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Jueves, 22 de octubre de 2009

CINE › HOY SE VERá LOS RESISTENTES, DE ALEJANDRO FERNáNDEZ MOUJáN

El aguante peronista del ‘55

El documental, que es parte del ciclo DocBsAs/09, busca a los protagonistas de la resistencia a la Revolución Libertadora que nunca claudicaron. Es una película “de relatos” que recupera la voz de los que estuvieron ahí.

 Por Oscar Ranzani

El año 1955 quedó marcado en la historia argentina como uno de los más nefastos: el 16 de junio, aviones de la Marina bombardearon la Casa Rosada y la Plaza de Mayo con el objetivo de asesinar al presidente constitucional Juan Domingo Perón. El golpe de Estado tardó solamente tres meses en llegar, ya que se produjo el 16 de septiembre. Desde entonces, se instaló la autoproclamada “Revolución Libertadora”, dando inicio a una nueva dictadura. Como se sabe, el peronismo quedó proscripto y nombrar a Perón y Evita era suficiente motivo para ir a la cárcel. Por aquella época también se gestó la resistencia. Si bien eran grupos aislados –conformados en su mayoría por trabajadores– que se movían en la clandestinidad, tenían la suficiente fortaleza para resistir como pudieran por lo que creían que era un deber: recuperar a su líder y las conquistas sociales que Perón había implementado y que la dictadura borró de un plumazo. A través de un verdadero trabajo de hormiga, el documentalista Alejandro Fernández Mouján recorrió algunas provincias del país para encontrarse con los protagonistas de aquella resistencia, que no es tan conocida como la de los ’70. El resultado es Los Resistentes, documental de casi tres horas de duración que se presentará hoy a las 19.30 en la Sala Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530), como parte de la programación del DocBsAs/09.

Fernández Mouján decidió trabajar con los recuerdos y anécdotas de cada uno de los testimoniantes, antes que establecer una mirada histórica o sociológica de analistas. “La idea de la película no nació de mí, sino de un grupo que es parte importante de la película. Lo forman viejos militantes peronistas que participaron de la resistencia. Ellos me llamaron porque querían hacer una película”, comenta el cineasta en diálogo con Página/12. Fernández Mouján recorrió La Pampa, Tucumán y Córdoba en busca de historias personales y los protagonistas cuentan la añoranza que había por el regreso de Perón y la angustia de la proscripción. Los testimonios se concatenan y hay de diferentes aspectos: desde uno que cuenta cómo conseguían la dinamita, pasando por otro entrevistado que ocultaba mensajes en el acelerador de su moto para llevarlos a Bahía Blanca, hasta llegar a quienes se encargaron de los preparativos del frustrado levantamiento del general Juan José Valle. Y por supuesto, muchos cuentan cómo fue que se hicieron peronistas.

–El film tiene una arquitectura narrativa cimentada por el relato de los protagonistas de entonces. ¿La idea fue reconstruir la historia colectiva a través de la combinación de testimonios personales?

–Sí. Siempre digo que es una película de relatos, porque lo que más me interesó fue rescatar ese valor del relato de los que habían vivido esa experiencia y cómo la habían vivido. En ningún momento se planteó de parte de ellos ni de parte mía hacer una película que fuera una explicación de la resistencia o una investigación de qué había pasado o no, sino buscar protagonistas genuinos de la resistencia. La única condición era que fueran personas que resistieron y que no claudicaron. Por ejemplo, Cavalieri participó de la resistencia y, sin embargo, hoy sabemos quién es: un tipo que está al frente de un sindicato muy poderoso y que negocia con el poder. Ese tipo de gente no iba a participar de la película. Los que sí iban a hacerlo eran los tipos que, como señalan ellos mismos, fueron los que siempre dijeron que no. Les dijeron que no a los negociados, a las prebendas, a ocupar cargos partidarios de jerarquía porque siempre eso es cambio de algo.

–¿Por qué cree que la historia de la resistencia del ’55 no es tan conocida como las de otras etapas históricas?

–En una de los reuniones que tuvimos con los protagonistas les pregunté por qué la de ellos está oculta y no la de los ’70. Uno me respondió: “Lo que pasa es que los que vinieron después sabían escribir”. Hay una diferencia grande en cuanto a la composición social de la resistencia peronista: era fundamentalmente obrera y de clase baja, mientras que en la de los años ’70, la clase media tuvo un papel mucho más protagónico y, si bien participaron sectores obreros, sabemos que en las organizaciones armadas los grupos más importantes estuvieron principalmente conformados o dirigidos por gente que venía más del estudiantado o de la clase media. Por la forma en que se empezaron a nuclear en la resistencia del ’55, se trataba de gente que el día del bombardeo fue a la Plaza de Mayo a ver qué pasaba y a tratar de hacer algo. A partir de ese momento se empezó a nuclear con otros grupos. Y a raíz del golpe, otros comenzaron a relacionarse, pero eran personas que hasta ese momento por ahí habían vivido una vida normal, no eran miembros del partido peronista, no estaban en estructuras. Por lo menos entre los que hemos entrevistado nosotros no hay historias de personas que digan “yo ocupaba tal puesto en la unidad básica”. Más bien estaban nucleados en su sindicato. Y, en realidad, en los lugares de trabajo se empezaron a armar también pequeños grupos –como los ferroviarios, por ejemplo– para defender eso que habían perdido.

–¿Estos grupos de la resistencia creían en otra manera de hacer política?

–Sí. Además, asumían totalmente que a ellos los habían sacado por la violencia y ellos no iban a volver de otra forma que no fuera a través de la violencia, porque el peronismo estaba totalmente proscripto. No había posibilidades de tener un candidato peronista para ningún tipo de elección. Entonces, la única forma que había era una organización de lucha clandestina.

–¿Cómo analiza la resignificación del peronismo después de la Revolución Libertadora?

–Lo que pasó en el ’55 fue que también estallaron las contradicciones internas del peronismo. En el peronismo había una lucha de clases solapada: convivían una burguesía con poder al lado de sectores obreros de base que tenían sus intereses concretos. En el ’55, los obreros quedaron prácticamente solos, sin la estructura partidaria. Las principales dirigencias sindicales no participaron de la resistencia, la dirigencia política tampoco, salvo excepciones como, por ejemplo, John William Cooke. Los trabajadores quedaron solos en ese momento. Y ésa es la respuesta que encuentran para pelear. En eso cambió el peronismo. Creo que en ese punto nació otro peronismo. De alguna manera, la Revolución Libertadora provocó el estallido de esas contradicciones que convivían en el peronismo mientras Perón estaba en el gobierno.

–¿En qué medida estos grupos de resistencia sentaron las bases para la generación del ’70?

–Muchos de los que participaron de la resistencia después siguieron militando en los ’70. Se incorporaron a otro tipo de militancia, otro tipo de organización. Los grupos políticos que surgieron a partir de los años ’60 al ’65 ya traían la historia de la resistencia. En ese momento, también muchos jóvenes se formaron con personas que venían de la resistencia. Ellos aportaron una cuota de experiencia, de mínima organización por venir peleando desde hacía tiempo, y terminaron integrando distintos grupos políticos que surgieron en ese momento. Otros no: hay gente que participó de la resistencia que se fue hacia la derecha. No es que la resistencia fue incorporada a la izquierda. Hubo sectores de la resistencia que, incluso, terminaron en la Triple A. Se produjo una gran dispersión y hacia distintas orientaciones ideológicas, contradictorias entre sí. Lo que los unía en la resistencia era la vuelta de Perón al país y al gobierno. Más allá de eso había grandes diferencias.

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Fernández Mouján hizo Los Resistentes a pedido de un grupo de viejos militantes peronistas.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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