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Jueves, 12 de junio de 2008

CINE › SEX & THE CITY, LA ADAPTACIóN DIRIGIDA POR MICHAEL PATRICK KING

Entre marcas de ropa y matrimonios

A diferencia de la serie, famosa por su liberalidad y anticonservadurismo, el film cambia la risa y la ironía de la versión televisiva por lágrimas y pesadez y privilegia la pasarela de alta costura al tramado de una buena historia.

 Por Horacio Bernades

“Ellas están de regreso y sólo quieren divertirse”, exclaman los afiches callejeros de Sex & the City, la película. ¡Mentira! La única que sigue queriendo divertirse, como en la serie, es Samantha. Las otras tres lo que quieren es conseguir un hermoso ajuar, casarse, tener hijos, que los maridos no las corneen y que los novios no las dejen de plantón en el altar. Que antes tuvieran 30 y ahora 40 (y hasta 50, como en el caso de Samantha) no es excusa. Escrita, dirigida y coproducida por uno de los creadores de la serie, Michael Patrick King, la versión cinematográfica de Sex & the City va decididamente en contra del espíritu de la serie, que desde el propio título siempre se puso del lado de la modernidad sexual, la liberalidad y el anticonservadurismo (aunque es cierto que en cuanto pintaba algún galán, las chancletas volvían al lugar desde donde habían sido arrojadas). Desde ya que esa inversión que la película practica no ha arredrado a las fans, gracias a cuyo concurso en Estados Unidos Sex & the City destronó de las recaudaciones al mismísimo Indiana Jones, previéndose que otro tanto suceda aquí.

Por una vez, el subtitulado local es más fiel a la médula del asunto que la versión original. Labels and love (marcas y amor) es lo que según Carrie Bradshaw vienen a buscar a Nueva York las chicas del interior. Moda y matrimonio, dicen en cambio los subtítulos, mucho más de acuerdo con lo que la película plantea. No conforme con comprarle tremendo piso en Manhattan, a poco de comenzar esta larga cabalgata fílmica el financista a quien apodan Mr. Big (Chris Noth, militante del teñido a la Carmela) le propone casamiento a Carrie (Sarah Jessica Parker, que cada día se parece más a Bette Midler, con el cuerpo de Calista Flockhart). La reacción que el ofrecimiento desata en Carrie y sus amigas (incluida Samantha, que vino especialmente desde la otra costa) remeda lo que se vivió el domingo pasado en el Monumental de Núñez: gritos, saltos, festejos, alguna miniavalancha incluso. Pero el galanazo arruga en el momento culminante y el mundo de Carrie se viene abajo, incluyendo anteojos negros, ojos hinchados y días enteros en la cama.

Carrie no es la única a la que el matrimonio y la prole le pegan mal: Charlotte (la morocha Kristin Davis) grita, loca de contenta, porque el Evatest le dio positivo, mientras que Miranda (la pelirroja Cynthia Nixon) le hace al marido una escena de teleteatro cuando se entera de su mínima aventurita de una noche. La única que se mantiene fiel al espíritu original es, como queda dicho, la rubia Samantha (Kim Catrall, en plena forma), que no conforme con tener de pareja a un stallion de Hollywood, sueña con meterse en la cama del vecino de al lado, en la dorada Malibú. De no ser por ella, Sex & the City debió haberse llamado Marriage and the City. Más parecida a un novelón decimonónico que a la serie que le dio origen, la película va en contra no sólo del espíritu, sino del propio cuerpo de la tira, trocando ironía, chispa y levedad por juegos de palabras sobreescritos, lágrimas y pesadez. E inflando los 22 minutos de cada episodio, hasta alcanzar 2 horas y media (¡!) de épica duración.

No es que falten chistes, punchlines y alguna escena cómica lograda, como ésa en la que una desnuda Samantha se convierte en bandeja humana de sushi, para hacerle revivir al alicaído galán el gusto por la gourmandise erótica. En la columna del haber, la morochona Jennifer Hudson (ganadora de un Oscar por Dreamgirls) le saca el jugo a su escueto papel de secretaria privada de Carrie, aportando toda la frescura que a la película le falta. Pero esa clase de descansos humorísticos están en desventaja frente a los pesares y anhelos casamenteros de las protagonistas, oliendo más a cálculo y compromiso que a verdadero espíritu de diversión. Confirmando el lampazo conservador que borra con el codo lo que antes se escribió con la mano, no faltan en la trama los tradicionales festejos de Navidad y Año Nuevo, así como la no menos tradicional escapada a un México de tarjeta postal.

Como la otra parte de la ecuación moda y matrimonio no está en falta, las damas del público podrán suspirar con modelitos de Vivianne Westwood, carteras Louis Vuitton, zapatos Manolo Blahnik y unos guardarropas de media cuadra de largo. Pero se suponía que Sex & the City era algo más que salir a mirar vidrieras. ¿O no?

5-SEX AND THE CITY

EE.UU., 2008.

Dirección, guión y producción: Michael Patrick King.

Intérpretes: Sarah Jessica Parker, Kim Catrall, Kristin Davis, Cynthia Nixon, Chris Noth, Jennifer Hudson y Candice Bergen.

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Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) cambia modernidad sexual por casamiento.
 
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