minimalista, ¡cómo poder decir tanto con tan poco! Esa luz me tentó a hacer lo mismo y ahí formé el CelloSam3aTrio. Y ahora es la primera vez que toco en la Argentina con este proyecto, así que para mí es muy importante.

–¿Y le llevó diez años hacerlo?

–La verdad, es un disco muy simple, solo violonchelo guitarra y batería, y es fruto de una experiencia de escenario, de tocar en todo el mundo. El hecho de que llevó diez años para editarlo, es porque en ese tiempo estaba muy dedicado, fuera del CelloSam3a- Trio, a trabajar con Gilberto Gil, con Caetano Veloso, como director musical, y no hacía tiempo para dedicarme a grabar un disco mío. Finalmente, y felizmente, conseguí organizarme y concentrarme un tiempo para poder editar el disco.

–Como dice, el violonchelo es un instrumento infrecuente en la música popular, aunque usted ha logrado, precisamente, hacerlo más popular. ¿Cómo ha buscado ese cruce con la tradición clásica?

–Esa tradición clásica y esa influencia de la música europea me viene de familia; en casa mis padres eran, ambos, músicos, y muy dedicados a la música clásica europea. Y creo que el haber empezado a tocar el violonchelo es consecuencia total de este ambiente. Mi padre era maestro de la orquesta municipal de Río de Janeiro, él era un músico clásico. Así que en mi primera infancia tuve esa fuerte influencia musical, sumada al hecho de ser hijo de inmigrantes y primera generación de brasileños. Pero cuando despertó en mí la pasión de la música popular brasileña, como artista tenía una necesidad muy grande de encontrar mi identidad con esa música, y sobre todo con la conciencia cultural brasileña. Por eso, analizándolo desde el hoy, veo el interés por la música de las calles del Brasil. Esa diferenciación fue un tema en algún momento. Pero más al final, pienso que música es una cosa sola: es un lenguaje universal. Y no soy adepto a las limitaciones de un estilo u otro. La que me interesa es la música buena, la sincera, la profunda, la que tiene un objetivo. Que es llegar a los espíritus las personas y poder así construir un mejor mundo.

–¿Cree que la música tiene ese poder?

– Claro. Que colabora con la construcción de un mundo mejor, de eso estoy seguro. Porque la música transmite abstracciones que hacen bien al alma humana. Y creo que quien se encanta con la música, de cierta manera esta dirigiéndose a una dirección más cercana a la belleza y la bondad. Creo que ese poder de la música, que yo diría que es espiritual, tiene el poder de hacer el mundo mejor.

– Ha trabajado con artistas clave de la mpb. ¿Qué podría decir que ha aprendido de estas colaboraciones?

–Muchas cosas, tantas… He aprendido sobre la inspiración, sobre el poder de la música, ese del que hablábamos recién. Y he aprendido particularmente con Jobim esa virtud que consiste en lograr decir lo máximo con pocos elementos. Es decir, buscar una música que tenga mucha sustancia y no tantos adornos.

–Y cuando usted trabaja como arreglador y director artístico, ¿qué marca le interesa dejar en el trabajo de los demás?

–El trabajo del arreglador es en un sentido también composicional, y para mí es una gran responsabilidad trabajar e influir de alguna manera en la música de gente que me impresiona tanto, de maestros que me influenciaron a mí. Así que la primera marca que quiero dejar es que esos maestros que me invitan a colaborar con ellos estén felices con lo que hago. Y tengo, evidentemente, un deseo particular de que mi colaboración pueda acrecentar algo consistente en esta música, ya que va a ser escuchada por tantos admiradores de los maestros. Yo como artista también quiero dejar un poco de mi clima, seguramente.

–¿Y qué marcas dejaron los demás, tras estas experiencias, en su trabajo?

–Son las más grandes escuelas de música que yo he experimentado. Estos maestros informales han sido mis grandes maestros.

–Además del concierto, dará igual que en Córdoba una clínica de dos horas. ¿Qué cosas se pueden transmitir en ese tiempo?

–Es un desafío muy grande, porque creo que en la platea, entre los asistentes, hay intereses muy diversos. Y dos horas es muy poco, claro. Yo no soy un profesor o un maestro, no es una actividad que me ha llamado, porque me gustan tanto las otras actividades, que no hubo tiempo para pensar en esto. Y como mis padres son los dos maestros, creo que soy de la generación off, que quiere ser más un performer o un compositor o arreglador. Así que no tengo la didáctica desarrollada. Por eso, pretendo hablar de mi experiencia como arreglador compositor, de lo que pienso de la actividad creativa, del proceso creativo. Y hablar también de esa práctica de improvisación en el cello, que no es una práctica muy común. En la Argentina tal vez un poco más que en Brasil, por el tema del tango, donde se utiliza el violoncelo un poco más habitualmente. Básicamente, voy a hablar a partir de lo que he aprendido en estos 40 años de trayectoria profesional, y en una vida dedicada a la música. ¡Y voy a ser muy feliz si los participantes me hacen preguntas para hacer más fácil mi actuación! (risas).

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“Tenía una necesidad muy grande de encontrar mi identidad con la música popular, y sobre todo con la conciencia cultural brasileña.”
 
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