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Jueves, 18 de junio de 2015

LITERATURA › EDICIóN PARA COLECCIONISTAS DE LAS FLORES DEL MAL

Para Baudelaire, corregir era escribir

Una editorial parisina acaba de publicar las pruebas de imprenta del famoso libro de poemas, que incluye los trece dibujos que Auguste Rodin hizo en su propio ejemplar.

 Por Silvina Friera

“Lector apacible y bucólico,/ sobrio, ingenuo hombre de bien,/ tira este libro saturnal,/ orgiástico, melancólico.” El poeta “maldito”, que fue condenado a pagar 300 francos de multa por el delito de “ultraje a la moral pública y las buenas costumbres”, estuvo casi diez años corrigiendo las pruebas de imprenta y reescribiendo una y otra vez los poemas de Las flores del mal, obra bisagra entre el romanticismo y la modernidad. Charles Baudelaire, un obsesivo de la perfección, tachó palabras, buscó adjetivos más tenebrosos, tomó notas al margen de las estrofas, no vaciló en enmendar versos que le parecían rengos en la frágil arquitectura del poema. La editorial parisina Les Saints Pères acaba de publicar estas pruebas de imprenta en una tirada de 1000 ejemplares numerados, un volumen de 376 páginas que incluye los trece dibujos que en 1887 hizo Auguste Rodin, confeso admirador de Baudelaire, en su propio ejemplar del libro. La primera edición de Les fleurs du mal (1857) nunca fue encontrada, por lo que esta versión corregida por el propio autor es la única que preserva el contenido original. Estas pruebas de imprenta fueron adquiridas por la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) en 1998, en una subasta, por más de tres millones de francos, aproximadamente medio millón de euros.

Baudelaire (1821-1867) se entregó a la corrección sin vacilar, acaso con la certeza de que corregir es escribir. La pulseada parecía interminable; en el pleito entraron las comas mal colocadas y las tildes no ajustadas a la gramática al uso. En el poema “Spleen”, en honor al lúgubre sentimiento que inspiraba su estética, el poeta tachó el sintagma “largo gemido” por “horrible aullido”, que es el que salió a imprenta. Las dos últimas estrofas del mismo poema fueron reescritas por completo. El poeta le pidió a su editor, Auguste Poulet-Malassis, que suprimiera la mención “Poesías” bajo el título. “Me contraría mucho”, confesó. En el margen de “Bendición”, uno de los primeros poemas de Las flores del mal, cuestionó la palabra “blasfemia” tal como estaba impresa en las pruebas. “Blasphême ou blasphème? Gare aux orthographes modernes! (¡Tenga cuidado con la ortografía moderna)”, advertía. Las estrofas de “Un viaje a Citerea” también fueron modificadas. La falda de su musa no se abre “a las ligeras brisas” sino “a las brisas pasajeras”.

Las flores del mal, que se publicó el 25 de junio de 1857, encendió el polvorín de un escándalo descomunal en tiempos del Segundo Imperio francés. El fiscal Ernest Pinard, quien había intentado que Madame Bovary de Gustave Flaubert fuera condenada por “ofensa a la moral pública y religiosa”, se encargó de objetar el libro citando con saña fragmentos de seis poemas; en la edición original las piezas que llevaban los números 20, 30, 39, 80, 81 y 87. “Tengo los labios húmedos, y conozco la ciencia/ de perder en el fondo de una cama la moral antigua”, es uno de los ejemplos que esgrimió el fiscal. “El libro no es una hoja fugaz que se pierde y se olvida como el periódico. Cuando el libro aparece, es para quedar; permanece en nuestras bibliotecas, en nuestros hogares, como una especie de cuadro. Si alberga esas pinturas obscenas que corrompen a aquellos que todavía no saben nada de la vida, si excita las malas curiosidades y si es también condimento de los sentidos exhaustos, se convierte en un peligro siempre permanente, de una manera bien distinta que aquella hoja cotidiana que uno recorre por la mañana, olvida por la noche y que rara vez colecciona”, planteaba Pinard. El fiscal obtuvo su revancha el 20 de agosto de 1857, es decir la condena al poeta y al editor del libro junto con la orden de suprimir los poemas mencionados por Pinard. Casi un siglo después, en 1949, se revisó y anuló la sentencia. Las actas completas del juicio a Flaubert y Baudelaire se pueden leer en El origen del narrador, publicado por Mardulce, con prólogo de Damián Tabarovsky.

La edición de estas correcciones permitirá rastrear el complejo itinerario de la construcción de Las flores del mal, un libro con el que “ha encontrado el medio de rejuvenecer el romanticismo”, según opinó Flaubert. “Usted canta la carne sin amarla, de una forma triste y desapegada que me es simpática. Usted es resistente como el mármol y penetrante como una niebla en Inglaterra”, dictaminó el autor de Madame Bovary.

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Baudelaire (1821-1867) se entregó a la corrección sin vacilar.
 
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