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Sábado, 18 de julio de 2009

LITERATURA › GUILLERMO SACCOMANNO PREMIADO EN ESPAñA

Para festejar con un bourbon

El jurado de la Semana Negra de Gijón no arrugó al otorgarle ayer el premio Dashiell Hammett a la mejor novela policial publicada en lengua española a 77 (Planeta), de Saccomanno, compartido junto a Niños de tiza, del español David Torres.

 Por Silvina Friera

Puede que espante la forma de contar la historia que cultiva Gómez, profesor de literatura, homosexual y cabecita negra que ama la literatura inglesa. Para colmo de males, el tipo es simpatizante peronista. A fines de los ’70 y a los 56 años, tenía pavura de que lo reventaran como a la juventud sospechosa. El peinar canas no lo eximía del terror, aunque al recapacitar, treinta años después, crea que su condición era la de un turista en un campo de concentración. ¿Acaso se puede contar el espanto sin espantar cuando se habla de esa yunta funesta que es el terror y la pobreza? “Yo canto opinando, que es mi modo de cantar”, proclama Gómez, asumiendo que la frase suena a payador perseguido. El jurado de la Semana Negra de Gijón no arrugó al otorgarle ayer el premio Dashiell Hammett a la mejor novela policial publicada en lengua española a 77 (Planeta), de Guillermo Saccomanno, y a Niños de tiza, del español David Torres.

Juan Bas, Paco Ignacio Taibo II, Carlos Salem, Bruno Arpaia y Ricardo Menéndez Salmón subrayaron la “extraordinaria fuerza narrativa” de ambas novelas, que se “ajustaron perfectamente a las claves del género negro para descubrirles a los lectores problemáticas sociales de actualidad y profundo calado histórico”. La voz de Saccomanno llega amplificada por la emoción desde la cabina de un locutorio de Gijón. “Ya me tomé tres bourbon –resume a Página/12 las peripecias etílicas con las que está festejando lo que considera una grata sorpresa–. No me tenía mucha fe, pero lo que me importa de este premio es que lleva el nombre de Hammett, un escritor que dijo no en tiempos en que escasean los hombres que dicen no.”

El anuncio fue realizado, como es tradición, en los sótanos del Hotel Don Manuel, coronando la celebración del festival de novela policial más importante del mundo, que se celebra desde hace 22 años en Gijón. En 77 Gómez decide buscar información sobre un alumno desaparecido, que fue chupado del aula justo cuando él estaba enseñando el Facundo, como si se estuviera reproduciendo en vivo y en directo, ante la mirada perpleja del profesor, la antinomia sarmientina civilización o barbarie. Aunque tiene conciencia de lo que pasa a su alrededor y de los peligros que acechan, el profesor no se raja. El péndulo tenebroso de las circunstancias lo empuja a “tomar partido” y albergar en su casa a una guerrillera embarazada, la compañera de un montonero que vive en la clandestinidad. Gómez, que acopia capas de contradicciones que le dan un espesor extraordinario como personaje, está enamorado de un represor, a quien usa para sacarle información sobre el muchacho desaparecido. “Usted tiene la muerte en el alma”, le dice el mentalista Joseph Lutz a Gómez. A pesar del terror, el profesor yira y yira sin parar, como un poseído, por las calles de Buenos Aires surcadas por los Falcon verdes que dejaban coágulos en el asfalto, la sangre chorreando por las paredes y el cielo gris aplastando las viviendas pobres de la periferia.

En 77, novela que cierra la trilogía conformada por La lengua del malón (2003) y El amor argentino (2004), Saccomanno aprieta el torniquete de su propuesta narrativa, de su estética y de su ética. Por primera vez aborda desde la ficción la trama de complicidades de la sociedad civil durante la última dictadura militar de Videla, y desmonta las diversas actitudes individuales y colectivas que propiciaron el golpe. Como si esta operación no fuera suficiente, el escritor explora otra línea que no deja de ser compleja. Y ciertamente tensa. En períodos de terror como el de la dictadura cunde la superstición. “El terror te paraliza, te anula, te destruye. Ahí es donde entra a funcionar el pensamiento mágico”, plantea el autor de Situación de peligro, Bajo bandera, Animales domésticos, La indiferencia del mundo y El buen dolor, premio Emecé 2000, entre otros títulos, y colaborador del suplemento Radar de este diario. “Para comprender la violencia política de los ’70 tuve que retroceder al ’55 –explica el escritor el trabajo que realizó con su trilogía novelística–. Meterme con el tema de las complicidades civiles durante la dictadura no ha dejado de generarme conflictos con la intelectualidad argentina, que está virando cada vez más hacia la derecha. En mis novelas siempre me propongo darle un sentido político a la literatura, lo que no implica una bajada de línea.” El Da-shiell Hammett a 77 –novela dedicada a su hija Carla, “la que me dio mis nietos que tienen un tío abuelo desaparecido”, aclara como si se cerrara un círculo entre la vida y la literatura– le abrirá las puertas de la publicación en Francia, Italia y España. “Al no ser un premio en dinero, no está bajo ningún tipo de sospecha”, afirma el ganador. Saccomanno confiesa estar impresionado por “la actividad frenética” de la Semana Negra de Gijón, un encuentro que no sólo se limita al género negro. “Esta no es una feria del libro en la cual la regla la impone el marketing. Esto es una movida de otra clase, una movida de clase, en tiempos donde los escritores se han acostumbrado a chupar el champán de las fundaciones y no se cuestionan por qué y para quién escriben.”

“Son las escrituras las que tienen que establecer las discusiones”, sugiere Saccomanno, convencido de que su novela ha dejado “abierta la tranquera” de esta historia. Ahora tiene que cortar para tomar tal vez el cuarto o quinto bourbon de la jornada. Mañana rumbea hacia Barcelona para festejar el cumpleaños de su amigo Rodrigo Fresán. En un par de días regresará a Buenos Aires para continuar con sus talleres de escritura. “Tengo que comer de algo. Este premio no es en dinero”, repite la voz clara, risueña, que se despide. Como en la magnífica y dolorosa línea final de 77, Saccomanno sabe que el mundo sigue andando...

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Saccomanno confía en que el premio le abrirá las puertas de la publicación en Francia, Italia y España.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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