Tres fronteras, tres países, pero una región cultural. Siete músicos en tres proyectos: el dúo argentino Bote, el trío paraguayo Pynandi y el dúo argentobrasileño que conforman Omar Giammarco y Arthur de Faría. Un concierto: el del esta noche a las 21 en la Usina del Arte (Caffarena 1). Y una intención que se bifurca en tres, y cada uno explica a su manera. “El ciclo Triple Frontera nos parece una excelente herramienta para compartir música y reencontrarse con hermanos vecinos. Para el Dúo Bote, participar de este encuentro, de este toque en conjunto, es abrir el panorama de nuestras canciones, despejar los límites y poder recorrernos como artistas”, dice, desde su lar, Flor Bobadilla Oliva. “Estoy convencido de que hay una región musical común entre el sur de Brasil, Buenos Aires, el litoral, Paraguay y, sin dudas, Uruguay. Es una zona que comparte ritmos, formas e instrumentación; con sus particularidades, obviamente, pero también con muchas coincidencias. Esa idea se confirma siempre que tocamos en cualquier escenario de esa región, donde nuestra música no suena exótica, y no hay que explicar nada… se entiende todo”, responde Giammarco, mientras la tercera pata, el trío paraguayo Pynandi, se expresa a través de la palabra de Norma Oliva: “Creemos que uno de los elementos que nos unifica es el ritmo ternario de esta región y el uso del idioma guaraní”, sentencia, escueta, la voz cantante del grupo que completa la tríada que se presentará con entrada gratuita en el ciclo auspiciado por Cultura Nación.

“Si bien políticamente la frontera es un límite, simplemente se liga a una realidad imaginaria, ya que las fronteras, para los que nos criamos en ella, es nada más que un tránsito social entre varias culturas que en sus proximidades será similar. Lo que nos divide, nos une: ¿cómo dividir el río y su tránsito?, ¿cómo dividir la música que viaja a través del mismo?La frontera será entonces el puente de unión entre realidades y culturas, un lugar de paso, la oportunidad de llegar a nuevas tierras”, desarrolla Oliva, cantora oriunda de Misiones, que integra el Dúo Bote junto al guitarrista formoseño Abel Tesoriere. Juntos proponen una triple alquimia de sonidos, entre chamamé, polca y guarania. “La cercanía y el clima indefectiblemente son lo mismo, o muy similar, lo cual nos hace seres capaces de comprender los cuerpos emotivos, sensaciones y musicalidades de cada idioma, las necesidades y búsquedas. Pensamos en la imagen de una tormenta que se avecina: desde una punta a la otra, se va formando el techo de nubes y comienzan a vislumbrarse colores de arco iris, como borrosidades del agua que cae y la magia de las tormentas reflejadas en el gran río/espejo que nos separa. La tormenta, quiero decir, es la misma para todos, llega y la podemos ver. Así se ve afectada la música y el arte en general”, profundiza la cantora, que presentará canciones del disco debut YSYRY (“agua que corre”, en guaraní), poblado por canciones de músicos de la región. “Estamos ansiosos y emocionados de poder compartir esta fecha junto al Trío Pynandí y De Faria con Giammarco, porque son artistas que recorren la música con la misma carga emocional que nosotros”, sostiene la cantora.

“La triple frontera es casi un estilo, un color regional”, refrenda Adrián Iaies, director artístico del lugar donde también hará oír lo suyo el trío Pynandi. “El título del ciclo nos sugiere la unidad de nuestros pueblos como lo era, en parte, la Gran Nación Guaraní… ‘La tierra original, no tiene cercos’, como dice una de nuestras canciones”, adentra la cantora Norma Avila, que integra el trío junto a Alejo Jiménez en guitarra y a Leandro Jiménez en percusión, y propone una simbiosis entre cantos en guaraní y español, influidos por rituales de los pueblos originarios, y la música paraguaya “con aires europeos”. “La explicación de esta fusión es que compartimos una madre común y vivimos en el mismo hogar... o sea que todos somos ciudadanos del mismo planeta”, enmarca la voz del grupo, que aprovechará la ocasión para tocar en tierra porteña temas de su primer disco: Kuña Karai, cuya traducción al castellano es Mujer divina. “La idea, además, es mostrar algunas canciones nuevas, como un adelanto”, prevé Avila, de genes guaraníes, que sustenta sus músicas en un sesudo trabajo relacionado con los pueblos originarios del Paraguay.

Omar Giammarco y Arthur de Faría, por su parte, desplegarán un material absolutamente compuesto por ambos, en tres idiomas: español, portugués y portuñol. “Nuestra composición ‘Portuñol’, que funciona como nuestra declaración de principios, tiene un verso que dice que la canción ‘trafica en la frontera la lengua no oficial’. Esa lengua ‘no oficial’ es la música”, explica Giammarco sobre un cancionero basado en temáticas que representan mujeres, hijos, idiomas oficiales –y de los otros–, ciudades y días. “Son canciones que concebimos en los últimos años y nos parece apropiado mostrarlas en este ciclo que ya desde el título marca la cancha, porque alude a un encuentro de comunión musical que permite despegar a esa zona de la connotación negativa que a veces se le da desde la crónica policial, y darle el lugar que merece: el de punto de encuentro”, sostiene Giammarco, cuyas piezas compartidas con De Faría forman parte de un disco en común llamado Música menor. Sobre el mismo se expide –y despide– el músico argentino: “De un tiempo a esta parte, un intercambio cultural real comenzó a manifestarse entre los países del cono sur. Y el caso de Música menor es un paso más en esa dirección. Con Arthur llevamos casi una década de colaboraciones y shows conjuntos. Cantautores los dos, con una sólida trayectoria solista, coincidimos también en ser productores y arregladores de trabajos propios y ajenos”.