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Sábado, 20 de marzo de 2010

CINE › A LOS 72 AñOS, MURIó AYER EL REALIZADOR CINEMATOGRáFICO RAúL DE LA TORRE

Un cineasta en tiempos difíciles

El director tuvo una carrera intensa e irregular, que incluyó éxitos como Crónica de una señora y El infierno tan temido y fracasos rotundos como Color escondido y Peperina.

El realizador cinematográfico Raúl de la Torre falleció en la madrugada de ayer a los 72 años en la ciudad de Zárate, de donde era oriundo, a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio. Según su asistente personal, el director se descompuso ayer, sufrió falta de aire y falleció, en compañía de su hijo, que es médico.

Nacido el 19 de febrero de 1938, empresario y hombre vinculado a la publicidad, De la Torre debutó en 1970 en el largometraje con Juan Lamaglia y Sra., un elogiado punto de partida de una carrera intensa e irregular que incluyó éxitos como Crónica de una señora (1971) y El infierno tan temido (1980) y fracasos rotundos como Color escondido (1988) y Peperina (1995). Su primera película, no casualmente rodada en Zárate, tenía celebradas actuaciones de Pepe Soriano, Julia Von Grolman y Nacha Guevara, y obtuvo el Cóndor especial como ópera prima, un premio en Cartagena y reconocimientos de la Asociación de Cronistas de la Argentina al reparto y al guión.

La popularidad sólo le llegó con Crónica de una señora, en la que con libro de María Luisa Bemberg retrató a la alta burguesía bonaerense con el concurso de Graciela Borges –entonces su pareja–, Lautaro Murúa y Federico Luppi en los principales papeles. Borges volvió a aparecer en Heroína (1972), La revolución (1973), Sola (1976), El infierno tan temido (1980), Pubis angelical (1982), Pobre mariposa (1986) y Funes, un gran amor (1993), en la que compartió cartel con Andrea del Boca, nueva relación de su antiguo amor. El golpe más duro fueron las críticas recibidas a su último título, Peperina, una especie de filodocumental en el que Del Boca interpretaba a una fanática de Seru Giran en la que se inspiró Charly García para uno de sus temas más famosos. Todo con montajes sobre el recital del grupo en el estadio de River en 1992.

Según Graciela Borges, en declaraciones a un canal de noticias, De la Torre no había dado por cerrada su trayectoria por la pantalla y estaba preparando un nuevo proyecto, quince años después de su último trabajo.

Visto como un sucedáneo de colegas pertenecientes a la generación del ‘60, De la Torre no fue ajeno a las vicisitudes del cine argentino en décadas pasadas. Defendió su tarea en el sentido de que no se consideraba simplemente un director. “Siempre me he sentido como autor de todas mis películas, y es por eso que sólo quiero filmar lo que realmente me interesa”, expresó en una oportunidad. Esa independencia, que le permitió incursionar en historias disímiles y hasta contratar estrellas del exterior –la mexicana Silvia Pinal, actriz de Luis Buñuel, en Pubis angelical; el italiano Gian Maria Volontè, puntal del cine militante peninsular para Funes...– hizo de él una figura solitaria dentro del cine argentino.

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De la Torre, una figura solitaria en la cinematografía argentina.
 
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