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Jueves, 27 de agosto de 2009

CINE › ZACK Y MIRI HACEN UNA PORNO, DE KEVIN SMITH, CON SETH ROGEN Y ELIZABETH BANKS

Problemas del amateurismo

Es una comedia: él es bruto, ella es linda y viven juntos. ¿Cuánto van a tardar en mirarse a los ojos y decirse que no sabían que sentían eso? La diferencia está en que el director de Clerks los hace descubrir el amor justo cuando están haciendo una peli triple X.

 Por Horacio Bernades

Tal como se vio en Clerks, Mallrats o La otra cara del amor (Chasing Amy), los héroes de Kevin Smith son como esos amigos, o amigos de amigos, que pueden hacer que uno se muera de risa o los mire con pena. Normalmente, ambas cosas. Tienen aspecto de leñadores traspirados, aunque si algo no hacen es trabajar. Andan siempre en grupos de pares, se la pasan haciendo chistes muy graciosos sobre gente que conocen, sobre películas, sobre cosas de la tele. Viven en sucuchos cochambrosos, cuando curten con alguna chica es porque pagaron o porque a esa hora ligaba cualquiera y desde el martes pasado podrían vivir en la Argentina: ya no los penaliza- rían. ¿Que si tienen 16, 17, 18? Noooo, son treintañeros. De hecho, Mr. Smith, que es el modelo en que se forjaron, el año próximo cumple 40. Y sigue con el mismo aspecto de leñador transpirado.

Pelos revueltos, barba sin afeitar, fumón, gracioso y atropellado, desde sus primeras apariciones en cine (en Anchorman y Virgen a los 40, enseguida en Supercool, en Ligeramente embarazada, en Pineapple Express), Seth Rogen siempre pareció un personaje de Kevin Smith. Ya lo es. Zack orilla los 30, vive en medio del frío helado de Pittsburgh, atiende el mostrador de una cafetería y, como no tiene plata para pagar el alquiler, comparte techo con una chica. El y Miri (la rubia Elizabeth Banks, protagonista de Virgen a los 40, Laura Bush en W.) son amigos desde el secundario, jamás tuvieron sexo y las únicas desnudeces que se conocen son las que se ven en el baño, cuando uno deja la puerta sin trabar y el otro entra sin querer. A ver: es una comedia, él es bruto y ella es linda, viven juntos. ¿Cuánto van a tardar en mirarse a los ojos y decirse que no sabían que sentían eso? ¿Media hora, una, una hora y media? Zack y Miri hacen una porno dura 101 y la única sorpresa es hasta qué punto cuando se enamoren uno va a desear que vuelvan atrás y sigan siendo esos adolescentones del comienzo.

El comienzo: eso es lo mejor. Cuando Zack y Miri se burlan ácidamente del frío de Pittsburgh y del vestido rojo encarnado que se pone ella para ir al festejo de los veinte años de graduados. Se ríen de esa clase de festejos, y de la clase de gente en la que se convirtieron los demás veinte años más tarde. La clase de gente en la que se convirtieron ellos: vean si no el papelonazo que hace Miri, que va a la fiesta decidida a voltearse al chico que le gustaba, toma un par de copas de más y le tira todos los galgos de la perrera, sin advertir que el chico fue a la fiesta con su novio. Es el mejor momento de la película, por varios motivos: 1) El chico es Brandon Routh, que hizo de Superman en la película que Kevin Smith preparó y nunca llegó a filmar; “Superman era puto” dice ahora Smith, en venganza; 2) La pareja de Superman (Justin Long) es una loca venenosa, el mejor personaje que puede encontrarse en una fiesta aburrida; 3) Ambos son actores porno-gay, lo cual le da pie a Zack para imaginar cómo salir de la mala, cuando les corten el gas y la luz: filmando una porno y haciendo plata fácil. Claro que Zack y sus amigos son tan berretas que no podrán ni filmar una porno berreta.

El berretismo, la torpeza, la inepcia convierten a Zack y sus amigos (entre ellos, un par de veteranos de la escudería Smith: Jason Mewes y Jeff Anderson) en la Armada Brancaleone del porno. Hacen un casting horrible, filman en la cafetería y de pronto entra un cliente, no saben dónde poner la cámara, no se les para. Apenas la presencia de un par de chicas con experiencia (una de ellas, la mítica actriz porno Traci Lords) salva un poco las papas. Hay alguna curiosidad, como la capacidad de Lords para hacer pompas de jabón (y no con la boca), alguna escatología (un “plano de mierda”, pero no en sentido figurado) y la simpatía que siempre despierta cualquier variante de desconocido de siempre. Con el añadido de la autenticidad, la escritura en una primera persona apenas velada, la metalingüística incluso: como reconoce Kevin Smith en la entrevista publicada ayer en Página/12, si a algo se parece ese rodaje es a sus rodajes de los comienzos. De hecho, el propio aspecto visual de Zack y Miri, característicamente torpe, bruto y duro, no difiere demasiado del de la porno que filman. Lo cual da al asunto una enorme coherencia y sinceridad.

Lo que no es coherente ni sincero es que en el momento culminante, cuando los propios Zack y Miri tienen que ir a los bifes, Smith arrugue y termine haciendo papelones, con los actores todos vestidos. Como si se estuvieran frotando, nomás. Ahí, encima, se enamoran. Lo cual, tratándose de Smith, no es bueno. El tipo había sabido resolverlo mejor en La otra cara del amor. Pero fue una excepción. Zack y Miri demuestra que Kevin sigue sin saber lo que es el amor. Al menos, en términos cinematográficos, que para el caso es lo que importa.

6-ZACK Y MIRI HACEN UNA PORNO

(Zack and Miri Make a Porno, EE.UU., 2008)

Dirección y guión: Kevin Smith.

Fotografía: David Klein.

Intérpretes: Seth Rogen, Elizabeth Banks, Craig Robinson, Jason Mewes, Jeff Anderson, Traci Lords y Katie Morgan.

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La sesión de casting deja con la boca abierta a la pareja protagónica.
 
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