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Domingo, 11 de marzo de 2007

MUSICA › LEON GIECO REPASA SU RECIENTE ESTADIA EN EL NORTE DEL PAIS, DONDE CANTO, TRABAJO Y FUE HOMENAJEADO

“Ahora se está trabajando más con la vida”

El músico tuvo un verano movido. En San Pedro, Jujuy, apadrinará una casa de refugio para mujeres golpeadas. Es la ciudad de Romina Tejerina, a quien volvió a visitar en la cárcel. En La Quiaca, que le trae gratos recuerdos, le pusieron su nombre a una avenida. “Creo que le pusieron mi nombre porque de alguna manera los represento”, señala León, orgulloso.

 Por Cristian Vitale

Hay un mundo paralelo, enriquecedor y diverso, que define a León Gieco como una mezcla de militante social, padrino de todos, filántropo, agitador y prócer viviente. Una nutrida actividad aplicada como plan B –o no– que subyace, sostiene y justifica su hacer musical. Es el León que, con o sin cantar “Cachito”, “El imbécil” o “La rata Laly”, aglomera pilas de gente donde esté. Pero ahora, como un alto en la batalla, está solo, frente a la mínima compañía de un cronista y dos fotógrafos. Detrás de un escritorio, mientras no para de hablar, desparrama varios papeles sobre la mesa. Certifica, mediante ellos, un agitadísimo verano que superó ampliamente la típica gira federal. Es un revoltijo de documentos informales, dispersos. La fotocopia del DNI de un nene recién nacido en Jujuy convive con una nota hecha por un periodista de La Quiaca. Hay también una carpeta como esas que se usan en los tribunales, que habla de obras por los discapacitados, fotos suyas abrazando un cartel con su nombre, letras de canciones recién escritas y un mail muy importante recién llegado a la oficina: alguien cuenta que las casas de refugio para mujeres golpeadas en San Pedro ya no son un mero sueño. Un giro fantástico lleva a pensar si existe un solo León o hay varios clones ocultos, que aparecen para determinada acción, y vuelven a desaparecer. Pero un rápido regreso a tiempo y espacio real eclipsa la fantasía: efectivamente es uno, único e indivisible. Y está en todos lados, simplemente porque lleva en sus genes la piel del pueblo.

Avenida León Gieco

Acontecimiento histórico. La Quiaca acaba de cumplir 100 años y sus habitantes organizan un festival conmovedor. Viajan Teresa Parodi, Jaime Torres, Mercedes Sosa, Víctor Heredia y, claro, León Gieco. Asisten 8500 personas y dura casi 12 horas. El set de León empieza 4 y media de la mañana y no difiere del típico. Mezcla temas del acervo –“Pensar en nada”, “El fantasma de Canterville” o “Si ves a mi padre”– con otros nuevos que ya son clásicos, “El ángel de la bicicleta” o “Yo soy Juan”, entre ellos. Carlos Tolaba, el periodista de La Quiaca, resalta las lágrimas colectivas que acompañan la versión de “Sólo le pido a Dios”, especialmente la frase que el cantautor dedica a los pueblos originarios: “que lo injusto no me sea indiferente”. Más por emoción que por repertorio, no parece un recital más. “Con Jujuy tengo un amor de hace años –dirá León a Página/12–. En De Ushuaia a La Quiaca está ‘Caminito de llamas’, en ‘Los Salieris de Charly’ menciono al cementerio de Tilcara, ‘Ruta del Coya’ está dedicada al poeta Choque Vilca, también hice ‘Maestras de Jujuy’ y ‘Santa Tejerina’. Además, siempre recomiendo la provincia para que la gente vaya a pasear.” El festival es gratis, pero el cachet que cobra León de la gobernación lo deja entero en manos del cura-escritor Jesús Olmedo y del Perro Santillán. “Yo sé que el destino va a ser mejor que acá en Buenos Aires, porque Jesús lo va a usar para los sin techo y los discapacitados. A él no le interesa la política, le interesa escribir sobre cosas importantes”, dice Gieco. La parte que le toca a Santillán es para sostener las finanzas de los talleres infantiles que maneja el piquetero pionero en sus pagos, y los comedores que proporcionan alimento a más de 160 chicos. “Me comprometí ante él para volver en julio y ver si podemos comprar la computadora que tanto les hace falta a los chicos.” Pero hay un plus. La fotocopia del DNI que el músico acopia entre sus papeles pertenece a Luis Arturo Gaspar, el primer chico nacido ¡en la Avenida León Gieco! Sí, le pusieron su nombre a una avenida. El bebé tiene siete meses y porta el 47.437.979. “Para mí es una sorpresa, porque nunca creí que esta carrera pudiera proporcionarte el nombre de una calle. En la época en que yo iba a la primaria, cantábamos canciones de muertos y las calles también eran de muertos. Hoy, por suerte, en los colegios se cantan mis canciones o las de Charly. Y nos ponen nombres de calles... están trabajando más con la vida que con la muerte”, reflexiona León.

No es la primera vez. Ya existen dos calles con su nombre, una en Tilcara y otra en Salta. Tampoco la de un rocker devenido en domicilio –en La Falda está la calle Miguel Abuelo, por caso–, pero sí el sustrato militante que la acompaña. El nombre de la avenida fue iniciativa del movimiento sin techo, un grupo de músicos y artesanos pro indígenas amparado en la figura del padre Olmedo, y está ubicada en el barrio Anastasio Inca, en las afueras de La Quiaca. El movimiento pretende autonomía de gestión para el barrio. “Tanto es así –informa Gieco– que inauguraron la avenida sin invitar a funcionarios municipales y con ritos ancestrales propios. Me dieron wipala y hubo danza para la Pachamama.” Los sin tierra construyeron las viviendas con diseños culturales e históricos propios de la región y una de ellas fue entregada “simbólicamente”, para que León viva el resto de su vida allí. “Creo que le pusieron mi nombre, porque de alguna manera los represento”, señala Gieco.

Refugios del alma

A 80 kilómetros de la capital provincial está San Pedro, el pueblo donde ocurrió el caso Tejerina. Mariana, una luchadora, fleta un mail a Virginia, asistente de Gieco. Informa que están buscando una casa en el centro del pueblo, para construir allí un taller interdisciplinario con médico, psicólogo, abogado y ginecólogo. También habla de cómo sería la casa de refugio ideal, destinada a proteger y asesorar mujeres maltratadas: un ambiente grande para realizar reuniones, dos consultorios y piezas con camas para guarecer a aquellas mujeres obligadas a irse de sus casas por violencia familiar. Dice que ya está en contacto con ong alemanas, que aportarían fondos. “La idea de las casas es proteger a la mujeres en ese pueblo machista, que las chicas abusadas o golpeadas prefieran ir a esas casas a denunciar el hecho y no a una comisaría”, destaca León.

Bajo esa premisa, el santafesino se comprometió a pagar dos años de alquiler de la casa y hacer un show, cuya recaudación será destinada a pagar médicos, medicamentos y abogados. “No podemos dejar las cosas urgentes en manos de la policía o los políticos... y menos en Jujuy. Las casas de refugio es una causa positiva entre las tantas negativas, porque otras provincias se pueden contagiar”, dice León, que aprovechó su paso por el norte para visitar a Romina Tejerina en la cárcel. La mujer ya cumplió 4 de 14 años de condena y, según el visitante, está muy bien. “Fui a verla con la intención de incentivar su lucha. Ella está muy bien y es consciente de que su caso no es uno más... que se ha transformado en un símbolo de lucha de la mujer golpeada o maltratada. Estamos luchando para que la indulten.”

Padrino de los
discapacitados

Otro ribete de la causa leoniana: los chicos discapacitados. Una carpeta con 15 fojas y un plano inmenso requiere atención popular para remodelar el centro de educación especial de La Quiaca, que dejó de funcionar parcialmente el 15 de marzo del 2006 por “trabas burocráticas”. Gieco ya se puso en marcha y fue nombrado padrino de la escuela. “Muchos padres tienen vergüenza de mostrar que tienen chicos discapacitados, y no está bueno. Por suerte, luego de las actividades que venimos manteniendo con muchos de ellos, logramos que muchos padres cambien esa actitud. Los chicos tienen capacidades que nosotros no tenemos: amor incondicional, ideas claras y una fuerza extraordinaria, porque todo esto lo llevan adelante ellos, no yo. Yo soy solo un puente...”

El músico pone el ejemplo de Pancho, de Capitán Bermúdez, el chico discapacitado que llamó por teléfono al presidente para pedirle que se organice el recital en la Casa de Gobierno. “Logró que Kirchner me llamara a mí para hacerlo.” Gieco tiene entre ojos para este año realizar un documental centrado en la temática. Estará basado en una gira por todo el país, nutrida de historias reales. “Ya tenemos el ok del Incaa y el primer préstamo aprobado: dentro de nuestro grupo, tenemos el caso de un chico sin brazos que se casó con su asistenta, y el de Alejandro, un chico hidrocefálico que se enamoró de una chica, porque le dibujó un delfín debajo del mar. Alejandro se inspiró en él, para concebir un disco llamado En las profundidades, que vamos a usar como banda de sonido de la película”. En el documental, cada pibe contará cómo vive, cómo llegó a los hogares donde están y cómo funcionan éstos. “Pensamos mostrar lo integrador que resulta que un chico hidrocefálico pueda salir con una chica que no lo es y reivindicar a los dos millones de discapacitados que hay en el país. La idea es sacarlos de las casas y meterlos en el arte. Se puede...”, afirma el músico.

¿Gieco gobernador?

Se le pregunta: “Si te postulás como gobernador de Jujuy, ¿ganás?” Gieco lanza una enorme carcajada pero queda en broma. Jamás se le ocurrió. “No podría ser. El trabajo de ser músico y componer es más planetario, atemporal. El del político, en cambio, es más difícil y terrenal. Tenés que tener corazón y cuerpo para lidiar con una manga de hijos de puta.” El tema lo traslada al momento en que Héctor Caballero, ex intendente socialista de Rosario, lo invitó a postularse como candidato a diputado por Santa Fe. ¿En qué terminó la ocurrencia? En nada. “Tendría que haber ido a trabajar al Congreso y haberme encontrado con seres despreciables como María Julia Alsogaray. ¿Sabés lo que hubiese significado para mí trabajar con ella? Un problema. Pero lo más grave es que este tipo ¡se pasó al menemismo...! Es lo mismo que Menem diciéndose peronista y yendo al entierro de Isaac Rojas o entregándole la cruz de San Martín a Pinochet.”

Con Santaolalla
en Mendoza

El exitoso Gustavo Santaolalla tiene 15 hectáreas de viñedos en Mendoza. Con el segundo Oscar fresquito entre manos, el ex Arco Iris volará a la tierra del vino para visitar el estado de sus uvas y, de paso, negociar con las autoridades mendocinas la construcción de un estudio de edición de audio y video, entre las montañas. La actividad incluye un homenaje que le brindará un grupo de artistas mendocinos, del que también participará Gieco. Pero la presencia del rosquinense allí no tiene sólo que ver con el homenaje. Lo convidaron a la inauguración de una escuela ¡que lleva su nombre! “Con Gustavo nos vamos a encontrar, también, para festejar su premio, porque yo me siento partícipe de los premios que gana. Lo banqué mucho... fui el único músico que siempre habló bien de él. Además, mientras él ganaba el Oscar a mí me estaban poniendo el nombre en la avenida. Y me parecía que todo tenía que ver. La gente de La Quiaca me decía sobre él: ‘Ahora que está recibiendo premios importantes no va a venir más por acá’ y yo les respondía: ‘No crean... el dejó una parte muy importante de su corazón acá. Alguna vez la va a venir a buscar...’”

–León, ¿duerme alguna vez?

–Siete horas por día más una de siesta. El que duerme la siesta amanece dos veces, decía Atahualpa Yupanqui. Y yo soy como los japoneses, dormito en cualquier lado y amanezco varias veces por día.

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La Quiaca cumplió 100 años y su pueblo festejó con León.
 
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