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Domingo, 13 de mayo de 2007

MUSICA › ENTREVISTA A YOKO ONO

“Me hicieron pagar por algo de lo que no fui responsable”

La viuda de Lennon se refiere a la separación de Los Beatles. Su último CD se llama Yes, I’m a witch.

 Por Diego A. Manrique *

Desde Madrid

Yoko Ono (Tokio, 1933) lleva una buena racha en lo que respecta a la aceptación de su música. Las remezclas para la pista de dos de sus temas, “Walking on thin ice” y “Everyman... everywoman” llegaron a la cima de las listas dance de Estados Unidos en 2003 y en 2004, una alegría para alguien que se pone a bailar “en cuanto suena algo optimista”. Su último disco, Yes, I’m a witch, es un trabajo llamativo en el que figuras actuales reconstruyen grabaciones de la artista japonesa. Entre los participantes aparecen Peaches, LeTigre, Polyphonic Spree, The Flaming Lips, Cat Power, Antony, Craig Armstrong o DJ Spooky.

Yoko no disimula su entusiasmo ante ese reconocimiento por parte de un inquieto sector del pop contemporáneo: “Son artistas del mundo indie que no trabajan para grandes compañías. Si yo empezara ahora, seguramente seguiría su camino: en actitud, me considero una artista indie. Gracias a mi hijo Sean, he podido tratar a esos grupos y admiro su pureza creativa. Muchos de ellos son tan adictos al trabajo como yo”. Quizá ya no sea válida aquella queja de John Lennon: “Yoko es la artista famosa menos escuchada en el mundo”. Una risita: “Siempre creí que me adelantaba a mi tiempo, y esto me lo confirma. Para Yes, I’m a witch, la discográfica llamó a muchos grupos y solistas; todos aceptaron. Yo elegí los que me interesaban más y les di máxima libertad: podían tomar cualquier tema mío y recrearlo a su gusto; incluso, podían usar tomas alternativas. La mayoría prescindió de los fondos instrumentales –que eran demasiado rock para el sonido actual– y construyó una instrumentación totalmente nueva alrededor de mi voz”.

Cuesta creer que Yoko aceptara a ciegas semejante reinvención de su obra. Reconoce que pasaron un filtro: “En algún caso pedí que se modificaran detalles, pero la verdad es que me llegaron trabajos muy cuidados, muy respetuosos. Hay casos, como el de Flaming Lips, en los que realmente se ha hecho una obra nueva a partir de lo que eran chillidos míos”. Asegura que los participantes han sabido llegar al corazón de las letras: “Me gustan mucho los temas más fantasiosos, pero me emocionó ‘Revelations’, que ahora es una canción de piano bar, con Cat Power acompañándome”.

Los colaboradores también piropean a Yoko. Peaches: “Trabajar en ‘Kiss kiss kiss’ me hizo darme cuenta de lo futurista, audaz e inventiva que era Yoko en cuanto a su enfoque de la música”. Johanna Fateman, de LeTigre: “Yoko Ono siempre ha sido una heroína para nosotras, una influencia indudable: es una artista que habita un espacio en que se cruzan la cultura pop, el arte conceptual y el activismo”.

Buena parte de Yes, I’m a witch enfatiza el mensaje feminista de Yoko. “Lo de titularlo Sí, soy una bruja no es casual: las mujeres debemos rescatar esos estereotipos machistas. Es evidente que la resistencia a mi música tenía mucho que ver con el hecho de que viniera firmada por una mujer, y encima asiática. Quiero decir, en el circuito de la vanguardia había artistas masculinos que tenían una expresión más extremista que la mía y se les reconocía su valentía. Para mí, sólo había insultos y bromas. Se me culpaba de la separación de Los Beatles y me hicieron pagar algo de lo que no fui responsable”.

–¿En qué momento advirtió que había una mayor comprensión hacia sus propuestas sonoras?

–John lo intuyó antes que yo. Estaba en un club en 1980 y escuchó a los B52’s y otros grupos de la new wave. Me llamó excitadísimo: “¡Los jóvenes están acercándose a lo que vos hacías!”. Luego, tras su muerte, sentí una ola de simpatía que traspasaba lo personal y llegaba a lo artístico. El disco de versiones de mis temas (Every man has a woman, 1984) partió de una idea de John, pero me encantó que participaran Elvis Costello y otros cantantes con los que no habíamos tratado nunca.

Las condiciones exigidas para esta entrevista pasaban por no despegarse de la actualidad –el lanzamiento de Yes, I’m a witch–, pero, a esta altura del partido, vale la pena intentar acercarse a otros asuntos. Como por ejemplo la agresividad con que Yoko vende el legado de Lennon. Responde con cierta tensión pero de forma contundente: “No creo haber hecho nada extraordinario. Si no hubiera sacado nada, me dirían que me había olvidado de John. Lo cierto es que, en estos tiempos, si no usás la mercadotecnia, desaparecés de la memoria de la gente. Por eso, procuro que cada año haya alguna novedad de John, sea una reedición o un documental o una antología. Todo se ha hecho con gusto, no ha sido como con Elvis Presley”.

Sin embargo, quedan curiosidades inéditas: en discos piratas, circulan simpáticas grabaciones caseras de John, realizadas durante sus años de invisibilidad en el Dakota neoyorquino. Yoko no parece entusiasmada por ese material: “Eran entretenimientos, chistes musicales que hacía para nuestro hijo, versiones humorísticas. Pueden tener cierto encanto, pero dudo de que representen a John como artista”. Bien, también hay muchos que lamentan que Lennon sea representado por “Imagine”, que es intelectualmente incongruente y melódicamente previsible. Yoko no entra en esa polémica: “Podés pensar lo que quieras, pero ‘Imagine’ tiene un poder mayor que otras canciones más complejas de John. Saben cantarla los niños de todas las razas. Es el himno mundial del deseo de paz”.

* De El País de España. Especial para Página/12.

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“En actitud, me considero una artista indie”, subraya la cantante japonesa, de 73 años.
 
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