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Sábado, 30 de diciembre de 2006

MUSICA › EL ROCBA MUSIC, EN LABOULAYE, TERMINO SIENDO UN PAPELON

Un festival condenado al fracaso

Sólo se cumplió a medias la primera de las tres jornadas previstas. Los organizadores no pagaron y las bandas decidieron no tocar.

 Por Cristian Vitale
Desde Laboulaye, Córdoba

Anunciado como posible “alternativa” al Cosquín Rock, e inflado por las supuestas presencias de las dos bandas que rechazaron estar en el festival de las sierras (Catupecu Machu y Divididos), el Rocba Music –o Laboulaye Rock– terminó siendo un fracaso: sólo llegaron a tocar cinco de las ocho bandas previstas para la primera fecha y todo terminó en un escándalo pueblerino con acusaciones cruzadas entre el intendente Carlos Bolgan y Walter Blanco, el organizador de la productora local, Tres Puntos; gente fastidiada y pugnando para que le devuelvan el dinero de las entradas, y un inédito maltrato a músicos, prensa nacional invitada para cubrir el festival –que viajó 500 kilómetros en una combi incomodísima– y personal contratado para trabajar en el sonido, el armado del escenario y la difusión.

El sapo rockero comenzó a divisarse desde las primeras horas del jueves cuando los músicos de Arbol y Guasones, las bandas anunciadas para preceder a Divididos, tuvieron que retornar a Buenos Aires, porque la producción del evento no pudo afrontar la parte del cachet que habían acordado con mucha antelación. “No nos pagan, nos vamos”, dijo Pablo Guglielmo, el manager de la banda producida por Gustavo Santaolalla que iba a dar su primer recital sin Eduardo Schmidt; Arbol, entonces, pegó la vuelta sin pisar el Club Sporting. Igual decisión tomó la gente de Guasones y la fecha apenas pudo realizarse parcialmente con las presencias de Los Mojos, Ojas, Telepod –la banda rocker del Chino Laborde–, Cielo Razzo –que se presentó de milagro– y Divididos.

Las razones del fracaso fueron varias: por una parte, la productora había inundado pubs, disquerías y boliches del pueblo sojero del sur cordobés con entradas y abonos para vender anticipadamente pero, al día del comienzo, apenas había vendido 800 tickets. “Agradecemos la buena predisposición de ustedes, pero con esto no alcanza, no podemos asumir el compromiso”, dijo uno de los organizadores, desde el escenario, para excusarse por las ausencias de Arbol y Guasones. Quedaba claro que con tan poca presencia popular –no llegaron las huestes rockeras de San Luis, Rosario y Rufino, como habían fantaseado los organizadores–, sin sponsors y con el pulgar para abajo del intendente, el festival no continuaría.

El viernes, a primera hora, la producción confirmó la suspensión de las dos fechas que faltaban, y Catupecu Machu, Los Tipitos y Pier ni siquiera se movieron de Buenos Aires. Mucho menos los números que estaban anunciados para cerrar el evento, entre ellos Cabezones –con César Andino–, Lito Vitale, Pedro Aznar, David Lebon, Claudia Puyó y Horacio Fontova. Y el pueblo, de 22 mil habitantes, pasó de la ilusión de festejar sus 120 años de historia a todo rock and roll, a pagar los platos rotos de una irresponsabilidad compartida.

“Hacía mucho tiempo que no tocaba ante tan poca gente.” Las palabras de Ricardo Mollo, luego del recital que clausuró la primera y única jornada del Laboulaye Rock, fue otro signo de desencanto. No más de 1500 personas presenciaron un show profesional, correcto, pero con mucho “olor a compromiso”, que piloteó el power trío, en una noche hermosísima de estrellas brillantes. Un set de casi dos horas en el que Mollo, Arnedo y Ciaravella desplegaron la misma contundencia de siempre, con repertorio similar al de las últimas presentaciones: “Paraguay”, “Sin gabán”, “Cabeza de maceta”, una versión estruendosa y salvaje de “Voodoo Chile”, “Sábado”, “Ala Delta”, “El 38” y un tema extra-lista, que Mollo había prometido a un paisano, paseando por la avenida Independencia: “Next Week”. La única novedad fue la noticia fresca, que el guitarrista lanzó desde el escenario para detonar un comprometido “el que no salta es un militar”. “Atentos muchachos, acaba de ocurrir la segunda desaparición en democracia, la de Luis Gerez por testimoniar contra Patti. Tengamos cuidado, que hay gente que sigue trabajando en las sombras.”

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Ante sólo 1500 personas, Divididos hizo un show correcto, pero con mucho olor a compromiso.
 
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