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Martes, 28 de noviembre de 2006

MUSICA › MARTIN MATALON EN BUENOS AIRES

Sonidos para enmarcar las películas de Luis Buñuel

El Ensemble Sillages tocará un programa de música francesa y las piezas de Matalón sobre El perro andaluz y Tierra sin pan.

 Por Diego Fischerman

No se trata de escribir bandas sonoras. Más bien de lo contrario. Lo que Martín Matalón hizo con Buñuel, como antes con Fritz Lang, fue escribir una nueva clase de obras donde la música, lejos del papel de voz secundaria, incluía, como si se tratara de la escena de una ópera, a la imagen cinematográfica. El 11 de agosto de 1996, Metropolis llegó al Teatro Colón, transformando los habituales ritos del concierto y tentando a un público totalmente nuevo para la sala. Fue uno de los acontecimientos de la década pasada y, como recuerda el compositor, muchos de los músicos con los que se cruza le cuentan, como si se tratara de una experiencia mística, que ellos “estuvieron allí”.

Pasó una década y Matalón, radicado desde 1993 en París, vuelve a Buenos Aires para protagonizar los dos conciertos finales del ciclo de música contemporánea del Complejo Teatral de Buenos Aires. Hoy a la noche, al frente del Ensemble Sillages, dirigirá un programa de música contemporánea francesa que hará hincapié en la escuela espectral, de la que en esta ciudad se ha escuchado muy poco. Y mañana el mismo grupo tocará en vivo, simultáneamente con dos de los tres films surrealistas que Buñuel filmó entre 1927 y 1932, Las hurdes (Tierra sin pan) y El perro andaluz, la música escrita por Matalón. El también compuso sobre La edad de oro, pero el instrumental requerido para la obra (dos pianos y numerosos instrumentos de percusión) hizo imposible –créase o no– su programación en el ciclo.

“Un film tiene un montón de información, alguna de ella clara desde el principio, como la duración, el tema, ciertas cuestiones de ritmo, y otras menos evidentes, como los encuadres, los juegos de sombras”, explica Matalón a Página/12. El perro andaluz tiene aspectos antinarrativos muy fuertes y eso me llevó, en realidad, a tratar de encontrar algunos polos narrativos en la música. Como Tierra sin pan es menos abstracto, eso me permite ser más abstracto a mí. No hay una receta única, a veces se va a favor de lo que plantea el film y a veces en contra. En El perro... tomé al montaje como base de la articulación. En el film cada plano dura dos minutos y yo trabajé con una pulsación constante y con unidades que a veces van de la mano con esos dos minutos y a veces son la contrapartida. En realidad, plantear con la música algo distinto a lo que aparece en la imagen muchas veces sirve para subrayar, para destacar más lo que está en la imagen. Tierra sin pan es un film extraordinario, muy fuerte, pero, además, tiene un narrador, una voz constante. Cuando se lo estrenó, se lo proyectó simultáneamente con la Sinfonía Nº 4 de Brahms. Tanto Metrópolis como El perro andaluz eran films mudos y allí la música era la palabra que no tenían. Pero, en este caso, la palabra estaba y, por lo tanto, había que preguntarse acerca de la necesidad de la música y de su posibilidad. Había que encontrar una justificación. La forma, finalmente, consistió en un preludio y un posludio que enmarcan el film. En ambos, una viola toca con un sonido sumamente expansivo en tanto que, mientras dura la proyección, el sonido de la viola aparece siempre filtrado, enmascarado, para darle un espacio a la voz.”

Formado en la Julliard de Nueva York y director musical del Ensamble Music Mobile, Matalón dice: “Si estoy trabajando, no puedo escuchar música. Y en realidad mucho de lo que escucho tiene que ver, precisamente, con mi trabajo. Y escucho casi siempre en concierto, no me entusiasman demasiado los discos. Cuando estoy de vacaciones puedo escuchar cualquier cosa, me gusta mucho la música latina, el latin jazz, la salsa. En cuanto a la música clásica, Bach y Mozart siempre me provocan reencuentros gratos. En cambio, casi no escucho música del romanticismo”. En los ’90, mucha de su música remitía a tímbricas de otras fuentes. “Quería poner todo y quería incorporar lo que había abandonado. Había sonidos Pink Floyd o sonidos Miles Davis cuenta el compositor. “Ahora soy menos incluyente. Lo que más me interesa, en este momento, son las obras de una serie que llamé Traces, para instrumentos solistas y electrónica en tiempo real. Allí está el carisma del solista en escena y, del otro lado, todo lo que se puede hacer con el sonido. Por otra parte, el hecho de que sea en tiempo real hace que todo provenga de ese sonido.” “Otro de los elementos característicos del estilo de Matalón es el uso del ritmo. “También eso está un poco superado. Ahora no niego el tiempo pulsado, pero tampoco es lo único que hago.”

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“Ahora soy menos incluyente que en los ‘90. Entonces quería poner todo”, dice Matalón.
 
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