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Domingo, 11 de marzo de 2007

MUSICA › CERRO VERANO 07

Gustavo Cerati y su juego de seducción

Ante unas 200 mil personas, el ex Soda Stereo brindó un show demoledor.

Gustavo Cerati llevaba ya dos horas tocando cuando, al comienzo de los bises, se cortaron las luces del escenario. El breve déficit técnico tuvo una contrapartida que funcionó como una suerte de acto reflejo en la multitud que se había desplegado desde temprano en los alrededores de Figueroa Alcorta y La Pampa: miles de encendedores (resabio de viejas costumbres rockeras) y teléfonos celulares (el nuevo símbolo de pertenencia) iluminaron la noche del Bajo Belgrano mientras sonaba –acaso mejor que nunca– el tema “Crimen”. Fue uno de los tantos momentos inolvidables de una jornada que, sin tener todavía la perspectiva que da el paso del tiempo, amenaza con figurar en el apartado de los “shows históricos”. Unas 200 mil personas pueden dar fe de que estuvieron allí. Tal vez vayan a ser muchas más las que juren haber visto al ex Soda la noche del 10 de marzo de 2007.

El de Cerati significó el cierre lujoso de un ciclo –Verano 07– que recorrió la ciudad con diversas actividades gratuitas. No extrañó que anoche se viera paseando por allí a un exultante Jorge Telerman. La organización del espectáculo estuvo a la altura del artista contratado, con un sonido y una producción impecables. También es cierto que la espectacularidad de la propuesta es difícil de conciliar con la realidad cotidiana de la escena rockera porteña, que con el síndrome post Cromañón a cuestas, languidece ante la falta de lugares para tocar. El de anoche fue, si se quiere, un arrebato de vitalidad para un género que no está pasando por su mejor momento.

Esta presunción es subsidiaria de otra: no hay hoy en Buenos Aires otra banda que suene como la que acompaña a Cerati. Energética, compacta, rica en matices, tiene todo para que nadie (excepto los que regulan sus parámetros estéticos a partir de la nostalgia) extrañe a Soda Stereo. Hasta los fans de los Redonditos de Ricota, si se quitaran por un momento la camiseta (que hace años no pueden usar en un show oficial de Patricio Rey) reconocerían la potencia rockera del grupo. La batería precisa de Fernando Samalea, la guitarra filosa de Richard Coleman, enriquecen versiones de temas viejos que hasta aquí parecían canónicas. Ayer, además, el concierto tuvo un condimento extra, que diluye viejos prejuicios cruzados entre el “rock histórico” y el “pop” (categorías cada vez menos determinantes): la presencia de Luis Alberto Spinetta arriba del escenario. El Flaco y Cerati hicieron “Té para tres” y “Bajan”, para delirio de la multitud. No fue el único guiño para el ex Pescado Rabioso. Como lo venía haciendo en otros conciertos, en “Paseo inmoral” filtró “Post-Crucifixión”, pegada luego con “Jean Genie”, el clásico de David Bowie. Para entonces ya estaban en los bises, antes de una versión ¿stone? de “Prófugos”, “Puente” y el cierre con “Jugo de luna”, esa que dice “voy por más”, casi como una declaración de principios que atravesó buena parte de la carrera artística de Cerati. En un momento del show, el público empezó a cantar “Y Soda no murió...”, sentencia que disparó la réplica irónica del cantante: “¿Algo menos lúgubre podría ser?”.

Informe: Roque Casciero.

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Gustavo Cerati con Spinetta, un lujo en el Bajo Belgrano.
Imagen: Bernardino Avila
 
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