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Jueves, 27 de noviembre de 2008

CINE › ARRáNCAME LA VIDA, SOBRE LA NOVELA DE ANGELES MASTRETTA

Lo que el viento debería llevarse

 Por Horacio Bernades

Superproducción de época que narra, desde el punto de vista de la protagonista, una love story sobre fondo histórico, basada en uno de los grandes best sellers de las últimas décadas en el mundo hispanohablante, Arráncame la vida es una de esas películas concebidas en base a lo que se llama “ideas de producción”. Promocionada como “la producción más cara en la historia del cine mexicano” y apostando a una excelencia técnica en la que sobresale la fotografía del notable director de fotografía vasco Javier Aguirresarobe (lo que suele denominarse “valores de producción”), no extraña que su director, Roberto Sneider, sea uno de los productores. Apuntadas al éxito masivo de público, esta clase de “ideas de producción” suelen dar resultados irredimibles. Arráncame la vida no se hunde hasta esas profundidades, aunque tampoco llegue al aprobado.

Tal vez sea el último plano de la película –donde la protagonista avizora su futuro desde un promontorio y durante un ocaso– el que devela la intención de fondo: remplazar Guerra de Secesión por post revolución mexicana, el estado de Atlanta por el de Puebla y Scarlett O’Hara por Catalina Guzmán, para que el resultado dé una versión mexicana de Lo que el viento se llevó. Con guión coescrito por el propio Sneider junto a la autora de la novela, Angeles Mastretta, a lo largo de un par de horas Arráncame la vida describe un arco que va de 1932 a tiempos de posguerra, con la protagonista (la pequeña Ana Claudia Talancón, fotogénica coprotagonista de El crimen del padre Amaro, vista recientemente en Fast Food Nation) pasando de pueblerina quinceañera a esposa de un poderoso general, de ingenua a enterada, de virgencita a experimentada y de sometida a mujer liberada.

Tan claro como que Catalina representa un modelo de identificación positiva para la platea femenina es que Andrés Ascencio, padrillo militar de bigotazo, lleno de hijos, que ya en la noche de bodas avisa a la mujer que a partir de ese momento pasa a ser de su propiedad (el prolífico Daniel Giménez Cacho, conocido sobre todo por su coprotagónico de Profundo carmesí) encarna al macho mexicano y latinoamericano, un Rhett Butler menos sexy y más patriarcal. Generalote de provincias con las más altas ambiciones políticas, en su camino hacia la Presidencia de la Nación el bigotón será testaferro de capitales yanquis, inundará pueblos enteros, asesinará opositores y hará montones de promesas incumplibles, confirmando que representa no sólo la traición a los ideales de la Revolución Mexicana, sino el conservadurismo latinoamericano in toto. Una América bananera, también, a gusto del espectador del norte.

El descubrimiento que Catalina va haciendo de ese mundo, de modo lento pero indefectible, es seguramente el tramo más logrado de la película, reflejando con bastante precisión los sucios entretelones de la política tradicional. El andamiaje se derrumba de modo irremisible al presentarse la tercera pata del triángulo (¿el Leslie Howard de Arráncame la vida?), joven y apuesto director de orquesta comunista, de quien resulta difícil establecer qué es más inconcebible: si el personaje, el actor que lo encarna o ambas cosas juntas.

5-ARRANCAME LA VIDA

México, 2008.

Dirección: Roberto Sneider.

Guión: R. Sneider y Angeles Mastretta.

Fotografía: Javier Aguirresarobe.

Intérpretes: Ana Claudia Talancón, Daniel Giménez Cacho, José María de Tavira, Isela Vega y Julio Bracho.

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